viernes, 21 de noviembre de 2014

El Sol argentino en el Escudo Papal

La Santa Sede ha dado a conocer el Escudo del Papa Francisco y el significado de sus armas y blasones. Aquí algunos detalles.

Dicen que los jardineros papales están muy preocupados buscando la solución para armar con plantas el sol de 32 rayos (16 rectos y 16 flamígeros), en los jardines vaticanos como es costumbre.

En su libro de la Cábala al Progresismo, el padre Menvielle dice que de los 10 Sefiroth que asisten al trono del Altísmo, y de las 22 letras del alfabeto hebreo, se obtiene el número 32 que simboliza la Sabiduría por la cual Dios ha creado todo lo que existe.

Por tanto el Sol de 32 rayos  representa en la iconografía cristiana al Verbo, Segunda Persona de la Santísima Trinidad, Sol que nace de los alto (Lc 1 -78), por quien han sido hechas todas las cosas, y sin Él no ha sido hecha cosa alguna (Jn 1-3).



Este sol, que adorna la primera moneda de la República Argentina (1813), y que luego fue colocado en la bandera nacional en 1818, por moción del Diputado por Buenos Aires al Congreso de Tucumán RP Dr. Luis Chorroarín, figura en todos los guantes episcopales y en antiquísimas pinturas de la Virgen de la Esperanza:


En esta imagen del siglo XVI de la Virgen apunto de dar a luz, se ve el sol de 32 rayos (16 rectos y 16 flamígeros) sobre su seno, para representar a Jesucristo.

Lo mismo en la imagen de abajo, Virgen de la Esperanza, que se venera en el Santuario carmelita de Onda, Castellón, Valencia, en la que se ven los colores de la Bandera Nacional.


El sol de 32 rayos terminó siendo el monograma de los jesuitas, con la diferencia que en lugar de los rasgos de una cara, lleva en su centro la inscripción"IHS - Jesucristo Salvador de los hombres".

La explicación suministrada por la Santa Sede

En las secciones, esencialmente, el Papa Francisco ha deseado mantener su escudo anterior, elegido en el momento de su consagración episcopal, y caracterizado por una simplicidad lineal.

El escudo azul está rematado por los símbolos de la dignidad pontificia, iguales a los deseados por su predecesor Benedicto XVI (mitra colocada entre llaves cruzadas de oro y plata, unidas por un cordón rojo).  En la parte superior el emblema de la orden de procedencia del Papa, la Compañía de Jesús; un sol radiante y flamígero, cargado con las letras, en rojo, IHS, monograma de Cristo. La letra H está coronada con una cruz en punta; y puesta sobre tres clavos negras.

Debajo se encuentran una estrella y una flor de nardo. La estrella, según la antigua tradición heráldica, representa a la Virgen María, madre de Cristo y madre de la Iglesia; mientras que la flor de nardo simboliza a San José, patrono de la Iglesia universal. En la tradición iconográfica hispánica, en efecto, se representa a San José con un ramo de nardo en la mano. Poniendo en su escudo tales imágenes, el Santo Padre ha querido manifestar su particular devoción hacia la Virgen Santísima y hacia San José.

El lema del Santo Padre Francisco ha sido tomado de la homilía de San Beda el Venerable (Om. 21; CCL 122, 149-151), sacerdote que, comentando el episodio evangélico de la vocación de San Mateo, escribe:

"Vidit ergo Iesus publicanum et quia miserando atque eligendo vidit, ait illi Sequere me - Vió Jesús un publicano, lo miró con piedad, lo eligió y le dijo: Sígueme".

Esta homilía es un homenaje a la misericordia divina, y está reproducida en la Liturgia de las Horas, en la fiesta de San Mateo. Tiene un significado especial en la vida y en el itinerario espiritual del Papa. En efecto, en la fiesta de San Mateo de 1953, el joven Jorge Mario Bergoglio experimento, a la edad de 17 años, de un modo muy particular, la presencia amorosa de Dios en su vida. A raíz de una confesión, sintió que su corazón era tocado y advirtió el descenso de la misericordia de Dios, que con una mirada de tierno amor lo llamaba a la vida religiosa, siguiendo el ejemplo de San Ignacio de Loyola.

Una vez elegido Obispo, Mons. Bergoglio, en memoria del acontecimiento que marcó el inicio de su consagración total a Dios en su Iglesia,  decidió elegir como su lema y forma de vida la expresión de san Beda: "miserando atque eligendo" que ha querido mantener también en su escudo pontificio.

Nota gentileza de Aurelio “Alilo” Ortiz

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