jueves, 11 de octubre de 2012

Día Internacional del Árbitro de fútbol


Hoy se celebra (y no pudimos averiguar por qué) en todo el mundo el “Día Internacional del Árbitro de Fútbol”. Un festejo muy especial para los encargados de impartir justicia en el fútbol de todo el planeta. En este día el presidente de la Agrupación Costeña de Árbitros, José Luis Nieto (foto), a través de una nota saluda sus colegas. Además te dejamos el texto El Árbitro (“El Fútbol a sol y sombras”, Eduardo Galeano).


Por José Luis Nieto - “En este día tan significativo en el que celebramos el día del árbitro, quiero enviar un saludo muy especial y un abrazo grande a los árbitros de las distintas categorías de nuestra geografía provincial, fundamentalmente a los colegas de las diferentes localidades de nuestro Departamento y de la ciudad de Aimogasta.

¡Para todos ellos mis sinceros deseos de paz y prosperidad, junto a sus seres queridos….DIOS nos proteja siempre  en este grato oficio!!!!!!!!!.”

El Árbitro (“El Fútbol a sol y sombras”, Eduardo Galeano).

“El árbitro es arbitrario por definición. Éste es el abominable tirano que ejerce su dictadura sin oposición posible y el ampuloso verdugo que ejecuta su poder absoluto con gestos de ópera. Silbato en boca, el árbitro sopla los vientos de la fatalidad del destino y otorga o anula los goles. Tarjeta en mano, alza los colores de la condenación: el amarillo, que castiga al pecador y lo obliga al arrepentimiento, y el rojo, que lo arroja al exilio.

Los jueces de línea, que ayudan pero no mandan, miran de afuera. Sólo el árbitro entra al campo de juego; y con toda razón se persigna al entrar, no bien se asoma ante la multitud que ruge.

Su trabajo consiste en hacerse odiar. Única unanimidad del fútbol: todos lo odian. Lo silban siempre, jamás lo aplauden. Nadie corre más que él. Él es el único que está obligado a correr todo el tiempo. Todo el tiempo galopa, deslomándose como un caballo, este intruso que jadea sin descanso entre los veintidós jugadores; y en recompensa de tanto sacrificio, la multitud aúlla exigiendo su cabeza.

Desde el principio hasta el fin de cada partido, sudando a mares, el árbitro está obligado a perseguir la blanca pelota que va y viene entre los pies ajenos. Es evidente que le encantaría jugar con ella, pero jamás esa gracia le ha sido otorgada. Cuando la pelota, por accidente, le golpea el cuerpo, todo el público recuerda a su madre. Y sin embargo, con tal de estar ahí, en el sagrado espacio verde donde la pelota rueda y vuela, él aguanta insultos, abucheos, pedradas y maldiciones.

A veces, raras veces, alguna decisión del árbitro coincide con la voluntad del hincha, pero ni así consigue probar su inocencia. Los derrotados pierden por él y los victoriosos ganan a pesar de él. Coartada de todos los errores, explicación de todas las desgracias. Los hinchas tendrían que inventarlo si él no existiera. Cuánto más lo odian, más lo necesitan.

Durante más de un siglo, el árbitro vistió de luto. ¿Por quién? Por él. Ahora disimula con colores.”

Fotos: eldiariodelacosta.com.ar

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