martes, 30 de abril de 2013

1° de mayo



Rogelio Roldán - Es bastante conocido el origen de esta fecha, resuelta en 1889 por el Congreso Socialista Internacional, reunido en París, que proclamó al 1° de Mayo como “Día Internacional de Lucha de la Clase Obrera Mundial”. Desde el inicio, desde 1890, los trabajadores argentinos cumplimos nuestra jornada internacional, que es de lucha obrera y no de “fiesta del trabajo”, no de conciliación de clases como dicen el Estado, las patronales y la burocracia sindical.

No desconocemos los cambios en la política exterior, en el juzgamiento al terrorismo de estado, la mejoría en la inclusión social, la creación de puestos de trabajo y la inserción en el proceso continental en curso -entre otros- producidos por el actual gobierno nacional. A la par, esos cambios aún no se traducen en transformaciones estructurales de la economía. Esta sigue trasnacionalizada en algo más de un 70%, lo que favorece -de hecho- a los grandes grupos monopólicos concentrados. Vaya como ejemplo el modelo de enclaves extractivos, de economía de factoría para exportar materia prima sin valor agregado que impera en las provincias mineras y en las del negociado agro-tóxico sojero.

Para quien esto escribe, es tarea prioritaria de la clase obrera jugar un rol principal en la liquidación de esta situación de dependencia con una sostenida acción antiimperialista. Más cuando está de moda el discurso de “capitalismo serio” o “capitalismo humanizado” -apuntado solo a aliviar las penurias de la explotación sin cuestionar sus fundamentos- que esconde la preservación de la ganancia y la reproducción ampliada del capitalismo. En contraposición a los enfoques de tercera vía de ser “columna vertebral”, su rol debe ser el de dirección política, que supere la sola unidad de acción reivindicativa -a la vez que la contiene- con la unidad de proyecto político, que facilite unificar y coordinar las luchas para articularlas de modo de recuperar nuestra independencia como clase, y asegurar la reinstalación como propuesta y acción política revolucionaria, dirigida a encabezar la lucha liberadora del pueblo argentino.Este rol es de suma necesidad y pertinencia en la época actual, de crisis civilizatoria del capitalismo real, neoliberal, especulativo, depredador de la naturaleza y cada vez más belicista y agresor.

Para cumplir dicho rol hay algunas trabas -jurídicas y políticas, pero más que nada ideológico culturales- a resolver. Sucede que durante las últimas siete décadas la clase obrera argentina permanece prisionera de un modelo de organización sindical dependiente del Estado, funcional a la política de pacto social, base del “Estado de bienestar”, ya sepultado en la historia por el capitalismo neoliberal, y prisionera del “sentido común” de las clases dominantes. Ese “sentido común” significa conformarse con que lo “único posible” es pugnar por migajas -sólo para los trabajadores formales- que les permitan seguir como clientes del consumo propuesto por el capital. Dicha pugna no supera el economicismo y el corporativismo. Uno o más sindicatos por separado, luego de intensas y prolongadas luchas, reciben esas migajas, permitiendo que el sistema absorba el reclamo y deje afuera a la mayoría de los gremios y a los trabajadores precarizados y en negro.

Pese a que la burocracia sindical hoy está debilitada, continúa a la cabeza. Dirige porque no hace sindicalismo, sino política. Mantiene sus privilegios porque reproduce al interior del mundo del trabajo la lógica política, cultural e ideológica de la gran patronal organizada en partidos y en Estado. Aún puede hacerlo porque adecuó su papel político a la ofensiva capitalista que modificó estructuralmente la composición de la clase obrera y su relación con otros sectores sociales cercanos. Con el enfoque de que trabajadores son sólo los formales -los que pagan cuota sindical, obra social, coseguro y curros parecidos-, desarmó ideológicamente a la clase y, en especial, a la amplísima franja informal, que descree de las organizaciones sindicales y políticas, con lo que se cierra el acceso a recuperar las herramientas que necesita para su liberación, o a crear otras autónomas.

Dicho enfoque se acompaña de una Ley de Asociaciones Profesionales que niega la libertad sindical -por lo tanto, niega la personería gremial a los sindicatos y a la central obrera autónoma-, e impide el ejercicio de la democracia sindical recortando el papel del delegado, exigiendo cláusulas incumplibles a las agrupaciones opositoras, fragmentando las asambleas y manipulando los congresos, sin contar que muchos sindicatos directamente erradicaron dicha figura de sus estatutos. Todo armado por el Estado para que la burocracia represente y garantice la política patronal en el seno del movimiento obrero.

Esta visión de la burocracia se basa en la conciliación de clases pero, el dato principal -de acuerdo a los procesos vivos hoy en el planeta- es que el peso económico y político de la clase obrera impregna los procesos políticos y agudiza la lucha de clasesEn la Argentina actual el nudo principal de esta lucha de clases pasa por ver quién recupera la iniciativa política histórica, los trabajadores o una supuesta burguesía “nacional”, a la que prefiero llamar nativa.

De ahí la necesidad que los trabajadores cambiemos el actual modelo sindical -dependiente del estado en su funcionamiento, en su financiación y en su legislación, de los partidos del sistema y de la patronal- ya agotado, por uno DEMOCRATICO, AUTÓNOMO, CLASISTA y de LIBERACION, tal y como lo propusiera Agustín Tosco, quien se planteaba articular a escala regional, nacional y mundial, la acción de la clase. Dicha articulación implica nexos de continuidad, ruptura y superación. Continuidad con la  histórica tradición de lucha de la clase obrera argentina como tal, desde la segunda mitad del siglo 19, incorporando los aportes de todas las corrientes que conformaron su identidad como clase. Ruptura con el período de pérdida de independencia clasista a partir del sindicalismo de conciliación, para-estatal y burocrático, que Agustín definía como “participacionista o adaptacionista, que se mueve en forma dependiente y referencial al sistema. (...), que condiciona todos sus actos según lo obliga la estructura del sistema y las medidas de los regenteadores del poder. (...) que espera que crezca el costo del nivel de vida para pedir aumento de salarios y termina conformándose con lo que la Secretaría de Trabajo autoriza”Superación en base a recuperar la autonomía, recrear cultura revolucionaria para barrer con el posibilismo y la claudicación, y volver a ser motor de la lucha por construir bases de poder popular y -con ellas- de la lucha por el poder estatal concreto.

Otra enorme traba a resolver es la carencia de representación política propia, independiente y autónoma, para enfrentar y derrotar la política de las clases dominantes y su estado capitalista.

No estamos hablando de una política para los trabajadores, sino de los trabajadores. Se trata de la propuesta política de la clase obrera, de sus objetivos, programa, métodos y vía de lucha, para el momento histórico y para cada coyuntura; una propuesta política apuntada a los problemas generales del sujeto social de la revolución, no solo a cada conflicto en sí mismo, de lo contrario se cae en el corporativismo. Una política de los trabajadores pasa, entre otras cosas, por resolver la falta de iniciativa, dejar la defensiva, aprender a ser expresión política de las luchas y adquirir la capacidad de introducir temáticas alternativas e instalarlas en la vida social y política. Una de estas temáticas alternativas, por ejemplo, pasa por instalar con mucha fuerza que el “modelo”, para poder seguir nacional y popular debe convertirse en antiimperialista, de lo contrario, por el impacto de la crisis capitalista en curso, corre serios riesgos de retrogradar y fracasar.

El cumplimiento de nuestro rol no es espontáneo. Es un proceso que requiere construir una central obrera alternativa -hoy se impone el reconocimiento legal y la personería sindical de la CTA- con atributos tales como autonomía efectiva del proyecto de las clases dominantes, protagonismo de la militancia, férrea unidad en torno del proyecto político clasista, voluntad de confrontar con el capital y todo el esfuerzo por aportar a la constitución de un bloque político histórico apto para generar un poder obrero y popular que cambie de raíz el sistema de explotación y opresión.

A la historia la podremos escribir con las manos de la clase obrera y el pueblo si es que somos capaces de comprender esto y de hacer el esfuerzo de empezar a ocupar el espacio político que en estos años se vino gestando, y también si entendemos que no tenemos toda la vida para hacerlo, porque cuando las oportunidades golpean las puertas de la historia, si los pueblos no las saben distinguir lo que viene después es una pudrición de la situación existente, un agravamiento de todos los problemas, creándose condiciones para que la crisis se resuelva a favor de los poderosos. Las acciones de la derecha en nuestro país demuestran que quieren resolverlas con exclusión, con hambre y con represión. Por si alguien cree que exagero, el reciente pogrom de Macri contra los pacientes, familiares, trabajadores y gente solidaria del Borda es una prueba concreta.

Espero estas reflexiones sean útiles para celebrar un 1° de Mayo de lucha y solidaridad con nuestro pueblo y con todos los pueblos del mundo.

Rogelio Roldán  
Casa Nuestra América  
Espacio Político - Cultural

San Juan, 29 de abril de 2013


1 comentario:

  1. que festejan del moral y martinelli?dos vagos que lo unico que hacen es promover la vagancia en nuestro dpto.mantienen con programas a jovenes que no les piden que hagan una contraprestación.eso es fomentar la vagano tenes cia.mira los hijos de martinelli viven cono reyes de la nada,porque no hacen nada,ni estudian.eso es vagancia.pero los unicos que los siguen son diez gatos locos que tambien viven sin hacer nada.manga de vagos.porque no le dan la oportunidad de trabajar a los que realmente son honestos?marcelo sos un caradura.por eso andas solo como un perro,no tenes nada.yo soy pobre pero tengo dignidad.vagos atorrantes

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