miércoles, 3 de abril de 2013

Opinión: Las virtudes del dialogo


Por Alejandro Romero - Escuchando en Radio Nacional un programa especial por el día de la memoria escuche de coletazo a un columnista, no pude saber quien era, tampoco el contexto preciso en el que lo decía, pero alcance a percibir un concepto que me quedo dando vueltas  desde entonces, no se precisamente porque, quizás solo  por cuestiones subjetivas, pero que sirvieron al fin de disparador de este Bocón.

Tiene que ver con las virtudes del dialogo, con la construcción de una conciencia superadora, y el esfuerzo y valentía que esto demanda,  ya que cuando uno se lanza al dialogo, al dialogo sincero, expone sus certezas o sus verdades a la consideraciones y  razones del prójimo y esto no es lo que mejor sabemos hacer.

Es un ejerció de conciencia y de constricción del ego y hace necesario cierto  esfuerzo, pero el resultado de este es dialogo es una conciencia superadora. Y a eso quiero ir con todo esto, a la forma de encarar las diferencias y construir en base a las coincidencias o como una forma de avanzar hacia lo más justo, de lo cotidiano a lo extraordinario y de lo simple a lo complejo.

En el ejercicio del dialogo las razones se enriquecen y ganan fuerza, y sobre todo aprendemos a vernos y a situarnos en referencia a los demás y no solo en función de nuestros propios intereses.  Es una forma de no quedar estancado en razones propias, en el individualismo que casi siempre se ejerce en detrimento de los demás, que nos aísla  llevándonos a nuestra menor expresión.

El dialogo es el método de la filosofía de la praxis, fundamental en el estudio de los problemas del hombre,  en esto de entendernos como individuos y como sociedad, en la perspectiva de una conciencia sustentable.  Es quizás el camino natural que deberíamos seguir para superarnos, para no quedarnos para siempre  en el enojo o  el rencor,  como quien dice, no cocinarnos en nuestra propia salsa, sino para dinamizarnos ante los problemas que nos separan y entendernos también en función de los demás,  y ser parte del todo de manera conciente.

Así es con  este ejercicio de abrir el corazón  para escuchar y entender otras verdades, las que agrandan la conciencia en pos de un mundo más justo. Con esta vocación de caminar juntos, y con este bocón motivado en la sintonía  de una transmisión de radio, por una idea lanzada al éter, ahora humildemente reconstruida y relanzada nuevamente.

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