lunes, 4 de noviembre de 2013

Castro Barros y la Universidad Nacional de Córdoba

Por Juan “Alilo” Ortiz - La UNC continúa celebrando sus primeros 400 años de existencia. Una institución educativa de suma importancia para La Rioja, pues hasta no hace muchos años fue el lugar casi obligado para los riojanos que deseaban realizar estudios superiores y obtener un título universitario que los habilitase para servir mejor a la sociedad. ¡Cuántos profesionales que hoy desarrollan su actividad en La Rioja dicen con orgullo “yo estudié en la UNC”.

Pues bien, desde su humilde solar natal en Chuquis, hoy museo, deseo homenajear a CASTRO BARROS, el único riojano que lo hizo en las tres condiciones de estudiante, profesor y rector.

Según consta en el archivo del entonces Convictorio o pensionado, hoy Colegio Monserrat, en 1794 y por gestiones del rector Salivan, sacerdote franciscano, el gobernador le otorga una beca para continuar sus estudios “atenta su pobreza suma y su sobresaliente habilidad”.

Lo más notable de aquel registro es que posteriormente alguien anotó “Salió el 16 de julio de 1800 graduado de doctor” en teología, como diciendo no fue un gasto sino una inversión. Para esto, ya se había recibido de maestro en artes y licenciado en filosofía. De esta capacidad intelectual, su condiscípulo José Allende da testimonio en 1838: “Desde su juventud, su persona se destacó y fue objeto de admiración no sólo para sus compañeros sino también para los profesores que observaban en él un prodigio de aptitudes que los llevaba a intuir el porvenir de un gran hombre … Probablemente hoy no hay otro hombre semejante a él en la República Argentina”. También consta que posteriormente obtuvo el título de bachiller en derecho civil.

Además de alumno, consta que Castro Barros fue profesor de latín y filosofía en la universidad y en el seminario, actividades desarrolladas entre 1801 y 1810 mientras ejercía el ministerio sacerdotal en la iglesia matriz de La Rioja, donde también ejercía la docencia.

Valga como dato sus gestiones para que el virrey ordenase la apertura de una escuela de primeras letras y gramática, y una cátedra de artes.

Por último, Castro Barros fue tres veces rector de la universidad, entre 1825 y 1828, constituyéndose así en el único riojano que llegó a tal cargo en los 400 años de dicha Alta Casa de Estudios.

Entre los aportes que hizo desde el rectorado, bueno es resaltar la instalación de las escuelas “lancasterianas” y la instalación de una imprenta. Las primeras consistían en preparar a gente de buena voluntad que, sin llegar a ser maestros, enseñaran a leer y escribir. La segunda vino a suplir la que los cordobeses perdieron cuando los jesuitas fueron expulsados de América.

La imprenta fue un instrumento muy útil para dotar de libros a los alumnos y también para difundir las ideas que Castro Barros entendía eran necesarias para la construcción de la naciente patria. Encontré varios libros impresos con ese propósito, por ejemplo el mensaje del delegado papal Juan Muzi, cuando intentábamos restablecer nuestras relaciones con Roma. “A la imprenta de Córdoba le ha tocado la desgracia de imprimir una Carta Apologética de este prelado dirigida a los chilenos y anotada por una mano ajena, pero bien conocida por sus producciones y principios”, dice el periódico opositor “El Argos” de Buenos Aires.

Nota: Juan “Alilo” Ortiz  es Encargado ad honorem – Museo de Castro Barros

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