martes, 3 de septiembre de 2013

FLUCTUACIONES

Por Félix R. Guerrero - Democracia no es solo la ausencia de dictaduras militares o dictadores civiles en el gobierno. Democracia es la presencia de un pueblo ejerciendo plenamente sus derechos ciudadanos. Eso ya se sabe. Empero, debería asumirse. Pero no se asumen ni se ejercen los derechos ciudadanos.

Octubre nos reta, nos tira el guante en la cara, y nos duele porque no estamos preparados. Nunca nos encuentran preparados las Elecciones, esa instancia que nos sabe siempre a derrota. No importa  si estamos del lado de los que juntaron más votos o de los que juntaron pocos, poquísimos. Perdemos todos. Perdemos cuando entra un solo voto falso, comprado, marcado, importado, pierde la democracia por goleada. Pierde la inocencia, pierde la confianza. Pero no entra un solo voto ilegítimo. Entraron muchos. Siguen entrando y los dejamos hacer, sin un comentario, sin indignaciones, sin crispaciones, sin justa cólera.

“Cuando estuvimos desesperados, alguien contó la historia.
Hubo muchas anécdotas como ésta: ¿Quién
no tiene cosas horribles que contar? ¿Quién no tiene
su historia? Pero nadie supo qué decir, nadie supo
qué hacer, cuando alguien contó la historia”.

Democracia no es solo la ausencia de dictaduras militares o dictadores civiles en el gobierno. Democracia es la presencia de un pueblo ejerciendo plenamente sus derechos ciudadanos. Eso ya se sabe. Empero, debería asumirse. Pero no se asumen ni se ejercen los derechos ciudadanos.

La enajenación colectiva es cada vez más evidente. Ya es difícil encontrar mentes y espíritus verdaderamente críticos que sean opositores militantes contra la mentira y el engaño global, Ante  la  llamada  crisis de paradigmas de finales de  los ochenta. Pero esta fatalidad tiene que acabar.

Cuando se presenta un cambio de tiranuelos, el pueblo fluctúa entre los malos conocidos y los malos por conocerse.

Se viene un cambio, afirman entusiasmados los conservadores escondidos detrás las bambalinas, esperando su turno para la rapiña.

Acá en La Costa habrá cambios de cara dicen: se va un Marcelo camino a la legislatura pletórico de poder, y queda su homónimo de apellido comprometido siguiendo las tácticas de dominio que les enseñaron sus padrinos ex Presidente y Gobernador en decadencia. Ya sabemos cuáles son. Y quedaría un pequeño espacio intercelular en el que gérmenes patológicos del quintelismo y yomismo quieren abrirse camino, más otra esperanza de cambio radical sin radicalizaciones.

Ir a las elecciones, en estas circunstancias, es como ir a un campo desolado donde solo encontraremos cadáveres putrefactos. Sin embargo no todo está perdido: la solución está en nuestras manos.

Ese es el escenario político diagramado por el poder gubernamental actuante. Suena como irreversible, porque ellos quieren que sea así por su conveniencia y por su impuridad. Pero a la historia la construyen los pueblos con sus aciertos y errores y son los que tienen la última palabra si hay voluntad para ello.

Cada ciudadano responsable es portador de un arma formidable: su voto libre y consciente.

¡Qué fácil será el triunfo de la democracia y de la esperanza cuando todos  pongamos el corazón y el coraje en el acto eleccionario!

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