sábado, 7 de septiembre de 2013

El mismo rumbo para una marcha ciega

Luego de las PASO y con las aspiraciones de poder por las nubes, el panorama político continúa enrareciéndose cada día. Desde el oficialismo provincial, a pesar del enojo del gobernador, no acusan recibo de la derrota electoral y parecieran intensificar las prácticas históricas de corrupción, hoy sacadas a la luz más que nunca. Ahora, Beder Herrera quiere enmendar las conductas de las cuales él fue maestro.

A pesar del aumento de sueldo decretado días antes de las elecciones los empleados públicos y muchos riojanos decidieron decir que no a un gobierno carcomido por la ausencia de política pública, sumido en hechos aberrantes y groseros de corrupción y malversación de fondos  y convencido de que el rumbo tomado es el correcto, aún cuando La Rioja ha dicho un fuerte no en las elecciones. Ya es casi interminable la lista de tareas pendientes reclamadas por los ciudadanos de la provincia, lo que deja en evidencia la incapacidad de resolución efectiva de parte de la gestión gubernamental. Proyectos absurdos como los del Domo de 50 Millones no hacen más que poner en grado de efervescencia a un pueblo que vive muy lejos de lo que merece.

Si bien es cierto que los medios y las corporaciones opositoras hacen su buena tarea para demoler la imagen del gobierno, la realidad es cada vez más dura e inocultable a los ojos de la gente. Las administraciones nefastas generan las condiciones para que a los vacíos de poder se los apropie, no el mejor y el más conveniente, sino el más inteligente. La crisis al interior del bederismo es cada vez peor  y parece que ya nada puede evitar el desmadre de alianzas, tejidas sobre todo en base al manejo de los fondos. El peronismo funciona como una jauría de lobos donde a los heridos se los terminan comiendo los que vienen detrás.

De seguir con el mismo rumbo tomado hasta ahora, las elecciones del 27 de octubre, a pesar de no poner en juego cargos ejecutivos, pueden convertirse en un golpe fatal para el gobierno. Nadie da señales reales al pueblo, talvez porque no está entre sus prioridades o simplemente por incapacidad. Lo cierto es que los ciudadanos riojanos han demostrado estar decididos a castigar a un poder que perdió los canales de comunicación y de entendimiento hace rato. 

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