Por
Magalí Jiménez de PUENTE ALADO - La música tiene la virtud
de llevarnos a lugares y momentos, una pieza nos transporta a la niñez, a un
viejo amor, a los amigos. A veces un simple acorde acerca a ese ser querido que
está lejos o nos deja en el patio de la casa de la infancia. Nicolás Colacho
Brizuela, conocedor de ello, llevó su vida en su guitarra, a través de ella,
podía volver a su Rioja natal, o a su Buenos Aires querido, cuando su patria no
era el mejor escenario para hacer aquello que la vida le había asignado, la
música.
“Yo camino por el
mundo. Soy pobre. No tengo nada.
Sólo un corazón
templado, y una pasión: la guitarra”.
Atahualpa Yupanqui
A Colacho Brizuela se le
conoce por acompañar a Mercedes Sosa por casi dos décadas, juntos grabaron 27
discos y recorrieron el mundo. Pero su carrera no comenzó, ni terminó con ella,
a pesar de que estaban destinados a compartir la música y refugiarse en ella.
“La vida me llevó a tocar con Mercedes Sosa, toqué en el ´70 un par de veces
por el interior de Argentina, después nos dejamos de ver y en el ´76 volví con
Mercedes. Me fui quedando y empezamos a grabar, me quedé hasta el 80, en ese
lapso vivíamos los dos entre Madrid y Paris. En el ´82 retomamos la carrera
juntos y estuvimos 20 años ininterrumpidos”, recordó el guitarrista en esta
entrevista con Puente Alado.
Hoy su vida sigue por esa
senda, la de la música y según nos cuenta, piensa seguir transitando por ese
camino: “viví siempre de la música no puedo dejar la música es mi trabajo soy
un enamorado de la música, pero es un trabajo duro, el día que se me pase el
entusiasmo dejaré la música, para mi es la pasión y eso me llevó por todo el
mundo”.
Luego de Mercedes, su
carrera continuó más ligada a otros géneros como el tango, el jazz y alguna
chayita riojana, mixtura que puede apreciarse en Cuscais, el disco que grabó en
dúo con la artista francesa NinonValder, o en su CD de tango que gestó junto al
bandoneonista Rodolfo Medero.
Desde el 2011, su año se
reparte entre Francia, donde tiene su dúo junto a NinonValder y trabaja
brindando clínicas, y Buenos Aires, su hogar desde pequeño. Aunque también
guarda un lugar para su pago riojano, donde se reencuentra con su familia y
amigos, “siempre estuve muy ligado a La Rioja soy muy riojano, nunca perdí ni
mi acento, no hay que perder el chango que se lleva adentro, siempre tengo muy
presente a la provincia”,reconoce Colacho, que este año eligió volver a su Rioja
a chayar, haciendo honor a aquella obra de Miguel Dorado.
Quizás sea la chaya aquello
que le hace retornar a sus raíces aunque esté lejos, porque cada vez que puede,
evoca a La Rioja con su música. Un ejemplo de ello es su nuevo disco, que tiene
una maravillosa versión de la canción de José Jesús Oyola, “Adiós, Palomita
adiós”. Fue la chaya también, la que le recordó en su exilio que estaba lejos
de casa, “el desarraigo es duro, aquella vez que me vuelvo de Francia estábamos
muy bien con Mercedes, pero me volví porque era terrible, yo ya hacía doce años
que no vivía en La Rioja, pero nunca falté al carnaval por ejemplo”, recuerda
con nostalgia.
Foto:
Colacho Brizuela junto a Mercedes Sosa
Nota Gentileza de http://www.puentealado.com.ar/
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