La polémica entre objetividad y subjetividad se plantea a
diario a la hora de pensar las relaciones humanas, sobre todo cuando se
presentan en espacios de disputa de sentidos, medios de comunicación, por ejemplo.
El estudiante secundario, Francisco Salvadores, reflexiona al respecto con una
mirada crítica hacia el interior de la escuela.
“He
aquí una reflexión basada en hechos reales, y datos totalmente empíricos.
Nos
encontramos con la subjetividad, por ejemplo, cuando abrimos nuestros sentidos
a cualquier medio de comunicación, y, entonces, nos damos cuenta de cuán
necesaria es para conocer las distintas posturas, opiniones e intereses de
estos medios. Intelectualmente hablando, medios a veces independientes, a veces
monopólicos.
Esta
manera de expresar las cosas, está en todos lados, y es lo que hace necesaria
la aceptación de la diversidad de opiniones, la pluralidad.
Pero una
cosa es mostrar una postura, y otra cosa es inculcarla.
Hablando
objetivamente:
De todos
los ámbitos donde alguien podría inculcar una postura, tal vez el más accesible
sea la escuela. Y tal vez el más indicado para hacerlo sea un profesor. Y tal
vez los más moldeables sean los alumnos.
Ahora
hablando subjetivamente:
De todos
los ámbitos dónde alguien puede, aprovechándose de su autoridad, pararse
enfrente de un grupo de alumnos y enseñar como la única verdad una postura, es
la escuela. El más indicado para hacerlo es un profesor. El blanco perfecto
para aprenderlo, dado su entendimiento como obligación al hecho de escuchar lo
que un profesor dice, y a no discutir demasiado, son los alumnos.
No es que
esté tratando de demostrar la existencia de un plan macabro de lavado de
cerebros, solamente estoy tratando de mostrar una realidad, que como alumno
vivo todos los días. Realidad en la cual los profesores llegan a creer que
llevan la verdad al curso dónde se desarrollará su clase, y, cuándo se da la
oportunidad de meter un tema socio-político-económico que naturalmente genera
la diversidad de opiniones en una sociedad, lo enseñan como única verdad,
parecido a un cura dando la misa, el pilar de esa religión.
Aunque es
importante el hecho de mostrar las posturas por parte de los profesores ya que
contribuye a generar un pensamiento político y, por qué no, un espacio para
este fin, este sólo se producirá si hay debate, y a la clase vamos a aprender
sobre una materia, y como lo entienden muchos chicos, a aprender una postura.
Por
supuesto, los que ignoran el error no son todos, pero tampoco ninguno. Y me
refiero a todas las personas de la escuela.
Está claro
que al opinar la verdad no es una sola, y la mentira tampoco, pero a quienes
tienen el poder de enseñar, hay que aclararles que cada uno es dueño de creerse
la que le plazca.
Antes de
terminar, una perversa aclaración:
Quizás
nada pasará si sólo lo escribimos o leemos. Pero quizás sí pase algo si nos
hacemos responsables de la responsabilidad que adquirimos al ver artículos como
este, ya que se nos abren los ojos. En nosotros está si los cerramos para
atenuar el ardor, o si los dejamos lagrimear.
Imagen: Cara dentro de cara (http://www.zardoyas.com/)
¡Que regalo para los ojos leer un tratado de rebeldía juvenil, de esa que proviene del sudor del cerebro y no de un caprichito histérico!!! Quienes no creen en los jóvenes, aqui tienen una buena pared para estrellar sus soberbios morros. Este, señores, no es un cliente político, les aseguro!!!
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