Por
Félix Guerrero - La buena acogida de las autoridades
legislativas al petitorio por el presupuesto y aplicación de LEY DE FOMENTO COOPERATIVO
en la provincia, presentado por el sector cooperativo organizado en la Plaza 9
de Julio el pasado jueves, tiene implicancias muy comprometidas con la historia
del cooperativismo en La Rioja y en el país. Si de Economía Social se trata,
esta forma de producción solidaria tiene
más coherencia y futuro que las SAPEM.
La modesta muestra de productos
elaborados por personas en la exposición
de la plaza 9 de Julio que han optado por convicción y necesidad por la forma
de producción cooperativa, deja en evidencia la voluntad de trabajar sin ser
una carga para el Estado y sin
ambiciones desmedidas, y la esperanza de poner en marcha en nuestra provincia a
la única forma de producción capaz de salvar a la humanidad del desastre
económico mundial producido por el capitalismo.
Para ilustrar un poquito a
nuestros lectores sobre el tema, les cuento que desde
muy temprano en la historia de la humanidad los valores de solidaridad,
colectivismo y acción común han estado presentes en la organización económica
de las sociedades, aunque no es sino hasta el siglo 19 cuando con la
formulación de unos principios y una filosofía surge la doctrina del
cooperativismo. El cooperativismo es democrático y promueve el uso de la
propiedad sobre bases comunitarias y colectivas de servicio social y no personal.
La práctica del cooperativismo no es otra cosa que la práctica de la
igualdad, la justicia, ayuda mutua, esfuerzo propio, honestidad,
responsabilidad social, democracia, constructividad, sacrificio y
solidaridad. Las cooperativas han alcanzado grandes logros para la
sociedad.
“El
cooperativismo hizo su aparición en la Argentina en el último cuarto del siglo
pasado, iniciado por los inmigrantes europeos que arribaron a nuestras playas,
en nutridos contingentes, después de la Organización Nacional.
Desde el
punto de vista jurídico, en el movimiento cooperativo argentino pueden
considerarse dos etapas: una que va desde la aparición de los primeros ensayos
de cooperación económica hasta el año 1926, y otra desde ese año hasta la
actualidad.
El
régimen legal y de fomento de las cooperativas en la primera etapa es
lógicamente pobre: se reduce al con tenido de los artículos 392,393y 394 del
Código de Comercio. La segunda etapa corresponde al periodo en que las
cooperativas deben organizarse y funcionar de acuerdo con las disposiciones de
la ley nacional 11.388 que establecía los requisitos.”
Volviendo
al presente y a nuestra realidad riojana, sabemos que no es fácil encarar
proyectos cooperativos en nuestra provincia. Hay resistencias muy feroces,
tanto, que Monseñor Enrique Angelelli pagó muy caro el intento. El carácter
eminentemente social y por ende político de este sistema de producción, había
despertado la alarma de quienes estaban acostumbrados a crecer económicamente
en forma desmesurada, ultra egoísta y cerrada.
Si se
concreta en la provincia un empuje
fuerte y decisivo del cooperativismo, se
deberá sin duda a la incansable lucha del movimiento cooperativo provincial y a
que nuestras autoridades han comprendido la proyección mundial del
cooperativismo y han tenido la valentía de vencer a las viejas lepras del
empresariado depredador y parasitario.
Nosotros,
como medio de comunicación cooperativo, necesitamos con urgencia vital, creer
en ello, alentar y promover la comprensión y buena voluntad del Gobierno
Provincial y Nacional, pero guardamos la fe en el cajón del entusiasmo
moderado.
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