Por Alejandro Romero
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Quienes han transitado los barrios más
populares de nuestra ciudad habrán
podido observar murales con
rostros de jóvenes que perdieron su vida de manera abrupta. Hoy forman
parte de un paisaje urbano al cual no podemos serle indiferentes. Son vidas que
se fueron jóvenes, pérdidas que causaron mucho dolor, sin embargo ese dolor no ha impedido el ejercicio
de la memoria, sus familiares y amigos resisten el olvido y van un poco más
allá.
Es
una costumbre que se ha hecho visible en los últimos tiempos, triste para
algunos, pero con un peso emotivo que nos invita a la reflexión. El dolor de las familias y amigos no se queda
puertas adentro, sino que gana las
calles. Quizás sea ese dolor el que
explique estos murales que son como cicatrices que afloran tras las pérdidas
más dolorosas que se puedan padecer, pero no sería justo ver estas expresiones solo
como cicatrices de una juventud golpeada por los tiempos que vivimos,
estos murales son también una notoria voluntad de socializar el dolor y la memoria de lo que se ha perdido, es
innegablemente una forma de construir identidad
y eso es digno de destacar.
Cuando
salimos del centro los contrastes sociales se hacen notorios, la ciudad de los
naranjos nos muestra otra historia, difícil de aceptar, sin azares y con nuevos
elementos de la cultura popular riojana, tan profundos como uno quiera ver.
Esos rostro eran hijos, amigos, vecinos, los elementos vivos de nuestro
paisaje, hoy son memoria e identidad colectiva, son un vació que se quiere
completar, y el reflejo de una realidad que no quiere quedarse callada.
Bº Benjamín Rincón - Gastón Aliendro - En la foto su mamá |
Problemáticas
como el suicidio, las muertes en accidentes de tránsito, las muertes por malas
praxis, o por violencia institucional son la otra cara de esta realidad, la que
no vemos o recordamos porque son dolorosas.
El
suicidio golpea muy fuerte, sin embargo se insiste en explicar esta dolorosa
realidad por separado de la descomposición socio-económica de nuestro pueblo,
cuando sabemos que es inútil hablar de prevención sin reparar en las
condiciones de vida y las perspectivas que le ofrecemos a la juventud, y en La
Rioja no se hace mucho por mejorar esas
condiciones, tampoco se ha hecho mucho en lo que se refiere a la violencia institucional
ya que las causas de muerte que involucran a la policía no prosperan.
Lo
mismo con las muertes en accidentes de tránsito, cuyo conteo de victimas es más
objeto de morbo que de reflexión, una realidad que al parecer las estadísticas
se han encargado de deshumanizar. No son números los que mueren pero las
noticias no nos hablan de otra cosa, como si el record de muertes en accidentes
de tránsito explicara algo del fenómeno. No nos hablan de quien era Juan, ni
como era su vida, tampoco del dolor de sus padres, o de cuantos amigos tenía.
Las noticias sobre accidentes viales no van más allá del aspecto estadístico,
no suman mayor contenido humano a una cultura vial que está bastante hueca.
Existe una cultura de consumo de vehículos, pero no una cultura popular de cómo
cuidar nuestras vidas.
Leche - Bº Parque Sur |
Los
grafitis y murales forman parte de la cultura moderna desde hace mucho tiempo,
pero está claro que esto es otra cosa, estos chicos nos hablan desde la memoria
de sus seres queridos y deberían hacernos tomar conciencia de las heridas de
una sociedad como la nuestra. La sensación al verlos, más allá del impacto del dolor, es que
hay algo más nos quieren decir, la
pregunta que el tiempo quizás conteste
es: ¿seremos capaces de escucharlos?
Eduardo, “Puri” para
sus conocidos, un artista popular de nuestros días
No
sería justo finalizar estas reflexiones sin mencionar que estos murales, en su
gran mayoría son obra de un solo artista, no le gusta firmar sus obras, pero
su técnica es tan particular que no hace falta. Oriundo de San Juan, radicado
en La Rioja desde hace siete años
Eduardo, “Puri” para sus
conocidos, es el artista más convocado
para hacer los murales.
Quienes
lo buscan para pintar son por lo general de condición humilde, por lo que sus trabajos no cotizan como uno imagina que cotizan los de un artista
plástico, o un muralista. Su técnica con aerógrafo es prácticamente a mano
alzada, y al verlo trabajar valiéndose de las fotos que los familiares le confían, hace que parezca
sencillo. Con un mínimo boceto sus
retratos logran un realismo que le vale la admiración de muchos.
Dueño
de una personalidad extrovertida y burlona, resulta difícil distinguir cuando
esta bromeando y cuando hablando en serio,
por lo que resulta difícil descifrar sus verdaderos sentimientos
respecto al tema. Sabe que no es usual pintar retratos de personas muertas, sin
embargo eso no lo inhibe de aceptar los trabajos.
Su
obra no nace de una pretensión artística, sino por la práctica de un oficio que
le permite ganarse la vida. Eduardo es un virtuoso pero conserva su
humildad, algo indispensable para ser el artista popular que es, aunque ni el
aún lo reconozca, casi sin querer su oficio lo ha llevado a canalizar el
sentimiento de muchos y de los más humildes, y por eso debería tener su
reconocimiento.
Excelente la nota, un modo extraordinario de poner sobre el tapete aquello que, de tan visto, empieza a ser negado por la mirada. Soy de la provincia de San Luis, y en el último año he viajado seguido a esa Ciudad que hacía mucho no visitaba. Justamente lo que más me sorprendió hasta la emoción son esos murales, a los que yo mismo hice una serie de fotos, señalando el fenómeno como una nueva expresión de ir plantando una identidad enraizado en lo más profunde de lo popular, eso que ha sido una constante histórica y se mezcla con el dolor, como si fuese imposible dejar una impronta identitaria del campo popular que no esté ligada a la pena o al dolor. Esta nota, no es otra cosa que rastrear los nuevos símbolos que hablan de un tiempo político y social que no puede transcurrir sin llevarse consigo el precio altísimo que ofendan los más jóvenes. Felicitaciones.
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