Las
elecciones son una parte importante de la vida democrática, pero no el fin del
mundo. Para los convencidos del cambio, el 28 de octubre se seguirá trabajando
como todos los días, dándole camino a los sueños que a veces no entran dentro
de una urna, sino que requieren de un espacio y un tiempo mucho más vivificante
y comprometido.
Desde el año 2012 la provincia ha vivido
procesos de cambio social que ya dejan una marca. Las movilizaciones en contra de la
megaminería a cielo abierto fueron el principio de la debacle institucional de
un gobierno que no pudo encauzar la provincia en un proyecto democrático capaz
de contribuir a las mejoras de la población. En agosto del 2012, durante el
acampe quintelista, la oposición más diversa logró corroer aun más la
situación, hecho que no tuvo respuesta inteligente del gobierno. Por causas a
veces desconocidas el empuje de la movilización popular fue detenido por una
dirigencia que apostó al desgaste institucional y al trabajo de la conformación
de alianzas, esperando el escenario electoral de 2013. Juegos inteligentes que
le permitieron condensar la bronca popular que se expresó en el voto castigo a
los candidatos del gobernador. Con la primavera reciente implosionó uno de los
reductos autoritarios y depositarios de la ideología neoliberal más grande como
fue la UNLaR. Hecho
que sirvió para movilizar a grandes sectores de la sociedad, sobre todo la
clase media, en repudio a las perpetuidaes y, tal ves, como un fenómeno de
arrastre de aquellas participaciones masivas de 2012 que lograron la anulación
del contrato con la empresa Osisko.
En este lapso la gestión de Beder Herrera se
hundió más y más en sus prácticas políticas antipopulares, clientelares,
corruptas. El funcionamiento de estructuras elementales del estado, como el
sistema de salud, comenzaron a colapsar. El congelamiento real del salario
(contrapuesto a los aumentos virtuales) fue uno de los elementos más dañinos y
perjudiciales para los trabajadores y la economía provincial en su conjunto.
Aumentos decretados con soberbia, inconsultos, ignorantes de la dura realidad
provincial, no estuvieron ni siquiera a la altura de cubrir el crecimiento
inflacionario, provocando una pérdida progresiva del valor del salario. El
esquivo constante y necio de demandas lógicas como la sanción de una ley de
cooparticipación municipal fueron ahogando la iniciativa de una gestión que
perdió todos los días un poco de legitimidad, a pesar de haber conseguido el
67% de los votos hace apenas dos años. También se puede agregar que los poderes
Legislativo y Judicial se comportaron como un apéndice connivente de las
políticas impulsadas desde la
Casa de Gobierno.
Pero La Rioja no es una isla, por más discurso
federalista que levanten algunos candidatos. La gestión agraviante del gobierno
provincial se dio en un marco de crecimiento histórico de la economía y la
industria nacional. En Argentina se abrieron miles de fábricas, se construyeron
casi 2000 escuelas, por primera ves en la historia de una nación se juzgó y
condenó a los responsables de una dictadura, los indicadores sociales bajaron a
niveles históricos, derechos sociales exigidos durante los 90’ se transformaron en leyes y
la lista podría continuar por varias páginas. El fracaso de Beder Herrera es
una afrenta histórica a los argentinos que habitamos esta provincia por
negarnos la mayoría de estos avances en materia de justicia, distribución del
ingreso, crecimiento económico y bienestar social. Vueltos kirchneristas por
conveniencia, los miembros históricos del PJ riojano no comulgaron jamás con el
ideario del proyecto Nacional y Popular.
En sus planes jamás figuró una pizca de intención de poner la sociedad a
tono con los procesos ocurridos en el continente latinoamericano.
La gestión bederista concentró el poder
político en un grupo de personeros provenientes de los sectores sociales más
rancios y alejados del sentir popular. Provocó daños irreparables como el
desalojo de la Escuela Normal
para luego convertirla en un shoping. Puso en juego la soberanía al tratar de
entregar los recursos naturales a precio vil. Terminó de sepultar bajo los
escombros las leyes de promoción industrial poniendo en jaque el trabajo de
miles de obreros. Creó un modelo de desarrollo político empresarial SAPEM que
utiliza al estado como garante del capital privado para que solo se enriquezcan
un puñado de amigos. Y ningunió todo tipo de iniciativa tendiente al desarrollo
de la participación popular en la toma de decisiones. Casi la receta perfecta para provocar el
estallido social que puede sobrevenir en poco tiempo de no hacer cambios
sustanciales.
Así en muy resumidas cuentas se llega a las
elecciones. Con una ley electoral que permite la creación irresponsable de
partidos políticos sin programas ni ideología, con el único fin de ser un
mecanismo de acumulación de votos hacia el poder bajo la implementación de
prebendas y políticas clientelares a mansalva. Con una sociedad resentida por
años de problemáticas sin solución, aparateadas en forma grosera.
Es en este marco que fue posible la
articulación de diversos sectores de la oposición bajo una bandera a veces
difusa centrada principalmente en posiciones antibederistas y anti-K, poniendo
énfasis en un discurso detractor de la ignominiosa corrupción y proponiendo la
solución a los problemas sociales rescatando elementos de los sectores
políticos más reaccionarios de la política provincial. Medidas que apuntan a la
implementación de políticas de corte liberal, pero contando con mucho apoyo de
una sociedad cansada de vivir mal. Pudo también capitalizar efectivamente a
sectores del ambientalismo nacidos como expresiones de lucha social-ambiental
que dieron el paso a la vida partidaria. Pero notamos con mucha preocupación el
acercamiento de algunos de estos sectores a representantes de la derecha
pro-yanqui, como fueron las reuniones de Bordagaray, y ahora Quintela con el
intendente de Tigre, Sergio Massa. Una conformación que hace acordar a la
Alianza UCR-FREPASO quienes con un discurso anticorrupción pudieron ganarse la
simpatía de un país harto, pero que tomaron las medidas antipopulares que
terminaron con el Estado de Sitio y casi 40 muertos en diciembre de 2001. Sectores
hoy ensoberbecidos y convencidos de un apoyo popular incuestionable que usan
para fomentar el discurso de fin de ciclo, que pretende hacer retroceder el
país a los 90’.
Todas fuerzas políticas, tanto las radicales
como las peronistas antibederistas, que jamás se han caracterizado por la
claridad a la hora de proponer un proyecto de provincia sustancialmente
diferente al ejecutado por el PJ desde 1983. Con dirigentes envueltos en hechos
de corrupción, algunos emparentados antes con el gobernador, y otros
lamentables como la inspección a la finca del diputado Martínez en el año 2011
hecha por la AFIP y el Ministerio de Trabajo donde se comprobó la presencia de
menores de edad trabajando. El diputado radical nunca brindó explicaciones
concretas sobre el hecho y en estos momentos pareciera que nadie quiere
acordarse del hecho.
En la línea de largada de las Elecciones Legislativas 2013, acá en La
Costa, están el Frente Amplio de Renovación Popular Integrado por el
radiofónico Sergio Alanís, que otrora fuera integrante del equipo político
comunicacional de Del Moral, acompañado del prolijo profesor de E. Física,
Mario Mercado, que también fue funcionario del actual intendente y contendor;
Fuerza cívica Riojana, integrada por el Radical Diego Castro acompañado de la
novel Judith Nieto, nutridos por vertientes del intendente antiminero de
Famatina Bordogaray y del versátil Díaz Brizuela (Quintelista). El todopoderoso
Beder, puso dos Marcelos como candidatos-colectores en esta costeña contienda:
Marcelo Menem, de perfil populista-liberal-debutante acompañado de José
Reynoso, docente con ambiciones de algo mas y la otra lista cerrojo, compuesta
del adalid del Moral escoltado del debutante Fernando Delgado.
La lista-cerrojo Del Moral&Delgado, “pichicateada” por el poder
instalado y sus beneficios adicionales más votos cautivos y votos importados,
largará desde una posición ventajera; los otros candidatos, cuentan con el
descontento popular y la reacción de los indiferentes e indecisos mas el
desgaste procedente de la impunidad y el abuso de poder.
Podemos y debemos preguntarnos cuál es la
salida ante este panorama. Sin duda el trabajo coherente y responsable de todas
las fuerzas llamadas del campo popular, que cada vez parecieran atomizarse y
desparramarse en pequeños sectores, algunos lamentablemente tragados por los
grandes partidos tradicionales tanto de uno como de otro bando. La construcción
de una alternativa política que pueda representar algo superador de la política
actual parece haber sido abandonada por oportunismos de todo tipo. Creemos
que desde los grandes partidos
tradicionales no despuntará nunca el germen de una sociedad justa y
democrática. Mucho menos si los partidos y agrupaciones depositarios de cierta
coherencia histórica y trabajo militante terminan atrapados en las redes de
poder de las viejas estructuras.
Por estas razones desde el medio incitamos a
someter a juicio crítico todas las propuestas electorales. Elegir alternativas.
Y si no existen todavía, trabajar para crearlas. Desconfiaremos como ciudadanos
y como medio de comunicación mientras circulen rumores de la existencia de
acuerdos electorales entre las redes de poder. Acuerdos oficialismo-oposición
que de confirmarse dejarían a los dos bandos en una situación compartida de
desprecio por la participación popular, por el trabajo de las bases militantes
de sus propios partidos, por la democracia como sistema de gobierno.
Las elecciones son una parte importante de la
vida democrática, pero no el fin del mundo. Para los convencidos del cambio, el
28 de octubre se seguirá trabajando como todos los días, dándole camino a los
sueños que a veces no entran dentro de una urna, sino que requieren de un
espacio y un tiempo mucho más vivificante y comprometido.
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