Por
Félix Guerrero - Venido de un sueño insurrecto, ha dado en
trovar, el poeta costeño, hace un tiempo ya, y ha dejado su marca de rebeldía,
como marca territorial de perros, en las
paredes de muchos soñadores de grandezas efímeras. Ramón Cabello es su nombre
de guerra; Tincho para los vecinos de Anillaco y sus amigos.
Blasfemó de madrugada, con los iracundos cabellos en
vuelo, estos sacrílegos versos:
He molestado todos los sueños
los he violado alcoholizado
los infamé hablándoles de recuerdos
tuve que salir a recapitular
mareos y desilusiones.
A pedirle cuentas al aire
de su vital incandescencia en cuestiones de este tipo
yo llevaba hojas de laurel en los bolsillos
silbidos anónimos que se iban noche arriba
por las cunetas.
El profundo paisaje humano de los pueblos de La Costa
(departamento Castro Barros, para los amantes de los mapas), ha dado un prócer
broncíneo, exitosos políticos de facinerosa hechura, nobles cultores del teatro
costumbrista, bailarines de cuño vernáculo, cantores chayeros resucitados en
cada Febrero, tejedora de paisajes, tenaces cortadores de piedra, herreros
deslumbrados por el fuego, tranquilos criadores de cabras, agricultores de
terrenal estampa, estudiantes que escriben su historia colectivamente, una
nostalgia de trigales y un joven poeta de cabellera hirsuta y corazón rebelde.
Ramón Cabello es su nombre de guerra; Tincho para los
vecinos de Anillaco y sus amigos. Está anotado en el Registro Civil como Martin
de la Fuente.
Los años de neoliberalismo que recorrieron nuestro país
durante una década, la década menemista, a modo una tormenta de lluvia ácida
para la gran mayoría de los argentinos y como una lluvia de pesos-dólar para
sus amigos, dejaron también como signo de los tiempos que se vienen a un
aguerrido niño infructuosamente sobornado por el poder de turno. Ese niño, a
contrapelo de la sumisión instituida, se expresa por boca de los poetas como
Ramón Cabello.
Los sueños molestados por el poeta, son, sin lugar a
dudas, esos sueños fastidiosos, ilógicos, atemporales, desquiciados,
desesperantes, de los fieles consumidores de todo excremento proveniente de
nuestra sagrada sociedad de consumo instalada a mentira, sangre y fraude desde
hacen ya décadas.
Ejerciendo el noble derecho al pataleo, pero con arte,
esta poesía de, Ramón Cabello viene a remozar
la rebeldía y a ratificar nuestra fe en los jóvenes como constructores de
utopías.
Si querés conocer más sobre la poesía de Ramón Cabello:
http://apuntesdeloquehabiasido.blogspot.com.ar/
Si querés conocer más sobre la poesía de Ramón Cabello:
http://apuntesdeloquehabiasido.blogspot.com.ar/
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