viernes, 31 de octubre de 2014

Opinión: La invisibilidad de los abajo


Por Alejandro Romero* – Concitar la atención del Estado desde el llano siempre fue difícil,  más aún cuando lo que se requiere de él es el apoyo a las iniciativas de autogestión laboral.

La realidad y la historia nos muestra que es muy difícil desde la autogestión disputar la atención del estado, y en el mejor de los casos, es decir cuando se logra su atención las soluciones para estos se conciben de arriba para abajo. Lamentablemente las políticas de economía social se siguen cocinando en la superestructura del poder y los de abajo participan de manera subalterna. Quizás esta sea la respuesta más genérica para explicar porqué la cancha siempre esta tan cuesta arriba, sobre todo para las cooperativas surgidas desde la iniciativa popular; por ejemplo, porqué cuesta tanto conseguir una matrícula Cooperativa o financiamiento para el sector cuando se lo encara desde la autogestión y porqué se resuelve tan rápido cuando se la encara desde el Estado.   

Pruebas de esto pueden encontrarse en el camino recorrido por FERCOA, la  Federación  Riojana de Cooperativas Autogestionadas, y la  innumerable cantidad  dificultades a las que se  enfrentan a la hora de articular políticas con el Estado, tantas que sería ingenuo no pensar que existen más razones que explican esta suerte de ceguera selectiva.

Esta federación de cooperativas, de la cual LA BOCONA forma parte, planteó desde sus comienzos sostener acciones que hicieran visible su trabajo, a la sociedad en su conjunto pero también para  los actores del Estado responsables de contener al sector, pero está claro que  no solo se trata de hacerse visible.

Entonces en el camino nos damos, como cooperativas autogestionadas, que no solo disputamos espacio al sector del capital concentrado, sino que también se le disputa espacio  a un Estado que históricamente le concedió las garantías, incluso de las maneras más perversas. Esto no nos exime de  debilidades pues asumirse como trabajadores autogestionados implica desandar la lógica del trabajador asalariado, algo nada sencillo de lograr, tampoco condena a todos aquellos que en este momento histórico abren desde sus lugares puertas del Estado  para los de abajo, pero sí explica la matriz ideológica y legal que inclina la cancha.

En nuestra provincia el mapa de esta situación es más que visible, mientras a la obra pública y los emprendimientos productivos lo capitalizan empresas cuyos dueños se vinculan a los apellidos de la clase política, los esfuerzos para la Economía Social apenas si alcanzan para carritos de pan casero, y a las cooperativas  autogestionadas  se las excluye del presupuesto y se les niega la plena vigencia de sus derechos.
Anualmente son alrededor de 7 millones de pesos los que se les deja de aportar al sector cooperativo,  monto que les corresponde  por Coparticipación Federal y por Ley Provincial, sin embargo esto no encuentra su correlato en la Legislatura, pareciera que a la hora de armar el presupuesto el sector se vuelve invisible, lo mismo con la reglamentación de la Ley de Cooperativismo, sancionada  hace ya más de dos años, pero que duerme en algún cajón de la gobernación. 

Seguramente las claves para salir adelante no se las encontrará en la historia oficial, por el contrario estas permanecen en la historia resistencia del pueblo, y en la lucha solidaria de todos los sectores, en más organización y más poder popular, hasta lograr un estado a para todos, mientras tanto habrá que seguir andando nomas.

*Tesorero de la Cooperativa de Trabajo en Cultura y Comunicación LA BOCONA Ltda.

Imagen: Obra de Camila Carrión, “Tortillas”  (técnica mixta,  42,5 x 30)  de la muestra  “Colonia 423”

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