Por
Alejandro Romero* – Concitar la atención del Estado desde el
llano siempre fue difícil, más aún
cuando lo que se requiere de él es el apoyo a las iniciativas de autogestión
laboral.
La realidad y la historia
nos muestra que es muy difícil desde la autogestión disputar la atención del
estado, y en el mejor de los casos, es decir cuando se logra su atención las
soluciones para estos se conciben de arriba para abajo. Lamentablemente las
políticas de economía social se siguen cocinando en la superestructura del
poder y los de abajo participan de manera subalterna. Quizás esta sea la
respuesta más genérica para explicar porqué la cancha siempre esta tan cuesta
arriba, sobre todo para las cooperativas surgidas desde la iniciativa popular; por
ejemplo, porqué cuesta tanto conseguir una matrícula Cooperativa o
financiamiento para el sector cuando se lo encara desde la autogestión y porqué
se resuelve tan rápido cuando se la encara desde el Estado.
Pruebas de esto pueden
encontrarse en el camino recorrido por FERCOA, la Federación
Riojana de Cooperativas Autogestionadas, y la innumerable cantidad dificultades a las que se enfrentan a la hora de articular políticas con
el Estado, tantas que sería ingenuo no pensar que existen más razones que explican
esta suerte de ceguera selectiva.
Esta federación de
cooperativas, de la cual LA BOCONA forma
parte, planteó desde sus comienzos sostener acciones que hicieran visible su
trabajo, a la sociedad en su conjunto pero también para los actores del Estado responsables de
contener al sector, pero está claro que
no solo se trata de hacerse visible.
Entonces en el camino nos
damos, como cooperativas autogestionadas, que no solo disputamos espacio al
sector del capital concentrado, sino que también se le disputa espacio a un Estado que históricamente le concedió las
garantías, incluso de las maneras más perversas. Esto no nos exime de debilidades pues asumirse como trabajadores
autogestionados implica desandar la lógica del trabajador asalariado, algo nada
sencillo de lograr, tampoco condena a todos aquellos que en este momento
histórico abren desde sus lugares puertas del Estado para los de abajo, pero sí explica la matriz
ideológica y legal que inclina la cancha.
En nuestra provincia el mapa
de esta situación es más que visible, mientras a la obra pública y los
emprendimientos productivos lo capitalizan empresas cuyos dueños se vinculan a
los apellidos de la clase política, los esfuerzos para la Economía Social
apenas si alcanzan para carritos de pan casero, y a las cooperativas autogestionadas se las excluye del presupuesto y se les niega
la plena vigencia de sus derechos.
Anualmente son alrededor de
7 millones de pesos los que se les deja de aportar al sector cooperativo, monto que les corresponde por Coparticipación Federal y por Ley
Provincial, sin embargo esto no encuentra su correlato en la Legislatura,
pareciera que a la hora de armar el presupuesto el sector se vuelve invisible,
lo mismo con la reglamentación de la Ley de Cooperativismo, sancionada hace ya más de dos años, pero que duerme en
algún cajón de la gobernación.
Seguramente las claves para
salir adelante no se las encontrará en la historia oficial, por el contrario estas
permanecen en la historia resistencia del pueblo, y en la lucha solidaria de
todos los sectores, en más organización y más poder popular, hasta lograr un
estado a para todos, mientras tanto habrá que seguir andando nomas.
*Tesorero
de la Cooperativa de Trabajo en Cultura y Comunicación LA BOCONA Ltda.
Imagen:
Obra de Camila Carrión, “Tortillas”
(técnica mixta, 42,5 x 30) de la muestra
“Colonia 423”
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