La
enorme mole de listas colectoras para los estamentos a diputados provinciales
habla de la consolidación del sistema electoral ideado por el gobernador hace
un par de años, sistema que garantiza la preeminencia de la mayoría del PJ en
la cámara de diputados, oculta detrás de la diversidad de los llamados partidos
departamentales.
La decisión de la mayoría de las fuerzas
políticas provinciales y nacionales de aceptación de las reglas del juego
legitima el armado hecho por Beder Herrera para supuestamente democratizar la
cámara, anulando la mazista Ley de Lemas.
Desde la oposición radical y desde algunas
fuerzas del campo popular la aceptación de las colectoras parece suplirse
armando la mayor cantidad de listas posibles para contrarrestar las casi diez
bederistas, solo en Capital.
El sistema de colectoras está pensado desde
la lógica del poder, razón por la cual, a pesar de que la oposición radical
fraccionada junto a bloques unipersonales, posean representación, siempre
terminaron jugando a favor del bloque justicialista. Decenas de partidos
departamentales que no son otra cosa que ramas del tronco peronista simulan un
juego donde el más grande se fracciona para dar la ilusión de diversidad democrática.
Para finalmente, obtenida la representación, actuar como un solo bloque.
El mal humor social puede jugar en contra
esta vez, pero en número y estructura las colectoras bederistas triplican en
número a las restantes.
Las candidaturas testimoniales son otra forma
de estafar la representación democrática al mismo tiempo que contribuyen a la
estrategia de perpetuidad de dirigentes y familias en el poder. La carencia de
una renovación dirigencial en la militancia justicialista, corrompida por el
mal manejo turbio de la cosa pública, el oportunismo y la falta de ideales hace
que viejos personeros y guardianes del poder tengan que afrontar candidaturas
que ocultan generalmente acuerdos políticos entre dirigentes, devolución de
favores y manejos de la democracia partidaria de espaldas a sus propios
afiliados y militantes.
De todos modos la lógica de este sistema
electoral es armar una cámara de diputados con participación de la oposición
nucleada en los distintos sectores de la
UCR , fraccionada y seguramente funcional a las leyes
estructurales de funcionamiento de la provincia. Esquema que deja afuera a las
minorías que no integran el bipartidismo o que por necesidad de
visibilizarse u oportunismo se adosan a
las colectoras de los grandes partidos tradicionales en calidad de socios
menores.
Otra desventaja para la alternativa
eleccionaria es la estructura electoral de la provincia. Al no ser La Rioja un distrito único
permite que la representatividad esté marcada por una fuerte territorialidad,
enarbolada por líderes locales, de departamentos chicos y grandes, donde todos hacen
valer el representante de su distrito, aún con menos votos de candidatos
perdedores más votados de otros departamentos. Por ejemplo: el diputado del
departamento Castro Barros accede a una banca a veces con menos de un tercio de
los votos de un candidato por el
departamento Chilecito que por el sistema D’Hondt no logra ingresar. Si este
sistema se implementara en la provincia como distrito único las minorías
políticas podrían acceder a varias bancas en la legislatura.
El sistema de listas colectoras está
instalado y naturalizado en el imaginario político de las fuerzas riojanas.
Competir con el mismo sin cuestionarlo es un fuerte respaldo a los mecanismos
oscuros y antidemocráticos planteados por el gobernador y se sector del Partido
Justicialista.
Lamentablemente la decisión de las fuerzas
opositoras, desde la izquierda a la derecha, se orienta hacia la competencia
electoral aceptando las reglas del juego del sistema. ¿Existe alguna forma de
cambiar esta realidad, aun con los tres poderes comprados por el gobierno?
Seguramente hay muchas, que implican un replanteo de muchas prácticas
relacionadas con el trabajo territorial, la movilización popular, la militancia
diaria para construir opciones electorales desde abajo, con poder popular. La
movilización popular ha parado la política megaminera en la provincia. Y pudo
haber hecho tambalear la institucionalidad decadente del gobierno de Beder
Herrera si el acampe quintelista hubiera confiado en ella en 2012. Sin amplios
sectores del pueblo movilizados y con mecanismos de debate vinculantes al
interior de los partidos políticos será muy difícil. Los cambios seguirán
proviniendo de acuerdos entre estructuras o dirigentes para hacer continuar la
máxima del ideario gatopardista: “Cambiar para que nada cambie”.
Imagen: riojalibre.com.ar
No hay comentarios:
Publicar un comentario