La
megaminería y la política en La
Rioja se han trenzado en una batalla a muerte. ¿Luchar por el
ambiente supone no intervenir en la política partidaria? Así lo afirma el
documento publicado por un sector de la Asamblea Ambientalista
de Capital. Complejidades y recovecos de un tema que marca el día a día de
todos los riojanos.
Una de las realidades es francamente
inocultable: la presidenta junto al núcleo duro del kirchnerismo son megamineros.
No puede dudarse de una continuidad neoliberal en el tema, salvo las restricciones
de materiales importados por las empresas y los controles de cambio que las
obligan a liquidar en el mercado local todas las divisas generadas por
exportaciones. Pero la ley de Inversiones Mineras 24.196/93 sigue intacta,
acaso una de las leyes del neoliberalismo más ignominiosas y degradantes con la
soberanía nacional. Desde que este modelo minero se implementa en el país miles
de millones de dólares se han fugado al exterior, dejando una porción de mano
de obra que fácilmente puede reducirse a nada y el pasivo ambiental.
Verdaderamente un combo de impunidad.
A pesar de todo esto el gobierno nacional no
ha mostrado ningún interés en propiciar una discusión profunda sobre la minería
que incluye de antemano la discusión sobre la soberanía energética. Como sí lo
han hecho países como Irán, Venezuela, y la hoy tan golpeada Corea del Norte,
todos pagando el precio de haber alcanzado la soberanía energética. Mas allá de
algunos planteamientos (como por ejemplo el de un par de regionales del
Movimiento Evita) de comenzar a tratar el tema, el anillo más cerrado del
kirchnerismo se muestra, como mínimo, interesado en no tocar la legislación
actual.
Así pareciera muy fácil para algunos sectores
hacer caracterizaciones generales, mucho más tomar posición política nacional. Pero
si algo ha caracterizado a la argentina desde el 2008 es la complejidad
política, discursiva y mediática en la disputa por el poder real. En un
contexto así el maniqueísmo, el dogmatismo, el vanguardismo, no son posiciones
útiles para pensar y actuar sobre la realidad. El concepto de oposición se ha
complejizado y diversificado arrastrando en su incomprensión a muchos sectores
antes jugadores del campo popular como el trotskysmo, marchando junto a la SRA , CRA y ConInAgro durante
el debate por las retenciones móviles.
No cabe duda que el kirchnerismo cumplió la
función histórica de estabilizar el capitalismo en la Argentina luego de su
mayor crisis orgánica en el año 2001. Tarea que hasta el día de hoy ha
realizado con creces. Sólo que con un
agregado: la toma de medidas económicas reformistas que incluyen la
participación del estado como interventor del mercado económico. Esto junto a
otros gestos de tímida soberanía (control sobre YPF, reestatización de las
jubilaciones) y derrame sobre los sectores económicos más postergados (AUH,
aumento de las jubilaciones, crecimiento del empleo, aunque en negro). El
kirchnerismo no permite hablar de un cambio rotundo de modelo, pero sí de rupturas
y continuidades. Y rupturas que precisamente han dado en el blanco a los grupos
económicos monopólicos y a la oligarquía, tanto terrateniente, como industrial.
Ese poder oligáquico, vinculado a los
monopolios y a las transnacionales es el verdadero depositario y principal
luchador para que el neoliberalismo retorne con todas sus fuerzas. Tampoco le
importa la cuestión ambiental; el capitalismo depredador va camino de convertir
el planeta en un lugar arruinado e inhabitable. Esa oligarquía desconoce la democracia
e intenta todos los días acciones desestabilizadoras en pos de la libertad y el
pueblo. Es el gran peligro que asecha a Argentina y Latinoamérica.
Son
riojanos los que inventaron las leyes mineras vigentes. Una generación de
entreguistas formados en el apogeo del menemismo hoy reconvertidos en
kirchneristas. Tampoco cabe la menor duda de que entre sus negociados ocupa un
papel primordial la instalación de un modelo megaminero en la provincia. Dueños
del poder desde el regreso de la democracia en 1983, han ideado un mecanismo de
perpetuación basado fundamentalmente en políticas prebendarias sostenido por el
incesante envío de fondos desde la nación, acomodándose en disputas
intersectoriales garantes de la continuidad de sus proyectos y de la impunidad
de los excluidos del centro del poder.
La discusión por quién detenta la legitimidad
kirchnerista en la provincia puede convertirse por medio de la unidad en una
alternativa válida con miras a generar las bases de un proyecto de provincia,
inexistente hace décadas.
Solo que para llegar a un momento así las
organizaciones políticas y sociales opositoras y alternativas deben confluir en
una agenda de trabajo en común, con bases programáticas fruto de debates y sin
mezquindades.
Para todo esto es necesario la participación
política, la militancia de base, barrial tomando como herramienta a su forma
institucional cristalizada: el partido, el movimiento, la organización barrial,
la asamblea. Por eso llama la atención el documento publicado por un sector de
las asambleas ambientalistas de Capital, de fuerte contenido crítico hacia los
partidos políticos, entroncando con el discurso desestabilizador y destituyente
de la antipolítica, propalado con
mucho énfasis desde los medios masivos de comunicación corporativos. Es llamativo que en un momento en que el
gobierno de Beder Herrera atraviesa una profunda crisis, con un rechazo del
44,5% de la población se bastardee de esta forma la unidad y se privilegie el
vanguardismo autoproclamado que jamás ha conducido a ninguna victoria del campo
popular. El viejo e intencionado discurso de que la política es sucia y
patrimonio exclusivo de los delincuentes que gobiernan está pensado y hecho por
aquellos que no quieren la participación popular con vocación de poder, que
además han gobernado excluyendo cuidadosamente cualquier alternativa que
favorezca la organización de la población para resolver sus propias
necesidades.
Bastante apropiadas para reflejar el tema
unas palabras del periodista Eduardo Aliverti en su programa Marca de Radio del
sábado pasado: “en estos días se percibió otra vez ese tufo a que la política
es el arte de cagarnos la vida. Y tanto como puede serlo, resulta irrefutable
que, a la par, es exclusivamente la única posibilidad de arreglar todos los asuntos
públicos”. Para los nostálgicos del poder militar y para los maniqueos
radicalizados. Lamentablemente la política sigue siendo la principal herramienta
para transformar la realidad.
Foto: Beder Herrera y
Gioja, entre otros, junto a la Presidenta y Peter Munk, CEO de Barrik
Gold.
Compas queridxs, no vemos de qué modo se fortalecerá la lucha popular contra el extractivismo neocolonial, articulando con espacios que responden a la máxima defensora del Plan Megaminero y Nuclear: Cristina Kirchner.
ResponderEliminarEs absurdo "correr por derecha” a las asambleas que no articulan en esto, como si fuesemos aliadas de Mariano Grondona y la Sociedad Rural.
No estamos ciegos. No negamos los valiosos avances sociales, en derechos humanos y en integración latinoamericana de la gestión K y en otros múltiples aspectos.
Documentar y difundir estas graves contradicciones, es parte del trabajo dialéctico de Educación Popular.
No es “vanguardismo autoproclamado”!.
Es un análisis crítico sobre los límites de nuestra democracia formal.
Está siempre abierta la alternativa de consensuar hacia una acción posterior enmarcada en la política partidaria, que surja del propio consenso de la lucha social asamblearia.
Espacios partidarios nuevos. Claro, ésto sí que es más difícil.
Optar hoy por la autonomía, la horizontalidad y el apartidismo como instancia de inicio de ese camino, no es ser “desestabilizadores y aliados a la oligarquía”!.
Podemos disentir sin descalificar?. Con documentación.
La asamblea autónoma es un espacio totalmente legítimo de construcción política.
Una instancia.
Nos hubiera gustado que La Bocona publique nuestro documento completo junto a este muy buen artículo de respuesta para no dejar a los lectores con una sola campana.
Un abrazo grande.
Ramón.