Finalmente se debelaron las características del
mentado y preanunciado aumento para empleados públicos provinciales. Al anuncio lo hizo el Ministro Guerra, responsable
de la cartera de Hacienda del Ejecutivo Provincial "somos conscientes que
no cubre las expectativas", dijo.
El primer aumento salarial del año alcanza el 12%, el mismo es de
carácter remunerativo no bonificable a partir de los sueldos de abril para
empleados públicos de planta permanente y transitoria de los poderes Ejecutivo,
Legislativo y los municipios. El sueldo mínimo de bolsillo ascenderá a 3.388
pesos. En tanto, contratados y PIL recibirán una suma fija de 150 pesos como
incremento de haberes, mientras que los becados 100 pesos. La mayoría de los
gremios reclama un aumento del 30%.
El anuncio a cargo del Ministro
no alcanzo ni a rozar las expectativas de los empleados públicos, cuya gran
mayoría permanece al límite de la línea
de pobreza, mucho menos impacto tuvo sobre
el retraso salarial estructural, porque no es solo el producido en referencia a la inflación, que tiene un efecto desbastador
en el poder adquisitivo de los sueldos, sino el retraso político al que viene
siendo sometido el empleado publico, con el consentimiento a esto hay que
aclararlo, de todo los actores del gobierno, de esto no se salva nadie, ni los intendentes
ni diputados, que avalan con los ojos
cerrados todo acto del Gobierno. En ese sentido el anuncio no abrió ninguna esperanza para los trabajadores ni
despertó ningún debate hacia dentro del Gobierno.
La negativa a paritarias, instancia legal prevista para acordar los
salarios entre patrones, en este caso el gobierno, y los trabajadores, viene siendo negada y eso es una grabe distorsión, casi folklórica en el ideario gobernante de las ultimas
décadas, pero real y en crisis. Tal es así que el trato que se le da al salario
del empleado público no se diferencia en mucho las asignaciones arbitrarias de
programas o subsidios, lo cual es una distorsión
y una injusticia de larga data en
nuestra provincia.
A la crisis del empleado publico se la siente pero se la niega y
cualquiera entiende que esto es grave y que afecta a la mayoría, pero también
entran en juego otras voces, que no niegan esta realidad que sufre el
trabajador público, la de los sindicatos que se mantienen críticos ante esto, a diferencia de la burocracia
sindical que en el mejor de los casos es
conciliadora.
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