Por
Félix R. Guerrero - El chancho (cerdo, puerco, cochino, etc.), es
un animal que se caracteriza por no mirar nunca al cielo, ocupado en la tarea
de hacer chanchadas, es decir, en mezclar la comida con sus propios
excrementos. Su mayor ambición es, que todo el lugar que le rodea se convierta
en un gran chiquero. Hay muchos políticos que se le parecen.
Las comparaciones que puedan
hacerse entre la mayoría de los políticos de nuestro medio, con el desaseado
animalito, son injustas, ya que deja a los inocentes porcinos muy mal parados y
gravemente ofendidos. (llámase “políticos” a algunas personas, que en ejercicio
de funciones de gobierno, hacen chanchullos en beneficio de su porqueriza
particular a diferencia de aquellas personas que ejercen la política desde el
conocimiento, la honestidad y la dignidad humana).
Apelar a lo grotesco, es un
desesperado intento del que suscribe, urgido de
explicarse y explicar al que lee, este descomunal desmadre que estamos
padecimiento los costeños y riojanos en general.
Tanto del cerdo
Mediterraneus, como el cerdo Ferus o el
Stratosus, antes de ser domesticados o
“humanizados” vivían sus vidas salvajes al aire libre sin hacer chanchadas ni
dar malos ejemplos a los humanos ni provocar comparaciones odiosas a nadie,
porque en su continuo deambular no daban lugar a que sus excrementos se mezclen
con su comida y fermentasen.
La clase política actual que
padecemos, involucionó y perdió su condición humana desde que mezcló el
ejercicio de sus funciones que se le confiaron, atendiendo a sus bajos
instintos de acumulación sin sentido, mezclando soberbia, robo, con impunidad, ignorancia,
ambición, traición, obsecuencia y mentira. Agregado a esta mezcla sus
pestilentes excrementos, tenemos un chiquero nauseabundo, que los indecisos o
los que nunca ejercieron sus derechos ciudadanos, suelen llamarle éxito o
fatalidad (dependiendo del estado de ánimo que les afecte).
El cielo, ese lugar donde
habitan los ángeles, las musas, los ideales más puros y nobles, los seres
queridos que se han ido y las estrellas, siempre permanece en lo alto por más
que el mundo esté patas arriba. Para poder mirar una estrella con esperanzas,
es necesario levantar la cabeza de las pasiones groseras y de la miseria
humana; para descubrir la belleza, la alegría y el amor, es necesario llenarse
de poesía y sacar los pies del fango.
Quizás algún día los cerdos
levanten la cabeza y miren al cielo. Si eso sucede serán salvados todos los cerdos que desde que
fueron domesticados, se vieron obligados a vivir en una degradante porqueriza;
pero esta sub-raza de “políticos” que voluntariamente optaron por vivir en la mierda, no tienen
salvación.
buena informacion!
ResponderEliminarexcelente trabajo!
HELENA.