Desde el miércoles pasado la muerte del presidente bolivariano
conmociono a la prensa nacional e internacional apuntando todas sus miradas a
Venezuela. Esto hizo visible un mar de acompañamiento popular casi sin
precedentes en la historia de este país y el continente. Pero cómo se vivió el fenómeno
desde nuestra provincia, sorprendieron los homenajes forzados que nos llevan a
pensar lo lejos que esta el oficialismo provincial de representar la política
que corre por el continente, sencillamente estimamos, no cabe en su ideario.
Desde el miércoles pasado la muerte del presidente Chávez conmociono a
la prensa nacional e internacional apuntando
todas sus miradas a Venezuela. Esto hizo visible un fenómeno de
acompañamiento popular masivo, casi sin
precedentes en la historia de este país. Pudo verse en las pantallas de
televisión un pueblo en estado de
ebullición, un pueblo que se moviliza ante el dolor de la muerte, pero también que reafirma su voluntad y compromiso
de seguir en el camino que deja abierto Chávez.
Acongojados por la pérdida pero consientes del hecho histórico que
representa, pudimos ver un pueblo más politizado de lo que nos imaginábamos,
coherentemente decidido a continuar con un legado político de justicia social
y emancipación que la revolución
bolivariana propone, pero desde un lugar protagónico, y eso no se compra.
Constituyó también un hecho sin
precedentes ver al bloque de presidentes
progresistas latinoamericanos montar una guardia de honor en la capilla
ardiente, un reflejo o gesto quizás nunca visto en la historia de la
integración latinoamericana.
Les será difícil a los antichavistas defensores del libre mercado y el
neoliberalismo negar al Comandante Chávez ante la subjetividad popular, negar a
quien le dio sentido al legado de los
próceres y revolucionarios latinoamericanos, negar a uno de los más
contundentes impulsores de una segunda y definitiva independencia de los pueblos
que estamos al sur del río Bravo. Negarlo les será un trabajo duro.
La trascendencia de la noticia desencadenó homenajes a escala global. La
muerte del Comandante de la Revolución Bolivariana conmovió la militancia más
progresista de Latinoamérica y el mundo.
Aunque las condiciones en el que se desarrolla este proceso emancipación
continental nos son las mismas en todo Latinoamérica, simbólicamente o subjetivamente
el impulso hacia la independencia o hacia el anticolonialismo que estos líderes
le dieron al continente ya tiene ganado su lugar en la historia.
A contrapelo de todo esto marchan, lamentablemente, otras realidades,
realidades como las de nuestras provincias, o quizás del mundo entero, ancladas
en la vieja política y a los intereses minoritarios del capital, acá donde la política que se hace de arriba
para abajo, donde la especulación es el método, donde la participación popular
esta neutralizada por el clientelismo, donde un político para convocar necesita
comprar voluntades de punteros y jóvenes sin empleo, o apelar espectáculos con artistas
de convocatoria masiva, nos preguntamos si podremos salir del achatamiento, o
si podremos cambiar algún día.
La tarde noche del miércoles 6 de marzo, horas después del anuncio del
fallecimiento de Chávez, militantes políticos y sociales de nuestra capital se
convocaron casi de manera espontánea a la palaza 25 de Mayo, ese era el reflejo
de la militancia social, no éramos muchos, pero era espontáneo y legítimo como
homenaje, y tan grande era su significancia que no importaba, en nuestra
Provincia también se despido a Chávez.
La pregunta que me surgió en ese momento fue; ¿en que lugar de ese
proceso abierto en el continente estamos
nosotros?, una provincia como tantas de la Argentina profunda. Estamos como entrampados en
las marañas de la vieja política y las contradicciones de una nueva, una que
reivindica el liberalismo y otra que propone algo superador. Esa noche el único
legislador que se acercó a la plaza fue
el Diputado Pocho Brizuela, todos los demás eran representantes del campo
popular, sindicalistas, referentes de organizaciones de derechos humanos o
militantes de partidos políticos, como el Comunista.
Esto nos lleva a pensar lo lejos que esta el oficialismo provincial de
representar la política que corre por el continente, sencillamente no cabe en su
ideario. Quienes defienden el
liberalismo están lejos de querer cambiar el sistema de dominación que los
beneficia. Si lo pensamos bien queda claro que en La Rioja gobierna la oposición a estos vientos de cambio tan necesarios para
el pueblo.
Lamentablemente nuestra Provincia seguirá demorando su camino hasta que
nosotros como pueblo o como militantes sociales y políticos no entendamos que
el verdadero sentido del progreso no pasa por intereses personales, más bien pasa por los intereses colectivos y la
participación popular. Para esto es necesario romper con un sentido común que nos aprisiona
entre prejuicios e indiferencias y trabajar con humildad y compromiso. No queda
otra, trabajar con humildad es la única forma de romper con la cultura del
individualismo propagada por quienes nos quieren separados.
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