En medio de la crisis que afecta a los más de 65.000
empleados públicos en nuestra provincia, la
CGT local apañó la política salarial del gobierno.
Fue en la jornada del martes en
una reunión entre representantes de la
CGT y el Gobernador. La misma
se llevo a cabo en la residencia oficial
y también contemplaba la problemática del parque industrial, pero en definida
solo sirvió para avalar el retraso
salarial de la gran masa de trabajadores provinciales.
Esto además de hablar de la indiferencia del gobierno para con los
trabajadores del estado, algo que lamentablemente
ya no sorprende, habla al mismo tiempo de la decidía de quienes deberían velar
por sus intereses.
Para cualquier sindicato resultaría bochornoso tener que salir a decir
que los deja tranquilos una promesa de
aumento como ésta, dado el estado actual de los sueldos provinciales, pero a la
cúpula local de la CGT
esto parece no afectarle.
Salir de la residencia del gobernador avalando a pie juntillas el
retraso salarial, conformándose con un futuro aumento del cual se desconocen
precisiones y sin plantear la necesidad de paritarias, más que una vergüenza es un acto de deslealtad.
De paritarias ni hablar. Aunque es sabido que sin esta instancia será
imposible un ordenamiento salarial que contemple escalafones y blanqueo de las
sumas en negro, así como otras demandas históricas de los trabajadores
estatales.
En todo caso noticias como estas deberían hacernos reflexionar sobre el
modelo sindical al que deberían adherir los trabajadores públicos provinciales,
que tras varias décadas de ostracismo y
menosprecio por parte del gobierno, siguen siendo estafados por una burocracia
sindical que no los representa y que ha
demostrado incapacidad para pararse de frente y pelear por la dignidad de sus
trabajadores.
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