Hoy es 25 de marzo. Es viernes santo y está nublado y gris. Yo pude despertarme un poco mas tarde, después de jornadas intensas, por el día de la Memoria, por la Verdad y la Justicia. Llegué muy rendido físicamente, como a la una y pico de la madrugada y me dormí rápidamente, aunque tuve que interrumpir mi sueño, por el sonido estridente del teléfono celular cargándose en mi mesa de luz, a eso de las 5 de la mañana con el aviso de mi madre, que fuera a auxiliarlo a papá, que se había caído al volver del baño.
Raudamente y en chancletas me fui en el auto por calles vacías y húmedas. Levanté a papá, que estaba bien. Lo ayude a que se acostara y siendo ya como las seis de la mañana, recorrí con mucho sueño, el pasillo de casa, hasta la cocina, donde mamá, mas tranquila, sentada en camisón, en la presidencia de la vieja mesa familiar, leía el diario recién llegado.
La salude de lejos y me volví,con la premura de no mezquinarle al sueño y retomarlo rápidamente en mi casa,distante unas 10 cuadras de la de mis viejos.
En el camino,se me cruzó el recuerdo en imágenes de 40 años y 1 día atrás, cuando solo tenia 16 años. No eran las 6,eran las 7 y 15 de la mañana en aquel día,también gris y de llovizna,como hoy temprano.Yo hice el mismo y cotidiano camino. De mi pieza,en aquel tiempo,hoy la que habitan papá y mamá,entre dormido, con "modorra, como casi todos los días adolescentes para,de parado nomas y a las apuradas,tomar un trago de café y rumbear al Colegio Nacional.
Pero aquel día, de aquel año -24 de marzo de 1976- mi madre, como esta madrugada, en la presidencia de la mesa familiar, mi Padre, al costado izquierdo, donde hasta hoy se sienta, con los ojos de desvelo, me dijeron: hijo no te apures porque no hay clase. Y continuó mamá, muy de madrugada se produjo un golpe militar y a las 4 de la mañana llevaron presa a tu tía Nena.
Ella era y es mi tía, mi madrina de bautismo, mi profesora de castellano y literatura. Su marido, el tío Ariel,y sus hijos, mis primos, Puqui y Arielito, casi de mi misma edad, vivían allí, en casa de mi abuela Brígida, que aquel día había escuchado el timbre y atendido a la cuadrilla militar.
Yo, sin articular muchas palabras, impulsado nada mas que por el cariño familiar, saqué la bicicleta mini del garage, y bajo la tenue llovizna me fui hasta la casa de mis abuelos distante solo 2 cuadras de mi casa.
Dejé la bicicleta en el zaguán,de la antigua y angosta casa de los abuelos y palpé,en los rostros desencajados de mis parientes y en su preocupación inquieta y a la vez resignada y abatida,la tristeza,la bronca contenida y en aquel momento impotente,de un día grave y terriblemente gris.
La lluvia siguió intermitente en aquella jornada. Mientras averiguábamos de mi tía, donde estaba, con quién hablar, que puertas tocar, nos enterábamos de otros conocidos y amigos que habían corrido igual suerte:los del diario el independiente,muchachos de la juventud peronista,sindicalistas, poetas,docentes y pintores,cristianos,que trabajaban al impulso de los vientos evangélicos de Angelelli.
Así viví, hace 40 años y un día.
Hoy, como entonces, es otoño. Yo deje el adolescente de aquellos días. Tengo unas cuantas canas y unos pocos remedios en mi mesa de luz.
Trato y me esfuerzo, para que el remedio que nunca me falte, sea el de la Memoria, la Verdad y la Justicia.
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