En
el marco de un nuevo aniversario del asesinato de Wenceslao Pedernera, ocurrido
el 25 de julio de 1976, hoy a las 19:30 en la biblioteca Mariano Moreno, Rafael
Sifre presenta su libro en el que relata sus ocho años de trabajo junto a
Angelelli incluyendo su relación con Wenceslao a quien conoció en el movimiento
rural en Mendoza.
“Hacía años que me pedían
que lo escribiera, tuve insistencia de mucha gente y compañeros, recién cuando
me enfermo del corazón y tuve un año de licencia entonces me puse a escribir.
Me fui entusiasmando y hoy el libro ha tomado un vuelo que yo no me imaginaba.
Soy el primer sorprendido
con el libro y ahora me llamaron de España para que vaya a presentarlo”, afirmó
Rafael Sifre sobre su libro que tituló “Sin echar raíces, sigo caminando”,
editado por AMP (Asociación de Maestros y Profesores) y que ya fue presentado
en el Senado de la Nación.
El relato del texto comienza
en los primeros años de infancia en San Juan, donde Sifre nació en 1944 y sus
primeros pasos en el Movimiento Rural en Mendoza, y llega hasta los últimos
días que estuvo en Chepes, hace dos años. “Cuento mi llegada a Argentina cuando
me fui a la cordillera con los mapuches y donde viví cinco años, después los
obispos nos llaman y aceptamos capacitar gente como para llevar la organización
adelante y fue lo que pasó, se nos acercaron de todo el país”, relató Sifre,
que junto a Carlos Di Marco compartieron con Angelelli años de trabajo pastoral
en La Rioja.
Sifre recordó que estuvo
primero en la coordinación nacional, después en la latinoamericana, y en el
Consejo mundial, ya con experiencia en el movimiento campesino en los 70.
Precisó que “fueron diez años de estar en Chepes, me fui a Mendoza y me llaman para
los juicios de los sacerdotes y el de Angelelli. Yo en realidad me siento más
riojano que mendocino, vine a los 22 años acá y me formé acá, mis raíces fueron
acá”.
Consultado acerca de sus
reflexiones actuales sobre el legado que hoy se sigue transmitiendo, Sifre
respondió que “cada etapa de mi vida fue muy rica, tanto en España, después en
Centroamérica, con los aborígenes, cada etapa fue morir para volver a nacer
pero también fue sentir que estaba llamado para eso. Muchos me preguntan por
qué he seguido, con tanto sufrimiento”.
Y mencionó que “el médico
que ya me operó dos veces del corazón me preguntó ¿crees que valió la pena
tanto sacrificio y tanto andar para ver lo que tenemos hoy? Yo creo que sí
porque al llegar al atardecer de la vida es sentir que uno no vivió la vida
porque el aire es gratis, sino que tuvo un sentido. Creo que le ha dado un
sentido a la vida este pedazo de historia que me tocó trabajar, éste tenía que
ser mi aporte”.
Para Sifre, si bien es
cierto que la realidad que tenemos no es una joyita, también consideró que no
es lo mismo que en los años 70. “Hoy llegar a La Rioja y hablar de cooperativa
lo escucho de todo el mundo y es lo más normal, en aquella época era escuchar
el comunismo que avanzaba y el marxismo que se venía encima”.
Según el laico que dedicó su
vida al trabajo rural dijo que “la historia avanzó, caminó y en este momento
estamos en un cambio muy fuerte de época, no en época de cambio sino un cambio
de época, donde la historia va a dar un salto sin duda”.
Precisó que “está en crisis
la familia, la juventud, la iglesia, la religión, todo se nos mueve en este
momento y la historia siempre que dio un salto pasó esto”.
Agregó que “hoy escucho a
los jóvenes que no hablan de formar una familia, te dicen compartimos cama pero
no placard, cada uno es libre, hay otra concepción, nos guste o no nos guste,
nos choca bastante, pero cuando uno mira para atrás dice la historia se fue
haciendo así, oponerse es quedarse afuera”.
Wenceslao,
mi compadre
Para referirse a Wenceslao
Pedernera, Sifre recordó que “trabajábamos juntos en Mendoza en el Movimiento
Rural, él estuvo muy poco tiempo en La Rioja por eso nunca entendimos por qué
lo mataron”. Agregó que “con Carlos Di Marco trabajamos en Aminga, organizamos
Codetral, coordinamos la pastoral diocesana, había habido una militancia
nuestra, muy ingenua, habíamos descubierto el evangelio y nos parecía que todos
eran nuestros hermanos y era lindo que todo el mundo tuviera trabajo, salud y
educación y de repente nos viene una campaña de marxistas comunistas que no
entendíamos nada. Wenceslao ni siquiera llegó a hacer todo ese proceso”.
Recordó que a “Wenceslao lo
conocimos en Mendoza, es compadre mío, él era en ese momento un obrero que
había sido delegado de la finca Garganttini, lo conocimos en una capilla porque
tenía las tres hijas para la comunión, era papá, catequista con la mamá, y
empieza a ser parte del Movimiento Rural en Mendoza, que en aquella época era
asistencial, basada en documentos como Medellín y el Concilio Vaticano II y en
todos esos grandes cambios en la Iglesia, surgen los movimientos”.
Precisó que “la Acción
Católica que era la nuestra se va dividiendo en ramas como la JAC (Juventud
Agraria Católica), la JEC (Juventud Estudiantil Católica), la JOC (Juventud
Obrera Católica), la JIC (Juventud Independiente Católica), y la JUC (Juventud
Universitaria Católica). Son cinco grandes movimientos a nivel mundial que
pegan un salto muy fuerte de la asistencia a la promoción y en esa etapa es
cuando nosotros entramos al Movimiento Rural”.
“En la época en que se
estaba conformando Codetral recibo la carta de Wenceslao que quería venir a
trabajar, nosotros le dijimos que estábamos en una etapa de muchos problemas,
estábamos muy marcados, mejor esperar un tiempo y después venite le dijimos y
él contesta que no le importaba, que se venía”, recordó Sifre de la llegada de
Wenceslao A La Rioja.
Agregó que “justo cuando nos
destruyen la casa a nosotros, corren al obispo de Anillaco, nosotros éramos un
equipo de cinco en Aminga, todos juntos ahorramos y compramos un campo en
Vichigasta, ya el obispo no nos dejaba volver a Aminga porque nos iban a matar,
y los compañeros que fueron echando tuvieron ahí una fuente de trabajo.
Se hace la cooperativa y ahí
es cuando se viene Wenceslao, empezamos a hacer la casa juntos, a vivir ahí. Un
día el obispo nos hace salir de ahí porque corríamos peligro y Wences se va a
Sañogasta con el cura Andrés Serieye, que después volvió a Francia y nosotros
nos vinimos a La Quebrada”.
Un
obispo que entendiera
El laico también hizo
mención a su llegada a La Rioja, cuando tenía 22 años, “después de participar
en Uruguay en un encuentro con la metodología de Paulo Freire que nos tira
todas las estructuras, cuando vinimos de allá estoy en la Región Cuyo en el Movimiento
nacional y de ahí empezamos a buscar un obispo que pudiera entender estos
cambios profundos”. Estaban De Nevares en Neuquén, Angelelli acá y Caferatta en
San Luis.
“Yo me fui a hablar con De
Nevares y Carlos vino acá, después yo perdí porque vinimos primero acá. A los
seis meses que estábamos en Aminga nos ponen la bomba, Caritas nos pidió y
estábamos contentos, discutiendo con la gente si se parcelaba se beneficiaban
14 familias y si hacíamos una cooperativa se beneficiaba todo el pueblo”,
agregó.
“Podíamos crear nuevas
fuente de trabajo y de ahí empezó a salir que éramos comunistas apoyados por un
obispo rojo, resultado de eso fue una bomba en nuestra casa y al otro día nos
meten presos a Carlos y a mí porque decían que habíamos estado armando una
bomba en nuestra casa”, evocó Sifre.
Según Sifre esos hechos son
los que hicieron crecer a Codetral y a que en otras zonas se fueran organizando
a través de la pastoral diocesana. “Nos pide el obispo que empecemos a
capacitar toda la región, yo participaba en la coordinación a nivel nacional y
al poco tiempo la latinoamericana, que a ese nivel fueron ligas agrarias,
cooperativas, sindicatos, al poco tiempo fui delegado del equipo mundial y eso
me fue conformando y haciendo”, señaló.
Para finalizar Sifre
consideró que “seguíamos andando porque empezábamos a intuir que estábamos
llamados en este pedazo de historia a hacer lo que estábamos haciendo. La vida
tenía un sentido y en el caso nuestro cualquiera la llena de la manera que hay,
una madre que se pone a criar sus hijos y es tan o más sacrificado, yo les
agradezco a ellas que sigan sonriendo y criando a sus hijos a pesar de todo lo
que estén viviendo, y como cada uno, todos tenemos una misión que cumplir”.
“Me tocó la suerte de ser
muy amigo de Angelelli, él me hablaba de sus soledades, sus problemas, los
problemas en la diócesis, unos 15 días antes que nos secuestren, Angelelli me
dice ‘Rafael tenemos que prepararnos, se nos vienen momentos muy duros, muy
difíciles, acordáte que muchos de los que nos dicen que tenemos que hablar más,
que decir más, se van a meter debajo de la mesa y vamos a quedar muy solos. A
los días nos secuestran”, concluyó Sifre.
Dónde
adquirirlo
“El libro “Sin echar raíces,
sigo caminando” puede adquirirse en la sede del gremio AMP, responsable de la
edición, en Vélez Sársfield 337.
Fuente: El Independiente
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