Por
Juan Alilo Ortiz* - Hace 200 años, el 26 de julio de 1814,
fallecía doña Francisca Jerónima Barros y Aguilar, madre de Pedro Ignacio de
Castro Barros. El acontecimiento, basándonos en los documentos que poseemos,
permite realizar una serie de comentarios que pueden responder a otros tantos
interrogantes propios de la curiosidad.
• Consta en el documento que
murió "a la edad de 97 años". Ahora bien, si en 1814 tenía esa edad,
quiere decir que nació en 1717. Y aquí viene un dato curioso y polémico. Si
Pedro Ignacio nació en 1777, quiere decir que ella tenía 60 años de edad. ¡No
puede ser, a esa edad la mujer ya no es fértill!, sostienen los médicos. Acepto
que la medicina actual registre tal limitación. Sólo me animo a señalar que `el
chasis` (perdón por la expresión) de la mujer de ese tiempo era distinto del
actual.
Su régimen de comida estaba
basado fundamentalmente en el maíz y la algarroba; sus actividades diarias eran
tranquilas, regidas por la luz solar y sin tantos compromisos que producen
stress; las herramientas para su trabajo diario eran el hacha y el mortero, y
el medio de transporte más común eran los pies, razón por la cual no
necesitaban del moderno gimnasio para mantenerse en estado; etc. Por lo tanto,
tampoco es necesario recurrir al `milagro`, argumento utilizado por algunos
historiadores para explicar el fenómeno.
• El documento dice también
que fue enterrada en "El Colegio". Según averiguaciones, pudo haber
sido un edificio que perteneció a las Hermanas Esclavas del Sagrado Corazón de
Jesús y que estaba ubicado en la esquina de las actuales calles Santiago del
Estero y Pelagio B. Luna, más precisamente en donde está la Dirección General
de Odontología del Ministerio de Salud de la Provincia. Cuando el terremoto de
1894 lo derribó, las Hermanas lo reconstruyeron en el lugar actual, calle Bazán
y Bustos 933.
• Quien también se refiere a
Doña Francisca Jerónima es Sarmiento, al escribir en Chile la biografía de
Pedro Ignacio. "Su anciana madre vivía desde su alumbramiento afligida por
una enfermedad que la retuvo en su lecho durante 30 años hasta su muerte,
sobrevenida poco después de haber fundado (su hijo) en La Rioja un colegio, y
el joven doctor cuidó de su subsistencia extendiendo su solicitud hasta las
familias de sus deudos menesterosos".
• A la misma operación
matemática realizada con doña Francisca Jerónima la podemos hacer con don Pedro
Nolasco de Castro y Paz, su esposo. Falleció el 24 de marzo de 1788, "a la
edad de sesenta años y fue enterrado en Chuquis", en un cementerio que
había hacia el este del museo y que fue suplido por el actual en 1888. Quiere
decir que nació en 1728 y que por lo tanto tenía 11 años menos que su esposa.
Cuando nace Pedro Ignacio, en 1777, don Pedro Nolasco tenía 49 años de edad.
En el acta de defunción el
cura Juan Felipe Medina nos aporta otros datos, interesantes para conocer mejor
a este personaje. "Se confesó conmigo 18 de marzo [...] el 23 fue
confortado con la unción del santo óleo [...] y dio su alma al señor el día
24". Para meritar estos datos bastará con recordar que la sede parroquial
de la muy extensa parroquia estaba en San Blas de los Sauces, razón por la cual
el cura visitaba los pueblos por lo general una vez al año, para las fiestas
patronales; las de Chuquis fueron siempre en octubre, en honor a la patrona Virgen
del Rosario.
De allí la importancia que
tomaron estos actos de fe en la religiosidad del pueblo. Reforzando este dato,
debemos tener en cuenta también que a los casi 100 kilómetros hasta Chuquis el
cura los recorría montando un animal; yo llegué a conocer "el corral del
cura", donde los animales descansaban en espera del recambio. ¿Por qué
Medina estuvo en Chuquis entre el 18 y el 24 de marzo? Lo más lógico es pensar
en que se trataba de una persona muy importante.
• Aunque no hayamos
encontrado el documento, Pedro Ignacio se encargó de hablar sobre el origen de
su padre: "su ilustre nacimiento y noble linaje, de los pobladores y
conquistadores de Salta". ¿Qué hacía, en ese tiempo, un salteño en
Chuquis? A estar por datos colaterales, aportados por Eduardo Ortiz Sosa en su
libro "El leonero", el comercio de La Rioja con el norte argentino
era muy importante. Por eso no es descabellado pensar que uno de los grandes
negocios que hizo este salteño fue casarse con una riojana (¡¡¡)
• Tampoco hemos encontrado
el documento del casamiento de don Pedro Nolasco con doña Francisca Jerónima.
No obstante, hay un dato que puede auxiliarnos. Un hijo, de nombre José María,
es bautizado en 1759, lo que nos indicaría que para esa fecha ya estaban
casados.
• Es muy frecuente la
pregunta ¿qué significa ese “DE” antes del primer apellido y esa “Y” entre los
dos apellidos? “DE” Castro “Y” Barros, como suele aparecer en algunos
documentos. A la preposición “DE” solemos usarla todavía en nuestra actual
manera de hablar, cuando afirmamos que “ese niño es hijo DE Fulano”.
La conjunción copulativa “Y”
se dejó de usar, pero tenía su razón de ser. Era un recurso para advertir que
se conocía al padre y a la madre, porque usar un solo apellido se prestaba a
una sospecha: la madre no quiere delatar quién es el padre de la criatura. En
este caso, Pedro Ignacio es hijo “DE” don Pedro Nolasco Castro, “Y” también es
Barros como su madre.
• Por último, según
documento escrito por Pedro Ignacio, don Pedro Nolasco y doña Francisca
Jerónima tuvieron seis hijos “que lo son por orden de su edad: Francisca Justa,
José Domingo, Juan Basilio, Francisco Solano y Juan Vicente, DE CASTRO Y
BARROS”. Por lo tanto, Pedro Ignacio aparece como ‘shulco’ o último hijo. Pero
investigaciones posteriores arrojaron como resultado la existencia de dos hijos
más: un José y un José María, ya mencionado en el punto 5.
La explicación que dan
quienes se dedican a estos temas (la omisión cometida por Pedro Ignacio) es la
siguiente: se trataría de dos hijos fallecidos cuando eran muy bebés y con el
correr del tiempo olvidados en el conteo cotidiano. Eso nos pasa a nosotros los
Ortiz: sabemos que fuimos 10 hermanos, pero normalmente mencionamos solamente a
9, porque nuestra hermana ‘Chichita’ (Francisca Delmira) falleció cuando tenía
tan sólo unos pocos meses de vida.
• De estos hijos “Castro y Barros” encontré algunos datos, con los que podríamos escribir algunas ‘apostillas’. Francisca Justa se casó con Andrés Molina y Luis de Cabrera, del pueblo de Aminga, alcalde de 2º Voto y alférez real en la ciudad de La Rioja. Labraron testamento, que la viuda actualizó mediante un ‘codicilo’, cuyo original obra en el museo de Chuquis donado por Jalil Sufán. José Domingo se casó con Rosalía Granillo, pero no tuvieron hijos.
Juan Basilio de casó con
María Antonia Peñaloza, hermana de Esteban, y por lo tanto tía carnal del
Chacho Peñaloza. Entre sus descendientes (muchos viven en Chuquis) el más
conocido es el célebre aviador Vicente Almandos Almonacid. Francisco Solano se
casó con Josefa Almonacid y se fueron a vivir en la cordobesa ciudad de Villa
Dolores; uno de sus descendientes fue Uladislao Castellano, quien llegó a ser
arzobispo de Buenos Aires al terminar el 1800. Juan Vicente se casó con Cruz de
la Vega y, entre los muchos descendientes que viven en Chuquis, honrosamente yo
soy uno de ellos.
*Encargado
ad honorem del Museo Castro Barros
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