En
una noche como la que sucederá hoy, como hace 2013 años entre el último segundo
del día 24 de Diciembre y el primer segundo del día 25 de mismo mes, según el
relato bíblico un niño nacerá y será expuesto ante el mundo para
revolucionarlo.
«Mirad hecho hombre
al Creador del hombre para que mamase leche el que gobierna el mundo sideral,
para que tuviese hambre el pan, para que tuviera sed la fuente, y durmiese la
luz, y el camino se fatigase en el viaje, y la Verdad fuese acusada por falsos
testigos, y el juez de vivos y muertos fuera juzgado por juez mortal, y la
justicia, condenada por los injustos y la disciplina fuera azotada con látigos,
y el racimo de uvas fuera coronado de espinas, y el cimiento, colgado en el
madero; la virtud se enflaqueciera, la salud fuera herida, y muriese la misma
vida»
SAN AGUSTÍN
En una noche como la que
sucederá hoy, como hace 2013 años entre el último segundo del día 24 de
Diciembre y el primer segundo del día 25 de mismo mes, según el relato bíblico
un niño nacerá y será expuesto ante el mundo para revolucionarlo.
No se sabe si este
acontecimiento tuvo consecuencias en el orden de lo eterno y abstracto, es
decir en la morada de los inmortales, puesto que esta percepción tan solo tiene
asidero en la fe y tradición cristianas, pero sabemos que la inmolación del
niño-salvador predestinado a morir en la tortura y humillación va perdiendo su
significado liberador cada año, en el mundo occidental, aquí en el planeta
Tierra.
En las últimas recordaciones
navideñas, poco se ve de amor, conmiseración, maravilla, devoción, gratitud y
fe.
Desde la modernidad, a estos
tiempos, un señor jocoso, vestido con el uniforme de la coca-cola ha entrado en
la escena navideña desplazando paulatinamente al pequeño Cristo.
Este papá Noel soborna a los
niños con regalitos que cumplen eficientemente la misión de convertir a esa
fiesta religiosa en una orgía consumista. Ya no entra a los hogares por las
chimeneas, sino por el televisor, la computadora y otros medios audiovisuales.
Tal es su poder de convicción, que obliga a los grandes a consumir comidas,
postres y golosinas apropiadas para soportar temperaturas por debajo del grado
cero en estos pagos donde nos estamos asando vivos con temperaturas cercanas a
los cuarenta grados centígrados.
El poder mira con
desconfianza a este pichón de agitador, que en la medida en que crece en las
conciencias populares, se parece cada vez más al Che Guevara, a Angelelli o al
Pocho Lepratti, o viceversa.
En la mañana del día 25, se
verá al pueblo de Dios tendido bajo la sombra del triunfante Baco, con dolores
de cabeza, indigestiones, borracheras y otros trabajos similares, fruto de los
efectos del excesivo fervor religioso.
Los ateos del dios Baco, los
descreídos del dios dinero y los agua-fiestas de siempre, no sabremos que
pensar, que decir, que hacer.
Seguramente el calor
popular, las necesidades afectivas y la magia navideña, nos congreguen en esta
fiesta pagana, cuasi cristiana
históricamente marcada y socialmente aceptada.
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