Por Félix R. Guerrero
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Esta frase-título, verso de una canción, cobró la dimensión propia de las
verdades conmovedoras, eternas, de trama histórica, en la noche del 29 de
noviembre en este año en la Escuela Nº 270
“Belindo de la Fuente” de Anjullón. La inauguración de Murales
culturales, plástica Visual y música interpretada por alumnos de dicha escuela
y por la Orquesta infanto- juvenil del Ministerio de Educación de la provincia
“Maestro Montivero”, conformaron lo que se llamó “Fiesta Integral”.
Quienes
participamos como felices espectadores a este evento, hemos visto iluminarse a
nuestra historia con la luz de la cultura de nuestros pueblos. Portaban las
antorchas una miríada de artistas infantiles, amorosa y pacientemente
conducidos por sus profesoras de Artes Plásticas Sol Ximena Rondan y Julia
Brizuela. Los dibujos en diversas técnicas, temas y materiales tachonaron de
colores las paredes de la galería de la institución y desbordaron por los muros
exteriores que dan al patio.
La
nutrida concurrencia a este evento también desbordó todos los espacios de la
Escuela y eso puso en dificultades a los organizadores, quienes debieron hacer
proezas para contener a los niños, y albergar las expectativas del numeroso
público.
Me
comentaba la directora del Centro de Animación Socio Cultural del Departamento,
Virginia Hansen, que el teatrino del Centro, ubicado en Los Molinos, nacido de
una larga y dolorosa gestación, tampoco puede desde su inauguración
contener al entusiasta publico costeño,
que cada vez concurre en mayor número y entusiasmo a los eventos culturales.
Tampoco pudo contener ese entusiasmo la exposición del “CRILARTE” que fue
desbordado por ver actuar a “La Mestiza”, chicos y mayores del CRILAR, y
artistas-revelación de Anillaco.
Volvemos
a Anjullón, y acomodándonos como pudimos en el patio de la escuela en compañía
de los esposos Frescura y del Concejal Juan Pablo Mercado, nos preparamos para
emociones fuertes.
La
cultura de los pueblos (sus tradiciones folclóricas, su vestimenta, sus
costumbres cotidianas, su particular acento lingüístico, su exclusiva percepción del mundo) conforman su historia y
construyen su futuro.
Basta
mirar la arquitectura post-colonial de los pueblos costeños, para saber de la
destreza de sus albañiles, cortadores de piedra, artesanos. Si subimos un poco
por las laderas de las montañas veremos las terrazas de cultivos de los
aborígenes y descubrimos la rica herencia cultural precolombina, que ha
prefigurado a los diestros agricultores y criadores de ganado de nuestra
tierra, enriquecida posteriormente por la cultura española: olivos, vides,
nogales y diversos frutales.
El
reconocimiento por parte de la Institución escolar local, constituye un rescate
de la memoria colectiva y un homenaje póstumo para nuestros pro-hombres ya
fallecidos, un gesto afirmativo a los que están con vida y los que están
forjándose a fuerza de apasionada permanencia en el lugar.
Todos
estos signos llevan el sello del amor: a nuestra tierra, a nuestra cultura a
nuestra gente y a nuestra historia. Los artistas populares son los que atesoran
en sus oídos y garganta todos los
sonidos, hacen perdurar con sus manos todas las formas y colores; con letra
viva guardan todas las expresiones del pensamiento y de los sentimientos. Para
que perduren. Siempre.
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