Por Félix R. Guerrero
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La fotografía muestra un terreno de Anillaco, que hasta hace menos de un mes,
era un espacio libre, encrucijada de infinitas sendas y hábitat de especies
animales y vegetales. Llegaron las máquinas arrasadoras y se devoraron ese pedazo
de naturaleza en estado puro. La fiebre progresista que lleva como bandera “La
Costa Turística”, está devorando a ritmo acelerado el atractivo puro y natural
de este valle, y también se come su historia.
“La utilización sostenible de la tierra es un
requisito para hacer salir a miles de millones de personas de la pobreza,
facilitar la seguridad alimentaria y nutricional, y salvaguardar las
existencias de agua; además, constituye la piedra angular del desarrollo
sostenible.”
BAN
KI-MOON Secretario General de las Naciones Unidas
Cada
vez que nos suceden “Tiempos electorales”, algo se pierde irremediablemente.
Ciertamente no me refiero a los despilfarros de dinero en inútil propaganda o a
las erogaciones en concepto de dádivas, recompensas o importación de votos
foráneos. Me refiero, en este caso, a la pérdida de espacios públicos.
Este
fenómeno surge debido a la urgencia de “mostrar algo” tangible, contundente y
perdurable como las cicatrices en el
alma. Hay que mostrar algo que proporcione imagen de progreso, a modo de
anclaje para que el viento de la memoria colectiva, no se lleve a los fatuos
discursos prometedores.
La
fotografía muestra un terreno ubicado entre las calles Los Terebintos, Progreso
y Guada, del barrio Virgen del Valle, en la localidad de Anillaco, que hasta
hace menos de un mes, era un espacio libre, encrucijada de infinitas sendas y
hábitat de especies animales y vegetales. Llegaron las máquinas arrasadoras y
se devoraron ese pedazo de naturaleza en estado puro.
Cuando
los pueblos crecen por causas naturales, es decir por la reproducción de sus
habitantes, surge la natural necesidad de ampliar los espacios para la vivienda
humana; pero cuando “los políticos” de turno, en su afán de mostrar un falso
desarrollo con forzado crecimiento demográfico, abusan de ese patrimonio, y se
produce un grave desbalance de recursos naturales, es decir, se quiebra la
relación lógica entre crecimiento urbano y sustentabilidad del mismo.
Ya
el año pasado se registró una acusada crisis por falta de agua para consumo
humano en Anillaco, cuando destinaron dos bombas de la red para la “Villa de
los esturiones”.
Cuando
ese futuro barrio en el terreno de referencia esté construido y habitado,
demandará una importante cantidad de agua, pero de la quebrada seguirá bajando
la misma cantidad o menos, del precioso líquido.
La
fiebre progresista que lleva como bandera “La Costa Turística”, está devorando
a ritmo acelerado el atractivo puro y natural de este valle, y también se come
su historia.
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