El miércoles por la
mañana los vecinos de Chepes convocados en asamblea esperaban la presencia del
ministro de salud Juan Luna como principio de solución de la complicada
situación del hospital, síntoma de un sistema de salud corroído por años de
ausencia y políticas ineficientes. El funcionario no brindó ninguna solución de
fondo al grave problema que afecta a una población de más de 30.000 habitantes.
Quedó claro que la crisis abarca la forma en que la provincia piensa el sistema
de salud.
Una mañana fría transcurría en la ciudad de los llanos
riojanos. De a poco vecinos, empleados y gente solidaria se iban acercando a la
puerta del hospital, bajo la medida de toma simbólica. La fachada del mismo
estaba cubierta de pancartas y banderas con consignas como “defendemos nuestro
hospital” y “basta de derivaciones”. El padre Gonzalo Llorente hacía de
anfitrión para todos aquellos que comenzaban a ingresar al hall del nosocomio. Para
las diez de la mañana el ingreso del hospital estaba colmado por más de cien
personas que preparaban de modo asambleario las preguntas que le realizarían al
ministro.
Juan Luna Corzo llegó acompañado por el intendente Claudio
Saúl y su hermana, Cristina, diputada provincial. Escuchó los reclamos de boca
de los propios damnificados y luego prometió una serie de anuncios que no
respondían a los principales reclamos de la asamblea, como la presencia de
especialistas e infraestructura de manera urgente. Lo prometido por Luna fue:
la puesta en funcionamiento de la capacitación para reactivar el banco de sangre, la presencia de un cardiólogo un
día a la semana, la radicación de una psiquiatra en el mes de septiembre y la
reactivación del quirófano a fines de agosto. Como tratando de responsabilizar
a los médicos afirmó que se está ofreciendo un sueldo de $ 22.000 para todos
aquellos especialistas que quieran radicarse en la zona, pero aún así no
consigue seducir a nadie.
Durante la exposición del ministro varios vecinos
contestaban negativamente y con mucha indignación a las propuestas por
considerarlas “una bomba de humo”. El intendente y la diputada no abrieron la
boca durante el tiempo que duró la charla, algo más de una hora. Un poco más
calmados los ánimos los funcionarios pasaron a reunirse con representantes del
hospital y un grupo de gente designado por la asamblea. El ministro Luna firmó
el acta labrada por la secretaria de la asamblea y aceptó que el grupo
designado pueda monitorear el cumplimiento de lo prometido.
Ante la expresión impávida de Juan Luna la asamblea le
explicó la situación de la salud en
Chepes. Por su parte el ministro reconoció que la provincia no puede
cumplir con la demanda de profesionales y no explicó que estén haciendo nada al
respecto, salvo ofrecer un buen sueldo. Esto desnudó en boca del ministro la
falta de una política pública para la salud de los riojanos, demanda que por el
momento cubren las clínicas del sector privado, solo al alcance de quien pueda
pagarlas.
La movilización en la ciudad de Chepes deja en carne viva el
discurso oficial de una provincia que avanza hacia la inclusión. Sin soluciones
de fondo y sin una respuesta que muestre voluntad política de mejorar el
sistema de salud público, los ciudadanos chepeños esperan por medidas que
verdaderamente produzcan un cambio y un avance en materia de salud, derecho
inalienable del pueblo y obligación del estado.
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