Una empresa
monopólica, un servicio de remises a precios inalcanzables: aquí están
resumidas las posibilidades para viajar a La Rioja desde La
Costa. El derecho al transporte público es
tan importante como la salud, la educación y la seguridad. ¿Cómo viajábamos y
cómo viajamos los vecinos del departamento? Otra de las grandes deudas con la
comunidad.
Hasta 1994 para viajar a la capital se esperaba el
colectivo. Un coche semicama, con bodega y a un precio razonable. No era un
buen servicio: no tenían calefacción, atrasaban y de vez en cuando se rompían
en medio de la nada. Había que tener una gran paciencia hasta que pasara
alguien o hasta que arreglaran el micro. En poco tiempo se instalaron los
transportes diferenciales, combis adaptadas para el traslado de pasajeros.
Fueron novedosos. Uno los tomaba en la puerta de su casa y se bajaba donde
quería. La novedad duró hasta que la realidad se hizo presente en la
incomodidad de estos vehículos. Con el tiempo, poco, estas nuevas empresas
fueron eludiendo los costos de mantenimiento.
Los coches se deterioraron muy rápidamente y el servicio se volvió peor
que el de los destartalados colectivos de “El Cóndor”: comenzaron a
atrasar, se rompían a menudo, protagonizaron
accidentes que afortunadamente no provocaron muertes. A mediados de la década
pasada dejaron de ingresar a los barrios más alejados de la cuidad capital para
finalmente, dejar de ofrecer el servicio diferencial, manteniendo el mismo
precio, mucho antes de que una ordenanza municipal impidiera a estas empresas
ingresar al microcentro. Al mismo tiempo que creció la demanda los precios del
servicio aumentaron despiadadamente, sin ningún tipo de control de parte del
estado. Con la clausura del servicio de colectivos también se terminaron las
oportunidades de viajar de pueblo en pueblo o hasta la ciudad de Aimogasta.
Fue vox populi que
una de las empresas de combi, (InteRioja) hoy fuera de servicio, era propiedad
de un juez del TSJ, que impidió durante años la instalación de nuevas empresas
capaces de competir con un mejor servicio.
También por poco tiempo, hace menos años, los costeños gozamos de un
servicio diario de larga distancia (General Urquiza) hacia y desde la capital,
que paraba en la Terminal
de Anillaco, que, inaugurada en los 90’ ,
fue la única vez que funcionó para el fin con que había sido construida.
En estos casi 20 años de contar con servicio diferencial las
necesidades y el derecho a viajar, han sido vulnerados por las empresas
privadas y, sobre todo, por la desidia e incapacidad de los funcionarios
municipales. La mayoría no ha usado
nunca el servicio, lo que no los inhabilita para gestionar mejoras necesarias a
la dignidad del usuario costeño.
Actualmente, además de los problemas históricos, los precios son los que golpean los derechos
de los vecinos a un servicio digno de traslado a la capital. El servicio de
combis, empresa única, cuesta $35, y el servicio de remises $45. Son precios
inalcanzables para muchos costeños, que como sabemos, para acceder a servicios
de salud, seguridad social y al comercio es necesario viajar a la capital.
Pareciera que se han naturalizado las actuales condiciones
de servicio, donde todos los días vemos gente viajando en un banco de madera en
el pasillo, o llegando a su destino con las piernas acalambradas o una hora más
tarde de lo anunciado en el boleto. No hay agencias con horarios fijos de
atención, no hay tarifas diferenciadas para cada uno de los pueblos. Hasta
ahora los funcionarios hicieron la vista gorda ante esta realidad, que afecta a
todo el departamento.
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