El
pensamiento colonizado de las elites riojanas
y un
repaso por la historia económica de La Rioja.
Por José
Ernesto Schulman.
Especial
para La Bocona.
“No hay colonizado que no sueñe,
cuando menos
una vez al día, en instalarse en el
lugar del colono”
Frantz Fanon. 1968
La ciudad de La Rioja fue fundada
persiguiendo una ilusión. La misma que había traído a los españoles desde tan
lejos: encontrar el oro y los minerales preciosos que ya estaban saqueando del
Perú y de México. La plata que abundaba en el cercano Potosí y que Juan Ramírez
de Velazco buscaba en la región siguiendo los relatos que había escuchado de
los primeros habitantes de la tierra americana. El oro y la plata que Juan
Núñez de Prado había conocido, cuarenta años antes, cuando llegó hasta las
minas de Famatina; las mismas que buscaba Ramírez de Velazco cuando partió de
Santiago del Estero un 24 de marzo de 1591, y creyó encontrar cuando entró al
valle de Yacampis fundando la ciudad en el sitio equivocado pues su propósito había sido
levantarla cerca del cerro Famatina y no al pie del que más tarde llevaría su
nombre, que está vacío de “metales[1]

El genocidio fue tan brutal, que
para fines de siglo XVIII estaban prácticamente desaparecidas las antiguas
naciones indígenas de los Olongastas, los Capayanes y los admirables
Calchaquies, pueblos incorporados al Imperio Inca y por ello tributarios de sus
avances científicos y culturales. Juan Ramírez de Velazco había estimado en
1591 que los tres pueblos sumaban algo así como 32.000 aborígenes; y si sabemos
que para 1795 los negros esclavos (importados para reemplazarlos en las
tareas mineras, agrícolas y de servicio) ya superaban en número a los indios, y
que en 1820 el total de habitantes de La Rioja apenas superaba los 20.000 individuos de
los cuales solo 3.178 eran descendientes de los bravos calchaquíes, podremos
entonces comenzar a tener una idea del grado de crueldad y salvajismo con que
procedieron los colonialistas españoles con los primeros habitantes de estas
tierras, tan lejos del mito (justificador del colonialismo) de la cruz y la
espada.


Bien dice el investigador Oscar Páez
Oliva[4],
al analizar el mecanismo de funcionamiento del estado provincial desde
principios de siglo en adelante: La
creciente dependencia del Estado provincial y del modelo de sociedad que este
promovía en La Rioja
con fondos que provenían del Tesoro Nacional (en
los ‘70, solo el 8% del presupuesto correspondía a ingresos locales, en
1994 el porcentaje de recursos propios sobre los recursos totales apenas llegaba
al 15,8%, y todavía en el 2007 las cuentas de La Rioja dependían en un 94% de los aportes del
gobierno nacional. Alrededor del 75% de los riojanos subsistían gracias a un
sueldo del estado, nota
del autor) por que no estaban asegurados siempre, ni tenían regularidad
anual, iniciaba un mecanismo que se repetiría desde entonces no sólo en el caso
de La Rioja
sino también en otras provincias del interior: los viajes periódicos de
funcionarios provinciales, quienes con un uso en mayor o en menor grado de sus
influencias mendigan mayores presupuestos, sobre todo porque el Estado Nacional
sufre también crisis recurrentes. Así es como “el antiguo reducto del
federalismo agresivo había quedado convertido en una simple dependencia
administrativa del poder central. Dependencia
que se sostiene y consolida con la subordinación de las grande familias
riojanas a la oligarquía porteña, los partidos políticos, la Iglesia y los diarios
locales al mismo modelo de dominación y que hoy expresa el gobernador Beder
Herrera con sus dichos: “los riojanos somos como el hijo vago de la Nación ; que nos tienen que
estar permanentemente mandando plata porque nosotros tenemos nuestros recursos
pero como somos vagos o no queremos; no los explotamos y la responsabilidad de
hacerlo bien, seriamente y con compromiso, es nuestra como riojanos esa
responsabilidad” y aún más “todas las provincias han encontrado su rumbo
en distintas actividades”, Catamarca, San Juan con la minería; Santa Fe,
Córdoba y las provincias que forman la Pampa Húmeda con la producción, la soja y demás
cultivos, otras lo encontraron en el petróleo y ante esto, instó a que
“nosotros tenemos que encontrar nuestro destino”.[5] ¿Será el de la minería a cielo abierto
el “lugar en el mundo” de La
Rioja. ?. Puede ser que para las multinacionales de la
minería que acechan como buitres, y para los funcionarios que reciban la parte
del festín (que ahora reclaman aumentar), pero difícil que para el pueblo
riojano.
Hay algo que es cierto, desde la
derrota de Pozo de Vargas, y la completa sumisión al poder central y su
inserción subordinada en el sistema de producción capitalista, la provincia no
ha tenido un lugar muy claro ni relevante en los sucesivos modelos capitalistas
que sufrimos: el agro exportador, el de desarrollo del mercado interno y el
neoliberal. Hagamos un breve repaso.
En el proyecto de desarrollo
capitalista agro/exportador, vigente a principios de siglo, La Rioja no tenía asignado
ningún lugar importante. Hacia ella no irían los capitales extranjeros que
expandían los puertos, los ferrocarriles y los frigoríficos (complementarios de
la producción ganadera y las explotaciones agrícolas de la Pampa Húmeda ); hacia
ella tampoco se dirigirían las principales corrientes inmigratorias animadas
por proyectos colonizadores subvencionados por el Estado y los empresarios
extranjeros que transformarían la ciudad de Buenos Aires y la campiña de la Pampa Húmeda en
lugares densamente poblados. Llegarían solo algunas inversiones muy puntuales:
para construir el Cablecarril que conectaba el distrito minero La Mejicana con
Chilecito o para la construcción del ramal férreo desde Deán Funes (Córdoba)
también hasta Chilecito. Inversiones pensadas para hacer más rentable la
extracción del mineral de Famatina, que no tuvieron el efecto buscado y por
eso, prácticamente hacia 1908 cesó la explotación minera en la provincia. Acaso
la única función de La Rioja
en el modelo agro exportador fue la de aportar el quebracho y el algarrobo para
la extensión de las vías y el combustible de las locomotoras. Los obrajes
forestales tuvieron su apogeo entre 1912 y 1918 debido a la valorización de la
madera y los ínfimos salarios que se pagaba a los trabajadores. Sobre la tala
irracional de los bosques, sobrevino la erosión que alejó las lluvias, y sobre las
largas y sedientas huellas de la erosión siguieron circulando todavía un tiempo
más los trenes cargueros. Pero ahora traían agua para las llanuras resecas y se
llevaban riojanos fuera de la provincia. La rapiña de los ingleses trajo el
desierto a La Rioja
en las primeras décadas del siglo XX, ¿qué efectos traerá la rapiña minera en
el siglo XXI?
Mientras la parte “rica” del país
desarrolló industrias en procura de la sustitución de importaciones, ya sea
bajo el gobierno peronista o los intentos desarrollistas posteriores (Frondizi,
1958/62 y en parte Onganía/Krieguer Vasena, 1966/70), La Rioja había seguido en la
postración sumida por la derrota de los caudillos y la consolidación del
proyecto liberal de la
Generación del ´80. Instalada la idea-fuerza de que La Rioja es pobre desde siempre y por
naturaleza se fue gestando
una ideología típica del colonizado: las víctimas (el pueblo riojano) se
convierten, por mérito de este discurso, en el culpable de su propia miseria,
por lo cual debe “mendigar” al poder central un tratamiento especial. Digo, lo
que hoy repite con alardes de pensador original el gobernador riojano. En
1979, el gobernador/interventor puesto por la dictadura de Videla, el Comodoro
Llerena sancionó un decreto/ley, el 22.021 de promoción
industrial, que con retoques de distinto tipo se mantuvo vigente hasta
finales de los`90, teniendo su época de oro en el primer período del segundo
gobierno de Menem en la provincia (1983/ 1987).¿Cuál era la filosofía de la ley
22.021, que continuaba una anterior, la 17247 de otro interventor, Guillermo
Irribaren (1967/1971)? La misma con que el Cabildo de Catamarca pedía
trato extraordinario en 1692 para La
Rioja y Catamarca: por supuestas razones naturales y
desventajas geográficas (árida, montañosa, alejada de Buenos Aires y el
litoral): la región es pobre y
no tiene capacidad de superar ese estado de postración sin ayuda externa, decían, dando vuelta la historia:
la región fue empobrecida por obra de la intervención de la oligarquía porteña
y el capital extranjero. Empobrecimiento que perpetua la desigualdad interna
entre un puñado de familias oligarcas, dueñas de la tierra desde que los
españoles despojaran a los diaguitas, entregándoselas en encomiendas, que
lucran con la pobreza de la provincia. Esa es una peculiaridad de la burguesía
riojana: cuánto más pobre la provincia, más dádivas recoge y más dinero ingresa
a sus voraces bolsillos.

Es que entonces La Rioja tampoco tuvo lugar en
el modelo neoliberal gestionado por Menem? En principio, formalmente, es así, y
si revisamos los elementos fundantes del “modelo” económico de Menem, parecen
que son todas en contra de una provincia como La Rioja. Sin embargo es
obvio que las cosas en La Rioja
no han sido igual que en Formosa o en Salta durante esos años. La esencia del
sistema de conducción menemista lleva en sí mecanismos de corrupción, de
clientelismo político, de intercambio de favores y todo tipo de transas semisecretas,
semioficiales que han volcado sobre el territorio provincial una lluvia de
empleos nacionales, subsidios, jubilaciones de privilegio, extrañas inversiones
como la pista de Anillaco o los créditos de la curtiembre Yoma. Todo esto nos
lleva a proponer como tesis que La
Rioja ha tenido un lugar específico en el modelo menemista:
proporcionar una línea de cuadros que pudo pasar de las dimensiones pueblerinas
en su formación a la dirección de buena parte del aparato estatal nacional.
Esta línea de cuadros ha actuado como un distribuidor de beneficios (no importa
aquí si legales o ilegales), públicos y privados, que han disimulado para una
parte de la población la parálisis y la falta absoluta de ideas de sus
dirigente.
Fueron riojanos los autores de la creación de uno de los mecanismos más
perversos y entreguistas de la historia. Los hermanos Gioja en el Parlamento y
Carlos Maza desde la secretaría de Minería de la Nación. Beder
Herrera se formó con ellos y fue vicegoberandor cuando le tocó el turno de
gobernar la provincia a Maza. Las primeras leyes mineras se votaron en
1993. La más importante fue la de Inversiones Mineras Nº 24.196/93, que fijó el
marco general de las demás: las mineras gozan de estabilidad fiscal por 30
años; están exentas del pago de cualquier tipo de impuesto nacional, provincial
y municipal, al cheque y al gasoil; deducen de ganancias todas sus inversiones
e importan libremente insumos y bienes de capital. Como la tasa de ingresos no
les resultaba suficiente, José Luis Gioja impulsó la ley Nº 25.161/99, a fin de
deducir del 3 por ciento de regalías todos los costos operativos a partir de la
boca de mina: molienda, refinación, transporte y seguro hasta puerto de destino
y así las provincias comenzaron a recibir un mísero 1 al 1,5 por ciento. Sin
control público alguno y a simple declaración jurada, los megayacimientos
exportan sumas millonarias: Alumbrera produce al año 700.000 onzas de oro
y 190.000 toneladas de cobre que a valores de hoy son u$s 2000 millones
aproximadamente. Lo que les cuesta contestar a los Gioja es ¿por qué con tanta
riqueza las provincias mineras –igual que las petroleras– siguen en la pobreza
y están con déficit fiscales que las obligan a endeudarse? Recordemos que la
minería es el único sector de la producción que exporta sin obligación de
ingresar al país las divisas de sus ventas y son premiadas con reintegros del
Estado que van del 2,5 al 7,5 por ciento de sus exportaciones. El método es más
eficaz que el viejo colonialismo de Potosí porque ahora les pagamos para que se
lleven todo, con el agravante que la cultura de rapiña que se generó en la
época menemista consiente el saqueo de la minería a cielo abierto, contaminante
del medio ambiente y con baja demanda de empleo local[7].

Tiene razón el gobernador riojano: lo que está en juego es
el lugar de la provincia en la historia, del lado de la claudicación y la
entrega o de la ética, la lucha y la verdadera independencia nacional. El
pueblo riojano tiene la palabra. Los luchadores por los derechos humanos,
estamos a su lado.
[1] .Félix Luna, Planes para La Rioja colonial, citado por
Ricardo Mercado Luna en “La
Rioja de los hechos consumados”, pag.20
[2] testimonio del padre Manuel Núñez
recogido por Raúl Bazán en su Historia de La Rioja , pag.93 y citado por Ricardo Mercado Luna.
[3] escrito en 1970, a cien años de la
muerte de Felipe Varela, fue reeditado por la Asociación de Maestros
Primarios de La Rioja
en 1997, es un ensayo de inquietante actualidad sobre la historia de La Rioja
[4] “La economía de La Rioja y el impacto de la ley
22021” ,
citado en “La Rioja
que resiste”, datos ya consignados.
[7] sobre la base de un texto de Pagina
12 del 2 de enero de 2010; sobre los efectos contaminantes de la minería a
cielo abierto es lo que más se ha escrito, por lo que he preferido abordar
otros aspectos, acaso menos difundidos de la cuestión.
--
José Ernesto Schulman
José Ernesto Schulman
Secretario nacional de la
Liga Argentina por los Derechos del Hombre
Brillante articulo del escritor, historiador y militante , amigo de La Rioja, a la que de tanto en tanto visita, llevándose impresiones y material para un libro.
ResponderEliminarMuy buena la nota!! felicitaciones
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