Por Félix R. Guerrero. Son las 10:35 AM, y en esta pequeña isla del
mundo, y aun no ha llegado el tan esperado año 2014. El gallo de mi vecino que
me despertó puntualmente a las 05:00 AM y un mosquito trasnochado y persistente que me gritaba al oído, eran
las dos únicas señales de vida en esa hora y en este mundo.
No olvidé que ya habíamos
brindado por el flamante año, cruzando exactamente el límite horario que separa
un día de otro conforme a las convenciones horarias mundiales. Pero para un espécimen
como yo, nacido y criado en pueblos pequeños rodeado de gallos, vacas y pájaros
del monte, el día comienza cuando Aurora, la de los dedos rosados, me despierta
besando discretamente mis párpados cerrados. No nos conforman a nosotros,
animales montaraces, las reglas contra-natura.
Salí temprano a la calle
desierta y me dije que el 2013 se ha llevado quien sabe donde a todos mis
vecinos, transeúntes de rutinas consolidadas
y otros ocasionales madrugadores. Todo el júbilo fabricado por los
mercaderes de emociones, los deberes cotidianos y los bulliciosos de vocación
están ausentes. La soledad es apabullante. Soledad de voces y otros ruidos humanos.
Ustedes también me han abandonado, niños. Oigan, ¿No piensan saludar al futuro?
Sospecho que una pasión
apocalíptica se apoderó de mis congéneres y la tarea de consumir toda la comida
juntada y bebido toda la bebida habida, los ha agotado. Como si fuera la
últimas vez. Pero no es la última vez. La vida continúa.
¡Vengan en mi auxilio,
poetas!
Si no consigo expresar bien,
hermanos,
Lo que quiero decirles,
Tendrán que disculparme:
Siento algunos mareos,
me da vueltas un poco la
cabeza.
No es el alcohol.
Apenas, es un poquito de
hambre.
Hermanos,
Los de Europa, los de Asia,
los de América:
Yo no estoy en prisión ni en
huelga de hambre.
Me he tendido en el césped,
esta noche de mayo,
Y los ojos de ustedes me
miran de muy cerca,
lucientes como estrellas,
En tanto que sus manos
son una sola mano estrechando
la mía,
como la de mi madre,
como la de mi amada,
como la de mi vida.
Hermanos míos:
Por otra parte, ustedes
nunca me abandonaron,
Ni a mí, ni a mi país,
ni tampoco a mi pueblo.
Del mismo modo que los
quiero a ustedes,
ustedes quieren a los míos,
lo sé.
Gracias, hermanos, gracias.
Hermanos míos:
Yo no tengo la intención de
morir.
Si soy asesinado,
Sé que entre ustedes seguiré
viviendo:
Yo estaré en los poemas de
Aragón
(en su verso que canta la
dicha del futuro),
Yo estaré en la paloma de la
paz, de Picasso,
Yo estaré en las canciones
de Paul Robeson
Y, sobre todo
y lo que es más hermoso:
Yo estaré en la triunfante
risa del camarada,
Entre los cargadores
portuarios de Marsella.
Para decirles la verdad,
hermanos,
Yo soy feliz, feliz a rienda
suelta.
!GRACIAS, Nazim Hikmet!!!
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