María
Cristina Murias, hermana de uno de los curitas asesinados en Chamical en pleno
proceso militar, declaró ayer en el Tribunal Oral Federal de La Rioja en el
marco de un nuevo juicio contra el ex oficial de inteligencia de la Fuerza
Aérea, Ángel Ricardo Pezzetta. “La muerte de mi hermano fue irreparable,
injusta e inesperada… los Cruzados de la Fe fueron los instigadores de esto, y
la persecución viene desde el año 72” declaró Murias.
En la mañana de ayer
continuó el juicio de Lesa Humanidad, contra el ex alférez Pezzetta imputado
por el asesinato de los sacerdotes Carlos de Dios Murias y Gabriel Longueville.
Frente al tribunal
estuvieron presentes por la Fiscalía general subrogante, Darío Illanes; por la
defensa, Juan Carlos Pagotto; por la querella María Elisa y Viviana Reinoso,
Adriana Mercado Luna, y por la Secretaría de Derechos Humanos, Bernardo Lobo
Bugeau. Asimismo, estuvo presente el secretario de Derechos Humanos Délfor
Brizuela, la asociación de ex presos políticos, entre otros.
En primera instancia declaró
la hermana del párroco Carlos de Dios Murias, María Cristina Murias, quien se
extendió en su declaración alrededor de dos horas, en las cuales respondió
todas las preguntas de las partes inclusive las que le hizo el mismo imputado,
Angel Ricardo Pezzetta, quien actúa como co- defensor en este proceso.
“Mi hermano estuvo en
Chamical desde mayo del 76 pero antes siempre visitaba a Angelelli porque lo
conocía desde los 12 años. Siempre me comentó que en La Rioja la pastoral de
Angelelli siempre fue rechazada por grupos poderosos terratenientes,
empresarios que calumniaban a monseñor Angelelli reiteradamente en el diario El
Sol.
En la diócesis recibían
constantemente amenazas de la triple A, después del 24 de marzo del 76´ fue
diferente, ya no era solamente difamaciones sino que los paraban cuando
transitaban, se sentían presionados y vigilados, les grababan las homilías,
entre otras cosas”.
A lo largo de sus respuestas
explicó que en junio del 76 murió su padre, “en esa oportunidad estuve con mi
hermano mucho tiempo y nos dijo que tenía mucha preocupación y tenían miedo de
viajar de noche, por eso la hermana Lili y Gabriel viajaron de día. Me contó
que tuvieron problemas en una misa de Angelelli y que el jefe de la base le
dijo que estaba haciendo política, a partir de ahí creo que suspendieron las
misas de la base”.
María Cristina Murias,
comentó que luego de enterarse del asesinato de su hermano, una señora “Cata”
que ayudaba a su hermano con el cine parroquial, previo a que Murias y
Longuevill viajaran con las personas que los buscaron la noche del asesinato,
Murias le dijo que “si mañana no venimos avísenle al obispo y búsquenos”.
Además añadió que “luego de
la muerte de Carlos una de las hermanas me dijo que ella había escuchado que
quien grababa las homilías era Pezzeta”. Entre los nombres que surgieron en sus
respuestas, Lázaro Antonio Aguirre, Domingo Benito Vera, comodoro Vario Ángel
Ricardo Pezzeta, entre otros.
“Lo que mi hermano me contó
es de que los curas de la diócesis de Angelelli eran muy pocos los riojanos,
por eso estos cruzados de la fe que los perseguían y que nadie los investigó,
porque fueron los instigadores de esto, y la persecución viene desde el año 72”
declaró Murias.
Por último expresó que “la
muerte de mi hermano fue irreparable, injusta e inesperada porque no tenía nada
que ver con la subversión, ni con la guerrilla, su único pecado era denunciar
la corrupción que había”.
Declaración
del segundo testigo
Por su parte, el padre
Pradella dijo que “en situación de derecho la Iglesia riojana actuaba con
libertad, sin interferencias y sin dificultades, con el gobierno de facto
comenzamos a sufrir graves persecuciones en la persona del obispo de muchos
sacerdotes y de laico.
Los medios de comunicación
como el diario El Sol permanentemente nos acusaba de subversivos que era una
manera de desfigurar la Iglesia frente a la sociedad. Otro tipo de presiones
eran los allanamientos que sufríamos los sacerdotes en nuestra parroquias que
yo he sufrido”.
Asimismo, el padre Pradella
comentó y detalló que en el invierno del año 1978 allanaron la parroquia de San
Blas de los Sauces “yo no me fijé mucho en los rostros porque estaba atento de
los movimientos porque no quería que me implantaran pruebas para culparme de
algo, porque normalmente ese era el mecanismo que utilizaban.
La última parte del
allanamiento fue en el archivo parroquial donde yo reiteré el pedido de que no
lo hicieran porque estaba protegido y quien comandaba el allanamiento me dijo
`yo conozco muy bien el derecho canónico porque he sido seminarista´, eso fue
lo que yo relaté en el obispado y luego hice la denuncia por la violación del
archivo. Yo a Pezzeta nunca lo conocí, pero cuando puse la denuncia a mí me
dijeron que podía ser un tal Pezzetta” explicó Pradella.
Por último, el padre aseguró
que los hostigamientos y persecución en San Blas de los Sauces “fue hasta la
Guerra de las Malvinas y yo estuve en ese lugar hasta el 85”. La audiencia
continuó por la tarde a partir de las 17 con el testimonio de Luis Alberto
“Chacho” Corzo.
Fuente: El
Independiente
Foto: Aníbal
de la Vega
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