Una
madre viajó hasta La Rioja desde una localidad rural para denunciar el cierre de la Escuela donde
estudian sus hijos. Se
trata de la Escuela Rural Nº 359, ubicada sobre la ruta 6 en la localidad de Anchico. Deolinda Romero, madre de cuatro hijos, busca respuesta en el Ministerio de Educación
pero aún no la obtiene. La escuela más
cercana queda a quince kilómetros, en San Pedro. Cronistas de “La voz Docente” se
entrevistaron con la protagonista de esta denuncia para interiorizarse del caso.
Deolinda Romero viajó desde
la localidad de Anchico, distante unos cincuenta kilómetros de la ciudad Capital,
para hacer un reclamo claro y conciso: “El 31 de Marzo cerraron la escuela en
Anchico y mis hijos quedaron sin poder estudiar”. La familia de Deolinda vive
en un puesto ubicado en las cercanías de esa localidad, donde su esposo de desempeña
como hachero. Dependiendo la familia de ese oficio, la Escuela enclavada en ese
paraje, es la única alternativa para que los niños puedan educarse. También
expreso un interrogante “Lo que no puedo
entender es como el día que cerraron la
Escuela llegaba una partida de materiales para arreglarla”, inmediatamente nos
preguntamos, será que esta es la nueva política
de estado, cerrar sin mirar lo que se venía garantizando?
Según el relato Deolinda, el Ministerio habría cerrado la escuela luego
de llevar materiales e incluso haber hecho algunas tareas de reparación, como así también haberle dado a la docente responsable la
partida para Copa de Leche y almuerzo. Vale decir que estas escuelas rurales
funcionan con un único docente quien hace las veces de maestro, director y
ordenanza.
Al margen de las
particularidades del caso, todo hace suponer que el cierre de este
establecimiento fue decidido hace poco. Posiblemente aparezcan justificativos,
que tengan que ver con el costo de mantener la Escuela para apenas un puñado de
niño, pero lo cierto es que hay una madre pidiendo educación para sus hijos, y
nadie le da una respuesta.
El contexto general en el
que se ubica el reclamo de esta madre es el un ininterrumpido éxodo forzoso de
la ruralidad hacia la ciudad, el cual desde luego es cuestionable, pero también
se da en el marco de un plan de ajuste implementado por el nuevo gobierno, que avanza
silenciosamente sobre los lugares más
vulnerables. Se trata del achicamiento del Estado. Se sabe de un plan de
nucleamiento para estas pequeñas unidades escolares rurales, se sabe del corte
de algunos programas como el CAI, CAE, CAJ, Orquestas Infantiles, Conectar
Igualdad, lo cual no solo implica pérdida de puestos de trabajo sino también pérdida
de derechos para la infancia.
El caso de Deolinda y la
escuelita de Anchico nos conmovió, “voy a mover cielo y tierra para que mis
hijos sigan estudiando” expreso con firmeza, y se hizo sentir.
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