El
miércoles 30 de marzo, en la Escuela Agropecuaria de Pinchas, se realizó un
taller de Harinas de Algarroba, dictado por la ingeniera Magdalena Brizuela
(CRILAR) y la doctora María Pía Mom (Universidad De Buenos Aires), y organizado
por el Observatorio Nacional de la Degradación de Tierras y Desertificación con
el apoyo de la Fundación Williams.
En el taller se presentaron las distintas especies de
algarrobo de la Argentina, haciendo hincapié en las diferencias entre el
algarrobo negro (Prosopis flexuosa) y el algarrobo blanco (Prosopis chilensis),
siendo este último el más común de La Costa riojana.
También se compararon las harinas obtenidas de las
distintas especies en cuanto a calidad y valor nutricional, dando indicaciones
sobre la mejor forma de colectar los frutos y procesarlos para obtener una
harina sin contaminantes.
Si bien fue un taller muy amplio y abarcativo, el
objetivo de las docentes fue revalorizar el algarrobo, un árbol que provee
muchos beneficios ambientales (más allá de sus dulces frutos) y que sufre, al
igual que otras especies, los efectos de la tala indiscriminada y los cambios
ambientales.
La doctora Mom remarcó que del algarrobo blanco, que es
menos explotado, también se puede extraer una harina de excelente calidad,
siendo sus frutos más fáciles de secar que los del algarrobo negro.
Mencionó también la importancia de incluir las semillas
cuando se procesa la harina de todas las especies, dado que aumenta el
porcentaje de proteínas de la misma, haciéndola más nutritiva.
Una curiosidad es que gran parte de la harina de
algarroba que se comercializa en las dietéticas de Buenos Aires y otros puntos
del país se obtiene del algarrobo europeo (Ceratonia siliqua), y en muchos
casos es importada.
Dado que en este momento la alimentación naturista es una
tendencia, y la harina de algarroba es consumida por muchos, existe un mercado
abierto donde se puede comercializar los productos de la región, y es
importante que localmente se lo valorice y se promueva su consumo.
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