El
Vaticano dio el vía libre a la causa de beatificación por martirio in odium
fidei (en el odio de la fe) del obispo de La Rioja Enrique Angelelli, asesinado
por la dictadura el 4 de agosto de 1976. El pedido formal de apertura de la
causa había sido hecho el 7 de enero por el actual obispo de La Rioja, Marcelo
Colombo. Y el 21 de abril pasado el Vaticano dio su visto bueno, según reveló el
lunes pasado Avvenire, el diario de la Conferencia Episcopal Italiana.
El 4 de julio pasado, el ex
comandante del Tercer Cuerpo del Ejército Luciano Benjamín Menéndez y el ex
comodoro Luis Fernando Estrella fueron condenados a prisión perpetua por el
asesinato de Angelelli, hecho que durante la dictadura se quiso hacer pasar por
una accidente.
La investigación judicial
recibió impulso de parte del mismo papa Francisco, que envío dos documentos
secretos que resultaron un significativo aporte a la causa. Uno de los
documentos es una carta de Angelelli al entonces nuncio apostólico Pío Laghi,
en la que advertía que estaba siendo amenazado, y otra con el relato detallado
del asesinato, el 18 de julio de 1976, de dos curas muy próximos al obispo,
Gabriel Longueville y Carlos Murias.
El diario Avvenire recordó
que Angelelli fue el primer obispo asesinado de las dictaduras que surgieron en
América latina en los años 70, como Oscar Arnulfo Romero, obispo de San
Salvador, que será beatificado el 23 de mayo próximo. Hijo de inmigrantes
italianos, Angelelli había participado en el Concilio Vaticano II y había sido
designado por el papa Pablo VI como obispo de La Rioja, una de las provincias
más pobres del país.
Un
pastor
Bergoglio había estado en La
Rioja el 13 de junio de 1973, con otros sacerdotes jesuitas, el mismo día en
que Angelelli fue apedreado en Anillaco. Al día siguiente, el obispo les
predicó un retiro espiritual y el actual Papa percibió a "un pastor que
dialogaba con su pueblo", como dijo en 2006.
Dos meses después, acompañó
al padre Pedro Arrupe, superior general de los jesuitas, quien al ver la obra
del obispo y el escenario político y social en que se desenvolvía, dijo:
"Esto es lo que quiere la Iglesia desde el Concilio Vaticano II".
En agosto de 2006, a 30 años
de la muerte de Angelelli, el entonces cardenal Bergoglio presidió una misa en
La Rioja y revalorizó la vida del pastor riojano y las circunstancias de su
muerte, desdibujando de esa manera la teoría del accidente automovilístico.
"Fue testigo de la fe
derramando su sangre. Ese día alguno se puso contento. Creyó que era su
triunfo, pero fue la derrota de los adversarios", dijo, en una homilía en
la que destacó el "coraje y aguante apostólico para sobrellevar las
dificultades de la predicación del Evangelio".
Bergoglio reivindicó también
a los sacerdotes Carlos de Dios Murias y Gabriel Longueville, asesinados el 18
de julio de 1976 en Chamical, y al laico Wenceslao Pedernera, ultimado una
semana después. "Dieron su sangre para la Iglesia", dijo, en momentos
en que la Iglesia no había dado pasos para exigir el esclarecimiento de lo
sucedido.
Esa homilía fue un quiebre y
coincidió con la reapertura del proceso judicial, tras la nulidad de las leyes
de obediencia debida y punto final.
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