Hace un
poco más de diez días un vehículo oficial de la municipalidad del departamento
Capital se estrelló, por causas que se intentan establecer, en cercanías de
Agua Blanca, departamento Castro Barros, falleciendo dos de sus tres ocupantes.
Lo que sí ha quedado establecido es que los obreros eran empleados de la
municipalidad, viajaban fuera de su jurisdicción un día no laborable a la
madrugada, con vehículo oficial y venían a construir la casa quinta de su jefe:
el director de Transporte Miguel Soloaga, quien renunció un día después del
accidente.
Después de un hecho semejante, más allá del
dolor y la bronca de las familias, surgen preguntas. Preguntas que los medios
de comunicación en general han pasado por alto convirtiéndose en garantes de la
impunidad con la que actúan hace décadas los representantes del estado en todos
sus niveles. La denuncia por conveniencia hace de los medios instituciones
mercenarias donde la coyuntura política es más valiosa que la objetividad periodística
y el respeto a sus usuarios.
Luego del accidente desde la municipalidad de
Capital emitieron un comunicado tratando de falsear y engañar a la opinión
pública aseverando que el vehículo y los empleados viajaban hacia Aminga para
realizar tareas solidarias. Un día después el secretario general del municipio
Enrique Díaz Brizuela admitió que los empleados municipales se trasladaban en
una camioneta perteneciente al parque municipal a realizar una loza en la casa
de fin de semana del ahora ex director de Transporte Municipal Miguel Soloaga. “Es algo que habían pactado ellos” indicó, agregando:
“Lo que ocurrió es que los empleados de la Dirección de Transporte, habían solicitado un
vehículo para realizar una tarea solidaria, querían darle una mano a un
compañero que en este caso era el encargado de ellos que se estaba construyendo
una vivienda familiar en Aminga” justificando el abuso por parte del
funcionario.
Las preguntas. ¿Por qué
razón tres empleados municipales viajan un domingo, en vehículo oficial a
realizar trabajos particulares en la casa de su jefe? ¿Intercambiaban trabajo
por días de devolución? Si era así ¿bajo qué leyes un funcionario municipal
puede disponer del tiempo de los empleados y de los vehículos oficiales para
construirse su casa de fin de semana? ¿Qué ocurrirá ahora, alcanzará con la
renuncia de los funcionarios involucrados o deberán comparecer ante la justicia
por tamaña falta a sus deberes de funcionario público? ¿No debe responder acaso
el poder político responsable?
Unos días después el fiscal
municipal Emilio Rodríguez afirmó que desde su tarea comenzarían a realizar una
investigación al respecto. No se supo nada más al respecto luego de que el
mismo fiscal protagonizara una serie de apariciones públicas anunciando que se
había labrado un acta por mora contra el Ministro de Hacienda Ricardo Guerra
por no transferir fondos al municipio, reclamo justo si los hay.
Llamativamente, o no, la
mayoría de los medios masivos de comunicación no profundizaron en el hecho
gravísimo de la muerte de dos empleados públicos bajo un halo de corrupción e
impunidad.
Como en la genial película
El silencio de los inocentes donde el dolor de las víctimas es el alimento de
los asesinos, la impunidad del poder pareciera alimentarse del dolor, la
impotencia y el silencio de los inocentes, de aquellos que deben pagar con su
vida los caprichos materialistas de funcionarios de segunda que quieren vivir
como los mejores.
Toda La Rioja continúa pasando por
alto la justicia de las víctimas que por vinculación de los hechos con puntos
nodales del poder político no se investigan y se archivan en los armarios más
oscuros de los tribunales para que no los encuentre nadie. En el departamento
Castro Barros son varios. En la provincia muchos más.
Muy buena nota. Ayuda a reflexionar. Ojala los mansos costeños,la lean y saquen conculsiones.-
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