En
la Facultad de Agronomía de la UBA, especialistas de la Argentina, Uruguay,
Brasil y España debatieron sobre la distribución de alimentos, el impacto de
los agroquímicos en la salud y el acceso de los pequeños productores a las
semillas, con críticas al sistema agroalimentario actual.
Mientras la Argentina debate
un nuevo marco legal para las comercialización de semillas y el posible
tratamiento de una Ley de Agricultura Familiar, la Facultad de Agronomía de la
UBA (FAUBA) reunió a especialistas de diferentes regiones del país, así como de
Uruguay, Brasil y España, para reafirmar el compromiso de las universidades y
otros centros de investigación con la difusión de la agroecología como un
modelo alternativo a la producción industrial.
La cita se dio el viernes
pasado en la FAUBA, ante un salón colmado de productores familiares, técnicos,
investigadores y estudiantes de Agronomía, Ciencias Ambientales y otras
carreras vinculadas con el sistema agroalimentario. El debate giró en torno de
la distribución de alimentos, el impacto de los agroquímicos en la salud humana
y el acceso de los pequeños productores a las semillas que, destacaron,
involucran mucho más que la genética, e incluyen la historia de los pueblos,
entre otros aspectos antropológicos, sociales y económicos.
"La Revolución verde no
logró poner fin al hambre en mundo, cuando desde hace dos décadas existe una
sobreoferta de alimentos. La Argentina tiene excedentes de producción hace más
de un siglo, y aún atraviesa un grave problema de distribución", advirtió
Carlos Carballo, coordinador de la cátedra de Soberanía Alimentaria de la
FAUBA.
Esta contradicción entre
excedentes productivos y la falta de acceso a los alimentos, significa una
responsabilidad del Estado. Así lo subrayó Marcos Filardi, coordinador del
Seminario de Derecho a la Alimentación de la Facultad de Derecho de la UBA y
miembro de la Cátedra Libre de Soberanía Alimentaria de la Facultad de Medicina
de la UBA.
"El derecho a la
alimentación adecuada es un derecho humano, reconocido en tratados
internacionales que en la Argentina tienen la máxima jerarquía normativa. El
Estado debe intervenir para garantizar el acceso físico y económico a la producción
y al consumo de alimentos", dijo Filardi, para quien la falta de acceso a
las semillas -base del sistema alimentario-, viola la legislación
internacional, como también sucede con los derechos a la propiedad intelectual,
que no podrían estar sobre el derecho a la alimentación adecuada.
Carballo señaló que es
necesario avanzar hacia modelos alternativos al sistema agroalimentario
vigente, mediante la agroecología, teniendo en cuenta el uso de los recursos
naturales, la producción de alimentos sanos y las condiciones justas de
comercio. "Sin agricultura familiar, los alimentos son sólo una
mercancía", aseguró.
En la misma tónica, el
español Eduardo Sevilla Guzmán, considerado un pionero de la agroecología,
director del primer Doctorado que se dictó en Europa sobre este área y asesor
de movimientos sociales, sostuvo que "el pensamiento científico empieza a
aceptar que necesita completarse con otras formas de conocimientos como el de
la agroecología, basada en el campesinado y los pueblos indígenas, según la
cual es posible producir sin deteriorar el ambiente y sin lógica de
lucro". Además, llamó a alentar el desarrollo local con la generación de
mercados alternativos donde interactúen productores y técnicos.
Por la Universidad Nacional
de General Sarmiento, Walter Pengue criticó la situación alimentaria mundial,
el uso irracional de los bienes naturales y el rol del sector agropecuario como
proveedor de bienes con otros destinos, como los biocombustibles, en un mundo
con población creciente. Asimismo, se interrogó sobre la posibilidad de
alcanzar la soberanía alimentaria con modelos que expulsan a la población del
campo, deterioran el medio y demanda un crecimiento constante de escala, sin
interés por el bien común.
Acceso
a semillas y mejoramiento participativo
El encuentro celebrado en la
FAUBA dedicó un bloque especial a difundir experiencias regionales de
producción, comercialización y conservación de semillas nativas y criollas, con
casos de Misiones y Corrientes, así como de Uruguay y Brasil. También se mostraron
investigaciones conjuntas entre universidades y productores para el
mejoramiento de especies forrajeras y hortícolas, en las provincias de Buenos
Aires, Córdoba y Santa Fe.
Desde Misiones, productores,
técnicos, funcionarios y representantes de municipios se refirieron al programa
“Sostenimiento del Empleo y Seguridad Alimentaria para la pequeña agricultura
familiar”, que integra a más de 100 agricultores con menos de 25 hectáreas,
proveedores de semillas de variedades criollas de maíz que se distribuyen a
través de organizaciones locales y municipios a más de 6500 pequeños
productores, a partir de un convenio entre el Ministerio del Agro y la
Producción de Misiones y el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de
la Nación.
"Las semillas son la
materia prima para el autosustento familiar de los pequeños productores",
sostuvo Wilmar Baz, agricultor misionero. Junto con el acceso al agua y a la
tierra, las semillas encabezan los reclamos de estos pueblos por la soberanía
alimentaria, resaltó Esther Domínguez, de la cooperativa Pozo Azul.
También se presentó el grupo
agroecológico Tres Colonias, de Bella Vista, Corrientes, que impulsó un
novedoso Sistema de Garantía Participativo, con el objetivo de asegurar la
calidad de sus productos. La iniciativa está conformada por agricultores
familiares, el gobierno municipal y consumidores, y creció con la inauguración
de ferias locales, donde se comercializan los alimentos.
Desde Uruguay, Mariano
Beltrán aportó su experiencia como coordinador de la Red Nacional de Semillas
Nativas y Criollas del país vecino. Los productores trabajan junto a la
Facultad de Agronomía de la Universidad de la República y el programa Redes
para incrementar la disponibilidad de semillas criollas y contribuir a un
sistema de producción ecológica de granos.
"Tenemos 190 predios
familiares integrados en la red, que promueven la producción y el intercambio
de semillas. Mediante esta iniciativa logramos rescatar más de 75 variedades
criollas, demostramos su buen desempeño agronómico y visibilizamos la
temática", afirmó, y añadió: "Aumentamos la disponibilidad y consumo
de estas semillas".
El debate en torno del
sistema agroalimentario, incluyó a la legislación sobre la comercialización de
semillas en el marco de la soberanía alimentaria, que se refiere al derecho de
lo pueblos a definir sus propias políticas alimenticias, teniendo en cuenta la
producción, la comercialización y el consumo.
Al respecto, Daniele
Nerling, de la Cooperativa Oestebio e integrante del Movimiento de los Pequeños
Agricultores (MPA) de Santa Catarina, Brasil, destacó los trabajos que se
vienen llevando a cabo en ese país para producir alimentos saludables y
rescatar la identidad cultural de los campesinos. Actualmente, hay 1300
familias que producen semillas en este movimiento, que luego son
comercializadas a través del Programa de Adquisición de Alimentos. En 2013,
esta iniciativa benefició a 70.00 familias con 2500 toneladas de poroto y 1400
de maíz. "Buscamos afianzar una construcción colectiva entre el saber
campesino y el científico-técnico", dijo Nerling.
También las especies
forrajeras tuvieron su espacio, con experiencias del sector público en la
investigación y producción de semillas con un enfoque agroecológico, como el
caso de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional del
Nordeste, donde el equipo dirigido por
Mario Urbani desarrolló tres cultivares adaptados a regiones tropicales del
país, que hoy están siendo reproducidos por pequeños productores.
Juan Marcelo Zabala, de la
Universidad Nacional del Litoral, mostró los resultados del programa de
mejoramiento de forrajeras nativas a partir del cual se creó un herbario con
20.000 ejemplares de la flora silvestre local y en 2011 se inauguró el primer
banco de germoplasma de Santa Fe, para conservar las semillas. Hoy, el equipo
impulsa un programa de extensión con pequeños productores ganaderos del norte
de Santa Fe para extender el uso de estas semillas.
El tomate platense, que casi
se había extinguido en los últimas años, se exhibió a partir de la experiencia
de la Facultad de Ciencias Agrarias y Forestales de Universidad Nacional de La
Plata, que desde 1999 trabaja junto a productores integrados del cinturón verde
de La Plata en la recuperación de estos materiales. "El tomate platense se
destaca por su sabor, es rústico y se adapta a las condiciones ambientales de
la zona, lo cual ayuda a bajar las aplicaciones de agroquímicos", afirmó
Juan José Garat, secretario de Extensión de esa Facultad.
Salud
en emergencia
Investigadores de la
Universidad de Buenos Aires hicieron especial hincapié en la detección de un
aumento de las enfermedades que estarían vinculadas con el manejo de
agroquímicos.
"Hemos pasado de no
tener químicos de síntesis en la década del 30, a tener más de 500.000 en la
actualidad, que en su mayoría no están estudiados según sus efectos en la salud
humana. En menos de un siglo hemos cambiado el mapa de enfermedades, en virtud
de la expansión de estos plaguicidas", dijo Lilian Corra, médica pediatra,
directora de la Carrera de Médico Especialista en Salud y Ambiente de la
Facultad de Medicina de la UBA.
"Los daños de la salud
pueden ser irreversibles y afectan a los productores y sus familias desde muy
temprana edad, así como a la población rural y general", afirmó. Entre las
enfermedades que aumentaron su incidencia en las últimas décadas, señaló la
infertilidad, el cáncer infanto-juvenil y del adulto, las enfermedades
endocrinológicas (diabetes, hipo e hipertiroidismo) e inmunes.
Al mismo tiempo, señaló que
"prácticamente no hay planes internacionales o información actualizada de
la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura
(FAO) o de la Organización Internacional de la Salud (OMS), que los gobiernos
utilizan para tomar información y regular los herbicidas".
Por su parte, el médico
Nicolás Loyacono, coordinador de la Red Universitaria de Ambiente y Salud,
advirtió que hoy se hacen pulverizaciones en zonas cercanas a hospitales y
escuelas, y en pueblos y ciudades del país que lindan con campos sembrados con
cultivos transgénicos, donde el problema se agrava.
"No hace falta esperar
a que la población esté afectada, hay mecanismos para encontrar el problema de
manera temprana", concluyó.
Fuente:
Juan
Manuel Repetto - www.agro.uba.ar
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