Por Juan “Alilo”
Ortiz - La
UNC continúa celebrando sus primeros 400 años de existencia. Una institución
educativa de suma importancia para La Rioja, pues hasta no hace muchos años fue
el lugar casi obligado para los riojanos que deseaban realizar estudios
superiores y obtener un título universitario que los habilitase para servir
mejor a la sociedad. ¡Cuántos profesionales que hoy desarrollan su actividad en
La Rioja dicen con orgullo “yo estudié en la UNC”.
Pues
bien, desde su humilde solar natal en Chuquis, hoy museo, deseo homenajear a
CASTRO BARROS, el único riojano que lo hizo en las tres condiciones de
estudiante, profesor y rector.
Según
consta en el archivo del entonces Convictorio o pensionado, hoy Colegio
Monserrat, en 1794 y por gestiones del rector Salivan, sacerdote franciscano,
el gobernador le otorga una beca para continuar sus estudios “atenta su pobreza
suma y su sobresaliente habilidad”.
Lo
más notable de aquel registro es que posteriormente alguien anotó “Salió el 16
de julio de 1800 graduado de doctor” en teología, como diciendo no fue un gasto
sino una inversión. Para esto, ya se había recibido de maestro en artes y
licenciado en filosofía. De esta capacidad intelectual, su condiscípulo José
Allende da testimonio en 1838: “Desde su juventud, su persona se destacó y fue
objeto de admiración no sólo para sus compañeros sino también para los
profesores que observaban en él un prodigio de aptitudes que los llevaba a
intuir el porvenir de un gran hombre … Probablemente hoy no hay otro hombre
semejante a él en la República Argentina”. También consta que posteriormente
obtuvo el título de bachiller en derecho civil.
Además
de alumno, consta que Castro Barros fue profesor de latín y filosofía en la
universidad y en el seminario, actividades desarrolladas entre 1801 y 1810
mientras ejercía el ministerio sacerdotal en la iglesia matriz de La Rioja,
donde también ejercía la docencia.
Valga
como dato sus gestiones para que el virrey ordenase la apertura de una escuela
de primeras letras y gramática, y una cátedra de artes.
Por
último, Castro Barros fue tres veces rector de la universidad, entre 1825 y
1828, constituyéndose así en el único riojano que llegó a tal cargo en los 400
años de dicha Alta Casa de Estudios.
Entre
los aportes que hizo desde el rectorado, bueno es resaltar la instalación de
las escuelas “lancasterianas” y la instalación de una imprenta. Las primeras
consistían en preparar a gente de buena voluntad que, sin llegar a ser
maestros, enseñaran a leer y escribir. La segunda vino a suplir la que los cordobeses
perdieron cuando los jesuitas fueron expulsados de América.
La
imprenta fue un instrumento muy útil para dotar de libros a los alumnos y
también para difundir las ideas que Castro Barros entendía eran necesarias para
la construcción de la naciente patria. Encontré varios libros impresos con ese
propósito, por ejemplo el mensaje del delegado papal Juan Muzi, cuando
intentábamos restablecer nuestras relaciones con Roma. “A la imprenta de
Córdoba le ha tocado la desgracia de imprimir una Carta Apologética de este
prelado dirigida a los chilenos y anotada por una mano ajena, pero bien
conocida por sus producciones y principios”, dice el periódico opositor “El
Argos” de Buenos Aires.
Nota: Juan
“Alilo” Ortiz es Encargado ad honorem –
Museo de Castro Barros
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