La “poda” de los árboles en este julio
que se fue inquietó al poeta. El comienzo de agosto y la conmemoración del Día
de la Pachama dan un marco sin igual para reflexionar sobre la relación del
costeño con la naturaleza. Por Félix Guerrero
Bulle
en la última mañana del último día de Julio, la inocente algarabía de los
pájaros, que ignoran que llevan en su frente una sentencia a prisión perpetúa.
Camino por la calle, bajando de la Radio, impregnado del insumiso entusiasmo
matinal de la naturaleza que ya empezó a
empujar la savia hacia las yemas de las moras que han soltado su proyecto de
flor y fruto simultáneo.
No
alcanzo a entusiasmarme de tanta alegría inocente: me atribulan los muñones del
algarrobo situado en el estanque de arriba, que muestra el dolor de una cirugía
despiadada que este año se viene practicando con entusiasta energía, en nombre
de la prolijidad y las buenas costumbres. Un empleado municipal, con la
inocencia culpable del que goza de impunidad e ignorancia, me dice arrasaremos
con todo el algarrobo. Parece un chiste, pero a mí no me lo pareció al ver
tanta rama vencida. Pensé decirle estos versos de García Lorca:
No te conocen
el toro ni la higuera,
ni los caballos ni las hormigas de tu casa.
No te conoce el niño ni la tarde
porque te has muerto para siempre.
ni los caballos ni las hormigas de tu casa.
No te conoce el niño ni la tarde
porque te has muerto para siempre.
…pero me pareció demasiada crueldad.
Pero
el árbol no cede y reverdece. Es que la naturaleza es tan rebelde, tan
revolucionaria, tan llena de fe, que busca retribuir su perdido verdor, que el
depredador niega a la vida y a la poesía.
Todos
los árboles de los pueblos de La Costa llevan las horrorosas cicatrices de las
mutilaciones que sin restricciones ejecuta la poderosa empresa de electricidad
(EDELAR), cuyo amoroso celo por sus rentables cables la convierte en dueña
absoluta de los espacios aéreos. Los aviones y los helicópteros se salvan de la
poda de alas y hélices debido a que vuelan a mucha altura.
Y
los custodios del patrimonio paisajístico y los celosos administradores de los recursos turísticos,
mientras esto pasa, duermen el sueño de los justos, exhalando en cada ronquido
un conmovedor “yo no fui”.
Y
las autoridades de más arriba, privados del don de la vista y del oído,
planifican prosperidades fabulosas, ignorantes de que nos estamos quedando sin
pájaros, sin árboles y con agua con olor a esturiones vencidos, como opina un
lector del blog, vecino de Anillaco.
Debería
cerrar con alguna recomendación, pero no me sale. Creo que deberé inventar otro
lenguaje.
La verdad es que es muy triste y genera mucha impotencia ver como mutilan a los árboles en todos los pueblos de la Costa. Y ahora en Agosto empezarán a sacarlos por miedo al zonda !! Una verguenza...la naturaleza también tiene sus derechos y habría que respetarlos ! Muy buena la nota Fichu. Un saludo a todos.
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