El
vaticano aporto una prueba inédita del silencio de la curia argentina durante
la dictadura. Se trata de una carta del obispo Enrique Angelelli, escrita en
julio del ’76, donde le informa al nuncio Pío Laghi las violaciones a los
derechos humanos que sufría junto a sus compañeros. Fue presentada en el juicio
por su asesinato. El ex sacerdote y actual Secretario de Derechos Humanos de la provincia, Délfor
“Pocho” Brizuela, explicó que la carta constituye una prueba contundente ya que
la misma revela el contexto en el que se vivía bajo un gobierno de Facto. AUDIO
Después de casi 40 años, el
Vaticano, a cargo del papa Francisco, aportó documentación inédita de
violaciones a los derechos humanos cometidas en Argentina. Lo hizo a través del
Obispado de La Rioja, que presentó las pruebas durante la primera parte de los
alegatos en el juicio por el asesinato de monseñor Enrique Angelelli. Los
abogados querellantes en la causa calificaron de “histórica” esa audiencia
realizada el viernes 13 de junio, cuando se incorporó la carta y el informe en
el que el propio Angelelli denunció la persecución que sufrían él y sus
compañeros en la misión cristiana por parte del Ejército y la policía. “Estamos
permanentemente obstaculizados para cumplir con la misión de la Iglesia.
Personalmente, los sacerdotes y las religiosas somos humillados, requisados y
allanados por la policía con orden del Ejército”, alerta en su escrito
Angelelli, entre descripciones sobre las cárceles provinciales “repletas de
detenidos por el solo delito de ser miembros fieles y conscientes de la
Iglesia” y la denuncia de torturas a un párroco de la zona. Las cartas,
originalmente destinadas al nuncio vaticano, entonces Pío Laghi, y fechadas en
julio de 1976, habían llegado en copia a la institución más importante de la
religión cristiana en la misma fecha.
“Sabíamos que las denuncias
del monseñor habían llegado al Vaticano, pero hasta el momento no teníamos la
certeza de la prueba documental”, evaluó la querella del Obispado riojano,
quien insistió ante el papa Francisco para la entrega de la documentación y
remarcó: “Lo que dicen los documentos se sabe y fue probado en el juicio, lo
importante es que prueban que sus denuncias llegaron al Vaticano”. Las
secretarías de Derechos Humanos nacional y provincial habían consultado a la
Santa Sede, vía Cancillería y antes del comienzo del debate oral, por la
existencia de cualquier tipo de documentación remitida por Angelelli. “Es
positivo que el Vaticano haya aportado estas cartas, ya que prueban que
Angelelli les comunicó lo que estaba pasando. Pero también valen porque prueban
que Pío Laghi recibió la información, algo que siempre negó”, expresó Guillermo
Díaz Martínez, quien junto a Bernardo Lobo Bugeau representa la querella de las
secretarías públicas.
Documentos
inéditos
La semana pasada, el Papa
entregó al Obispado de La Rioja, a cargo de Marcelo Colombo, dos documentos:
una carta y un informe titulado “Crónica de los hechos relacionados con el
asesinato de los padres Longueville Gabriel y Murias Carlos”, los curas de
Chamical asesinados el 18 de julio de 1976. Los escritos habían sido remitidos
ese mismo mes de aquel año a Laghi, quien entonces estaba a cargo de la
Nunciatura apostólica en Argentina –representante de la Santa Sede–. Las
querellas consultadas creen que los documentos llegaron al Vaticano porque
Angelelli se preocupó por enviar copias debido a que “desconfiaba de la
inacción del nuncio”, mencionó la abogada que representa la querella del
Obispado riojano en el juicio, Mirtha Sánchez.
La desconfianza fue
acertada. La representante legal aseguró que el Obispado tiene la certeza,
debido a documentos archivados en la propia institución, de que Angelelli
mantuvo diálogo con Laghi. En el expediente de la causa figuran algunos
intercambios epistolares en los que Angelelli le cuenta al entonces
vicepresidente de la Conferencia Episcopal, Vicente Zazpe, de su diálogo
escrito con Laghi. La carta aportada de manera inédita por el Vaticano refiere
a un envío epistolar previo entre ellos. Laghi, sin embargo, negó
históricamente saber de las violaciones a los derechos humanos durante la
última dictadura cívico militar. “La carta incorporada demuestra la mendacidad
de Laghi, que tenía pleno conocimiento de las persecuciones a la diócesis de La
Rioja, sus curas, laicos y obispo”, alegó Lobo Bugeau la tarde del 13 de junio,
horas después de que el Obispado diera a conocer los documentos aportados por
el Vaticano y solicitara su incorporación a la causa.
En el libro Nuestra Santa
Madre, Laghi se presenta ante el grabador de la periodista Olga Wornat como un
nimio ignorante: “¿Cómo iba a suponer que estaba tratando con monstruos capaces
de arrojar personas desde los aviones y otras atrocidades semejantes? Se me
acusa de delitos espantosos por omisión de ayuda y de denuncia, cuando mi único
pecado era la ignorancia de lo que realmente sucedía”, se autoexculpa. Muchos
familiares y amigos de desaparecidos durante la última dictadura aseguraron
haber recibido silencio y maltratos de su parte cuando acudieron en su ayuda.
Laghi falleció en 2009 en Roma. Impune.
Asunto
“Costa”
“El motivo de esta carta es
para ponerle en conocimiento de lo que pasa por aquí, para que esté informado
debidamente”, introdujo Angelelli en el escrito que le envió a Laghi el 5 de
julio de 1976. Lo primero que relata allí tiene que ver con “los Cruzados de la
Fe de la Costa”, un grupo de terratenientes entre los que figuran Amado y César
Menem (familiares del senador y ex presidente Carlos Menem) del departamento de
Castrobarros, conocido en la provincia como la Costa riojana. Angelelli los
acusó en la carta de haber “cambiado la cabeza de la familia” del padre
Virgilio Ferreyra, por aquellos días recién fallecido, razón por la cual había
decidido “no celebrar la misa” en su honor.
Para esa época, los Cruzados
de la Fe contaban con una estructura de persecución hacia la diócesis de
Angelelli ensamblada con el Ejército, la policía y los medios de comunicación:
el diario El Sol era su órgano de difusión, a través del que difundían, bajo el
nombre de Movimiento Católico Seglar de Formación y Apostolado de La Rioja,
solicitadas en las que denigraban a Angelelli llamándolo “Satanelli”, “obispo
rojo” u “obispo marxista”. Su odio al entonces obispo provincial había
comenzado algunos años antes, durante el reinado de la Triple A. El hecho
desencadenante había sido la disputa entre el religioso y aquel grupo por un
predio de tierras muy ricas para el cultivo de vid que estaban deshabitadas y
habían quedado sin dueño. “El grupo se las quiso apropiar, pero Angelelli las
intentó retener para los pobres. No tuvo suerte”, apuntó Sánchez.
Situación
general: persecución, represión y cárcel
En su carta, Angelelli
también acusó al “jefe militar Osvaldo Battaglia” de haberle quitado la misa
radial y ordenado que se realizara en el Casino de Oficiales por el capellán
militar Felipe Pelanda López. “Sin haberme comunicado absolutamente”, denunció
Angelelli en el texto en el que se quejó: “Este abuso y atropello es causal de
escándalo”. La situación no terminaba allí. “Estamos permanentemente
obstaculizados para cumplir con la misión de la Iglesia. Personalmente, los
sacerdotes y las religiosas somos humillados, requisados y allanados por la
policía con orden del Ejército”, advirtió el entonces obispo riojano, quien,
además, añadió: “Me aconsejan que se lo diga: nuevamente he sido amenazado de
muerte”.
Las torturas que sufrió un
sacerdote durante su detención fue otro suceso informado por Angelelli al
nuncio apostólico en aquella carta de julio de 1976. “El sacerdote Eduardo Ruiz
injustamente detenido fue obligado por los militares de La Rioja a escribir una
carta a su obispo (o sea, él) desde la cárcel. Fue moralmente torturado para
que la escribiera”, denunció el obispo. Por último, advirtió sobre “una
realidad dolorosa”: “Nuestra cárcel está repleta de detenidos. Personas honorables,
padres de familia, gente sencilla están dentro muchos de ellos por el solo
‘delito’ de ser miembros fieles y conscientes de la Iglesia”, apuntó y añadió
que en el encierro “se tortura asquerosamente”.
El
diálogo con Menéndez
Angelelli no sólo le mencionó
a Laghi que mantuvo una “entrevista” con el entonces jefe del Tercer Cuerpo del
Ejército, Luciano Benjamín Menéndez, sino que lo alertó sobre lo que había oído
de boca misma del represor y máximo imputado por su muerte en el juicio que
transita su fase definitoria, que quería ser un Cruzado de la Fe. “Señor
nuncio, pensemos a tiempo todo esto para no tener que lamentar consecuencias
dolorosas en un futuro muy próximo”, solicitó el monseñor riojano en aquella
carta del 5 de julio de 1976.
Crónica
de dos muertes
El otro documento aportado
por el Vaticano es un informe en el que Angelelli detalló, día por día, lo que
sucedió en torno del asesinato de los curitas de Chamical: que el 18 de julio
de 1976 “dos individuos vestidos de civil” los fueron a buscar a la casa de dos
religiosas, en Chamical, donde estaban cenando y los llevaron supuestamente a
la ciudad capital; que el 19 de julio, las religiosas comunican la detención de
los sacerdotes al Obispado, desde donde se hacen averiguaciones sin éxito; que
al día siguiente “una cuadrilla de ferroviarios encuentra los cadáveres de
ambos sacerdotes acribillados a balazos, maniatados y en estado lamentable”.
Los papeles exhiben el sello de la Nunciatura Apostólica que certifican su
recepción el 30 de julio.
“El hecho de la muerte de
estos dos sacerdotes no está ajeno al contexto argentino y riojano que se
vive”, advirtió Angelelli en el texto en el que citó dos artículos
periodísticos publicados en el periódico El Sol “en contra de la diócesis”
firmados por el Movimiento Seglar de Formación y Apostolado, los Cruzados.
Según el monseñor, esos textos tenían relación con los asesinatos y también con
la muerte de Pedernera, en Sañogasta: “El domingo 25 de julio varios individuos
encapuchados asesinan en la puerta de su domicilio y frente a su familia a
Wenceslao Pedernera”, resumió Angelelli, quien concluyó: “En este caso también
deben tenerse en cuenta las notas del diario El Sol”.
Fuente: Diario Página 12 y
Notiriojatv
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