Cioran
expresa a lo largo de su obra la nostalgia de una edad primera, cuando el
hombre, todavía no expulsado del paraíso, vivía en la inacción y en la
ociosidad. No había entonces tiempo, ser era simplemente existir, no conocer.
Pero el hombre, criatura fatua, imitador sin remedio del «aciago demiurgo» que
ha creado el mundo, trocó su plácida y eterna beatitud por la acción y por el
saber. Entró así en la historia, cayó así en el tiempo.
POR FÉLIX R. GUERRERO
Llegan las fiestas del fin
de año y miraremos al cielo nocturno el 31-Diciembre/1º de Enero, interpelando
al misterioso mar de oscuridad salpicado de estrellas. Algunos preguntaran si
nuestro destino está cifrado en las vagas formaciones de estrellas y planetas,
tan primorosamente dibujadas por los astrólogos.
Los cerdos y otros pragmáticos no preguntaran
nada porque simplemente nunca miran al cielo. Ellos saben que la agachada da
buenos provechos para satisfacer los goces de la panza y otros placeres
terrestres. Estamos hablando del hombre del siglo XXI. Hago esta aclaración
porque creo que ya llegó el momento de la expulsión de la Tierra (no ya del
Paraíso), de esta especie bípeda, desobediente y dañina. Como se viene dando su
execrable comportamiento, sera´enviada al Infierno de donde al cabo de unos
milenios habrá echado a perder el reino de los demonios. Otra vez el destierro.
Pero ¿Hacia dónde?
La próxima expulsión estará
encabezada por los políticos corruptos vendedores de patrias, los destructores
del medio ambiente, los traficantes de sexo, drogas, agua, petróleo y
minerales. Los banqueros, los empresarios, los beneficiarios de las sapem, los
jueces premiados por fallar en contra de la verdad, los punteros políticos, los
perjudicados que jamás se atreven a denunciar el atropello, pegados al talón de
los primeros. A la zaga irá el equipo de Radio Comunitaria La Bocona para
cubrir la nota y porque no tendrá a quien sacarle el cuero, aquí en esta
Tierra.
Vuelvo mirar al cielo y
anoto el nombre de los grandes revolucionarios, de los luchadores contra la
injusticas humanas, de los constructores de sueños, de los rebeldes con causa,
de los poetas, de los músicos, de los pintores, y otros inmortales y gloriosos
terrestres.
Ellos desde las
estrellas miran hacia abajo en la noche interrogada. Quizás susurran así:
“hasta nosotros sube de los confines del
Mundo el anhelo febril de la vida,
con el lujo la miseria confundida,
vaho sangriento de mil fúnebres festines,
espasmos de deleite, afanes, espantos,
manos de criminales, de usureros, de santos;
la humanidad con sus ansias y sus temores,
a la vez que sus cálidos y pútridos olores,
transpira santidades y pasiones groseras,
se devora ella misma y devuelve después lo tragado,
incuba bellas artes y bélicas quimeras,
y adorna de ilusiones la casa en llamas del pecado;
se retuerce y consume y degrada
en los goces de feria de su mundo infantil,
a todos les resurge radiante y renovada,
y al final se les trueca en polvo vil.”(1)
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(1)HERMANN HESSE
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