Por
Félix R. Guerrero - “La
culminación de un ciclo de 12 meses, sirve a la Administración Pública de la
Provincia y Departamento, para hacer un cierre del presupuesto del año que está culminando y presentar un proyecto
aprobado legalmente para el año entrante”.
Aceptar como viene esta simple aseveración, puede colocarnos en una situación
grotesca, casi obscena.
Como en una candorosa
pintura naif recorreremos de la mano de la tradición cristiana, el camino desde
Nazaret (Galilea) hasta Belén (Judea), a lomos del burro la Virgen María
encinta, José caminando, ateridos por el frío nocturno, hasta llegar a un
corral o establo a la orilla del camino. Allí nacerá Jesús el nazareno y que
morirá de amor en una cruz a los treinta y tres años.
Recrearemos la tierna imagen
del Niño nacido en el humilde pesebre, alumbrado con leña de sicomoros, rodeado
por las vacas, borricos y algún cordero. En lo alto, no muy alto, una estrella
refulgente que atraerá a los Reyes magos, únicos visitantes con regalos. La
primera hora del día completará el cuadro con los pastores que llegarán a
saludar al pequeño futuro mártir. Este cuadro si no es creíble a los ateos, al menos resultará
conmovedor por la carga emancipadora de los humildes, que llevará sobre sus
hombros, hasta sus últimas consecuencias, el Nazareno.
Todo esto se vivirá con
distintos grados de intensidad, en la noche 24-25 de Diciembre. Acá en La Costa
riojana estarán los que añoraran los arbolitos navideños, los villancicos, la
misa del gallo, la alegría navideña en la mesa navideña familiar, agridulce, por la ausencia de los que ya no están. Otros
simplemente se emborracharán hasta la inconsciencia sin alegrías o con una pena
indefinida, mezcla de desesperanza y
frustración.
Y así, con la fe religiosa y
la fe en las instituciones a cuestas llegaremos a la noche del 31- Diciembre
2012/ 1º-Enero de 2013, tratando de estar contentos.
Las imágenes que
ilustran a la presente nota quieren
expresar dos aspectos diferentes frente a la adversidad. La primera, de la
derecha, muestra una sumisión servil, resignada, indigna y carente de toda fe;
la segunda, de la derecha, muestra a la pintura del maestro Hieronymus Bosch, “Cristo coronado de espinas”. En ella
aparece Cristo en el centro expresando
una inmensa paciencia y aceptación, pero lleno de fe en la humanidad que
lo está asesinando.
La fe de Cristo está fundada
en un proyecto divino, y su profetizado sufrimiento, y porque su paciencia y
aceptación están impregnadas de un amor supremo.
La diferencia entre ambas
imágenes nos puede dar la clave, para saber a ciencia cierta cuál de las dos
imágenes expresa lo que somos y lo que queremos ser y como queremos llegar al
fin de estas fiestas de Navidad y Año nuevo.
Yo me emborracharé hasta la inconsciencia CON alegría, con una pena que cada ver se hace más clara, con frustración, un poco, y con mucha esperanza.
ResponderEliminarJa, ja, ja, ja. Muy del talante de tu pseudonimo, estimado para afrontar a las flores del mal!!!! Félix
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