Por José Schulman - Secretario LADH - Montado en la indignación popular desatada tras el crimen de los dos comerciantes de Cañuelas, el editor de Clarín, Ricardo Roa pretende asumir un discurso “progresista” para alimentar su larga campaña en pro de reposicionar los valores culturales de la derecha, so pretexto de la mentada “inseguridad”.
Arranca con lo que pareciera un diagnóstico con
el que todos debieran coincidir; dice “No hay nada que descubrir en el drama de
la inseguridad. Todo es bien conocido: marginación social, abandono de la calle
por parte de la policía, ineficacia de los jueces y, en el medio, la droga que
se extiende en bolsones de pobreza donde la vida no vale nada.” y
concluye intentando que parezca que su discurso es el obvio e indiscutible: “Si
suben la desigualdad y el consumo de drogas, no hay políticas contra el delito
y la impotencia y a veces la complicidad de la policía con el crimen crecen,
¿por qué habría de descender la inseguridad?”
Empecemos
por lo más extendido: la idea que la pobreza, la marginalidad, la exclusión
social (todo lo que produce el capitalismo de manera natural, y que en su fase
neoliberal lo produjo de manera planificada puesto que la mirada de la
burguesía no estaba en el consumo interno sino en otras formas de valorización
del capital: la rapiña lisa y llana, la especulación financiera y cambiaria,
etc. y por eso “expulsó” de las fronteras de la ciudadanía burguesa a millones
de personas) tiene una relación directa con la delincuencia –es decir, a más
pobreza, más peligro de delincuencia- no es otra cosa que la vieja idea de
Lombroso, luego reformada por el positivismo bajo un aspecto más social, de que
hay seres humanos sobre condicionados a delinquir. Lombroso creía que era
una cuestión genética; Roa cree que las condiciones socio económicas “empujan”
a delinquir. Aunque muchos sectores progresistas y aún de izquierda
comparten esta idea, y por eso, piensan que el camino para superar la cuestión
de la “inseguridad” pasa por promover planes de empleo y asistencia social;
pues no es así, al menos no linealmente; en Cuba, durante los difíciles años
del periodo especial en tiempo de paz, los niveles de delincuencia casi no se
modificaron; y por el contrario en la Argentina , a pesar de que llevamos casi una
década de planes sociales y de mejoría de las condiciones de vida (sobre todo
si las comparamos con los finales de los 90 y de la gran crisis del 2001)
tampoco se modificó sustancialmente los niveles de delincuencia. Lo que
Roa no considera es la cuestión de la subjetividad. La pobreza, en contacto con
proyectos colectivos de transformación social es una cosa y la pobreza en
contacto con una cultura consumista, individualista, egoísta, es otra cosa,
todo lo contrario. Por lo tanto, lo primero que no dice Roa y Clarín, que es la
cultura consumista que ellos promueven desde siempre es una de las causas
profundas que empujan a una parte de la población al delito. Y que por el
contrario, es la izquierda y el progresismo, al impulsar el involucramiento de
la población en proyectos colectivos de transformación social, la que más hace
en dirección a que menos personas se inclinen por la salida individual del
delito menor.
Y
decimos delito menor, porque –tal como los propios medios hegemónicos se
encargan de revelar- el delito mayor, los grandes robos, los secuestros
extorsivos millonarios, el trafico de mujeres, niños y droga, son un negocio en
forma que cuenta con un empresariado ladrón, que es la que financia y luego
“lava” el producto de las operaciones, con una porción importante de las
policías y del Poder Judicial que crea los espacios libres para su
accionar. No es ineficacia o abandono de la calle, sino todo lo
contrario: pleno dominio del territorio para que no se cometa el delito que
ellos no consienten. El entramado entre las mafias empresariales, los punteros
políticos con dominio territorial, los jefes policiales y jueces, y las bandas
delincuentes de gran porte lleva años de construirse y es de ese entramado que
no habla Clarín, porque sería como nombrar al ahorcado en la casa del
verdugo. Pongamos solo un ejemplo, del cual nunca dijo una palabra
Clarín: el jefe de la unidad fiscal dedicada a la investigación de los delitos
con drogas peligrosas, el Dr. Gentili, que recibía fondos de la DEA y de la Procuración General
de la Nación ,
fue destituido en el 2008 luego de una denuncia de la Liga Argentina por
los Derechos del Hombre sobre su connivencia con los servicios secretos
colombianos y la publicación de fotos donde se lo veía en una “fiesta” con los
más conocidos abogados de los narcotraficantes colombianos en la Argentina. Hoy
Gentili sigue siendo fiscal federal en Lomas de Zamora.
Y la
última de las mentiras que dice Roa es sobre el “abandono de las calles” por
parte de la Policía ,
como si no se hubieran aplicado todos estos años (y cuando digo todos estos
años, también cuento los ocho años de kirchnerismo) toda clase de políticas de
mano dura. O es que no se acuerdan del apoyo de Clarín a la campaña de
Blumberg que terminó en la rendición total del Parlamento, votando
modificaciones al Código Penal que lo convierten en un instrumento de
dominación cada vez más represor, clasista y hasta desquiciado por la locura de
pretender resolver el tema aumentando el castigo, secuencia que solo ha traído
el estallido del sistema penitenciario argentino como señalamos los organismos
de derechos humanos todos estos años, señaló el informe 2010 de la ONU sobre la situación de los
derechos humanos en la
Argentina (al tiempo que señalaba la continuidad de la
política de ejecuciones extrajudiciales que nuestro compañero Toto Zimerman
designó como “gatillo fácil” con motivo de la masacre de Budge en los 80) y que
hasta el nuevo secretario de derechos humanos de la Nación , el Dr. Fresneda,
asumió como una de sus mayores responsabilidades –la de terminar con la tortura
en sede policial y las cárceles- en su discurso inaugural.}
Lo que no dice Roa en este suelto, lo insinúa y
trata de que surja de manera “obvia” lo dijo el profesor Grondona en otra
oportunidad: la inseguridad es producto de la policía indefensa por
efecto del discurso de los derechos humanos que los inhibe y facilita la labor
de una delincuencia alimentada por la inmigración regional, los pobres y los
jóvenes; los cuales en caso de ser detenidos son liberados por una justicia
esterilizada por el “garantismo” que sólo es para los delincuentes porque no se
aplica a los militares y policías “presos políticos” que de ser juzgados, y
siempre recalcan el condicional “de
ser”, deberían serlo al mismo tiempo que los “subversivos” que
están en el gobierno y los organismos de derechos humanos.
La apuesta
de Clarín, y de muchos otros incluido una buena parte del gobierno nacional y
de la provincia de Buenos Aires, es pretender que la solución del problema es
simple: más mano dura, dicen uno; más planes sociales, dicen otros cuando la
cuestión, verdadero condensado de las consecuencias a largo plazo del genocidio
y del predominio del sistema capitalista en el país desde finales del siglo
XIX, no tiene solución fácil. Digamos por ahora que lo primero es depurar
las fuerzas policiales de sus incrustaciones fascistas (restos de la influencia
de la doctrina de seguridad nacional), corruptas (consecuencia de su lugar en
el negocio mafioso, no interrumpido) y de todos los que han violado las
garantías constitucionales de los detenidos; que lo segundo es darle conducción
política a la fuerza y no permitir que se mantengan los privilegios de los
jefes policiales, y no solo en Buenos Aires, también en Santa Fe, Córdoba y
todo el país y tercero abrir un gran debate en la sociedad sin concesiones
oportunistas a la mano dura diciendo claramente que el país que tenemos, con
sus lacras y perversiones, es fruto de un proceso histórico y que solo otro
proceso histórico, de organización autónoma y con clara convicción que el país
requiere de la Segunda
y Definitiva Independencia Nacional, podrá generar condiciones de más seguridad
para todos. Para los vecinos de Cañuelas, claro que sí; pero también para
los que no tienen vivienda, ni salud, ni educación, ni empleo con sueldo
suficiente que es el otro nombre de la inseguridad que Clarín nunca
nombra. El Toto Zimerman al explicar lo que significaba la “inseguridad
subjetiva” decía que si en vez de pasar mil veces la foto de los ciudadanos que
sufrieron un arrebato o un atropello mayor, la televisión pasara el nombre de
cada bebe que muere en la
Argentina por causas evitables, y la Argentina es el único
país de la región que no marcha a buen ritmo en bajar la mortalidad infantil,
el gran debate en la
Argentina no sería por la inseguridad sino sobre la situación
del sistema de salud que no puede garantizar la vida de nuestros niños.
Foto: José Schulman - Secretario de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre (LADH)
Foto: José Schulman - Secretario de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre (LADH)
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