La fiebre del oro en
Famatina, atrajo a
la peor lacra humana.
Una empresa canadiense
pretende acosar a los
pobladores del lugar,
con trabajo de
inteligencia, evocando el
esplendor de la Dictadura Militar.
Como
furiosas manadas de lobos y perros hambrientos acuden a
convertir en ruinas al soberbio coloso del Oeste riojano, apañados
por algún funcionario corrupto.
Ya se sabe que la
dictadura militar del 76, no fue tan solo una dictadura
militar. Fue una dictadura cívico-militar. El componente
militar fue derrotado por la condena social y la justicia, pero el
componente civil aun permanece activo y de vez en cuando muestra
sus garras, que rompiendo el guante de seda quiere dar el zarpazo al patrimonio
de la naturaleza, de los pueblos y de la humanidad.
Pero los pueblos de
los valles del Famatina ya han madurado en la lucha militante
y están preparados para repeler cualquier intento colonizador, y
cualquier recurso solapado. Los pueblos cordilleranos, en un proceso lento pero
inexorable, han comprendido que la lucha contra la megaminería, es una lucha a
vida o muerte, y han optado por la vida.
El cuento del supuesto
progreso de los pueblos mineros ya pasó a la historia
nefasta. Paisajes lunares y pueblos fantasmas como los valle del Yukón
que tan bien describió Jack London a finales del siglo XVIII,
son pálida muestra de lo que puede destruir la megaminería con sus
lixiviantes tóxicos como el mercurio el arsénico, el cianuro y otros,
amen de el irreversible daño a la flora, fauna y paisaje del lugar.
Nosotros, pueblos del
valle del Velazco les pedimos a las autoridades de nuestros pueblos
que recuperen su dignidad, amor a la tierra y respeto a las
futuras generaciones y echen a las patadas a esos ladrones de las
riquezas y salud de los riojanos.-
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