Por Félix
R. Guerrero. En Este hemisferio terrestre amanece abruptamente o despacio. Depende
eso de la velocidad que cada uno alcanza para estar totalmente despierto y
puesto a tono con el día que comienza. Es falso que haya una relación
proporcional entre cantidad de bostezos y estado de plena vigilia consciente.
El
despertar es como una resurrección (a veces). Cuando emergemos del sueño como
recién paridos, mojados, chorreando líquidos oníricos, debemos hacernos cargo
del mundo. ¿Qué cosa dejamos pendientes del ayer?, ¿Qué obligación, que deuda,
que proyecto, que anhelo, que preocupación?
¿Cuál
será la primera palabra que proferiré cuando la noche me devuelva el habla?
¿Una imprecación, una oración, un juramento?
Para
que sucediese el primer amanecer del mundo Dios dijo “Haya luz” y hubo luz, de
a poco, amaneciendo. La creación se produjo por un acto del habla. Con solo
nombrar las cosas a medida que las va creando, les confiere Dios un estatuto
ontológico. Me hago Eco de ello, pero…
Envuelto
en las brumas oscuras, exhalando pequeños trozos de nube a la luz de las
estrellas, pronuncié “Haya amor, haya paz, haya libertad, haya pan para todos,
haya montañas a salvo de la megamineria”. Y cuando el sol iluminó el mundo, vi
que nada de esto sucedió. Yo que siempre me conformé con que el nudo de mis
zapatillas no se deshaga cuando hecho a caminar, esta vez tuve otras
ambiciones: quise ser Dios para que se me obedezca. Pero no pude. Intenté luego
ser poeta para, a golpes de versos, conmover a los corazones oscuros, pero
Neruda, Benedetti, Martí y tantos otros, se habían apropiado de todas las
metáforas rutilantes, de los adjetivos más eficaces, de los verbos más
movilizadores, de los epítetos más atemorizantes… y me dejaron estas palabras sencillas
con las que pretendo armar un discurso convincente.
Casi
vencido hoy, persisto sin embargo, con gran porfía, porque termine de amanecer,
porque las autoridades le hagan caso a Diego Castro, porque no asesinen los
perritos que cuida Silvia Meyer, porque La Asamblea de Ecologistas Costeños
crezca como una marea indestructible y poderosa, que, que, que, que. Bueno, la
lista es larga.
Pero
ya amanecerá. Tengamos fe.
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