“Un ojo brilla entre el vaho visceral,
como un planeta sangra y se apaga en el hedor
que no aparece en las fotografías de la unesco,
que no aparece en las fotografías de la unesco,
el ciudadano ha muerto, un voto menos. “
El fragmento poético de JULIO HUASI desenmascara una verdad oculta por las ambiciones del poder y por el pudor ciudadano.
Durante los últimos meses del 2010 y en lo que va del mes de enero del presente año, la Parca nos golpeó duro a los costeños. El dolor tiñó de desconsolada tristeza a los familiares directos de nuestros vecinos fallecidos, y las fiestas de fin de año no tuvieron la alegría de otros tiempos porque la ausencia de los que se fueron para siempre, se hizo sentir...
Algunos, sin malicia alguna, se pusieron la máscara de la alegría para animar a las fiestas. Otros, los mal llamados “políticos” por reflejo atávico, se pusieron otra mascara que se aproxima más bien a la acepción etimológica de la palabra: mascus que significa “fantasma”, o maskaharah, del árabe que significa “bufón”. Se dice que las máscaras que se usaban en el teatro griego clásico eran llamadas “hipócritas” o “hypokritas”. Esto me hace pensar en las máscaras del inmenso teatro de la vida. Estos últimos “enmascarados”, expertos en fingir, se pusieron las mascaras descritas para ocultar su desazón por los votos que se escapan por culpa de la maldita Parca. No obstante, estos pésimos actores no se resignaron a ese dolor y por magia de la política sucia, hacen votar a los finados y a los ausentes por otras razones.
El gran teatro de la vida ha superado con creces a la talentosa imaginación de los dramaturgos de todos los tiempos. Estos, habían tenido que echar mano a los mitos religiosos, a las leyendas generadas por el miedo y las necesidades apremiantes, y habían creado dioses, diablos, dragones, etc., todos ellos de temible aspecto, pero completamente inofensivos ya que nunca existieron. Nuestros políticos, en cambio, se ponen una máscara de bondad y construyen mundos fantásticos donde todos los hombres son felices, y les sobra con un Plan Trabajar para cubrir todas sus necesidades básicas. Además no nos traicionan nunca y son celosos custodios de los recursos naturales nuestros y del medio ambiente. Por si fuera poco, ganan las elecciones dentro del marco de la ley y el respeto por la voluntad del pueblo, quienes los votan sin presiones de ninguna clase.
Los pueblos en cambio, se ponen la máscara de la resignación, simulan que creen todas las mentiras y se aferran al fatalismo “Que le vamos a hacer, esto fue, es y será siempre así” “Eso no lo vamos a cambiar nosotros”. Los más corruptos, los que se ponen la máscara de la obsecuencia, negocian su dignidad con la esperanza de morder algo de la torta del festín “por debajo del poncho”.
Los que creemos que es posible un mundo mejor y que de nosotros depende, nos ponemos las mascaras del optimismo, nos armamos de paciencia y seguimos confiando en que la buena voluntad de nuestros más nobles ciudadanos va a triunfar, porque el amor y el compromiso por la vida siempre triunfan, tarde o temprano, cuando nos decidamos todos a luchar y destruir todas las mascaras trágicas.-
FELIX R. GUERERO
Excelente artículo!!
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