El resultado de las elecciones de ayer puso al país en un
camino de incertidumbre donde peligran las conquistas logradas durante la
última década. A pesar de los intentos de gran parte de la población que salió
a la calle no alcanzó y ahora la derecha gobernará con la legitimidad que
otorga el voto popular. El poder económico, mediático, judicial y agrario
retomó la conducción política de la argentina.
Cuando
la victoria de un candidato es saludada por la Sociedad Rural, el Grupo Clarín,
se festeja en el pabellón de los represores condenados en la cárcel de Marcos
Paz, por jueces y fiscales caras visibles de la “Sagrada Familia Judicial” y
por los voceros del imperialismo en Latinoamérica generalmente a la Argentina
le va muy mal. A la mayoría del pueblo humilde y trabajador le va mal.
La
victoria de Macri pone fin a un ciclo que había abierto la posibilidad de
repensar los alcances y límites del estado, la relación de este con los trabajadores
y los sectores excluidos por el modelo neoliberal de los 90’, avanzar después
de 20 años sobre los responsables de la última dictadura militar, derogando las
leyes de impunidad y sentando en el banquillo de los acusados a los genocidas,
cambiar el rumbo de las relaciones internacionales poniendo el ojo en los
países latinoamericanos, avanzar en la democratización de los medios de
comunicación regidas hasta 2009 por una ley de la dictadura, etc. No es
vaticinio sino el resumen de sus promesas de campaña.
Más
allá de las internas del FPV, sus armados electorales y su insistencia en
mantener esquemas y referentes obsoletos, el país se verá retrasado en sus
intentos de profundizar conquistas y avanzar en materia de política pública.
Cambiemos (el Pro y sus aliados de la UCR) dejaron claro su propuesta y
mostraron sus actores que tienen experiencia en la aplicación de políticas anti
populares.
En
La Rioja fue evidente que el PJ de Beder Herrera y gran parte del peronismo no
militaron la elección en contraste con las ejecutivas provinciales donde
repartieron enormes dádivas. Ayer el gobernador envió un mensaje diciendo que
“gane quien gane lo importante es que se preocupen por La Rioja” quizá
anticipando una derrota del FPV. Lo que queda claro es que el 22 de noviembre
será recordado como el día de la derrota política de Beder.
Los
envalentonados de FCR, receptores del voto bronca anti Beder, anuncian el despertar de un nuevo tiempo
político que tarde o temprano llegará a la provincia, aunque es difícil de
entender cómo será eso posible de la mano de una alianza provincial de corte
fuertemente elitista, integrada por empresarios y socios menores del
ambientalismo.
Después
de la ola triunfalista el nuevo gobierno deberá mostrar en la gestión concreta
su capacidad para gobernar un país estable en sus aspectos generales. De no hacerlo,
una amplia variedad de sujetos sociales comenzarán a exigir por lo menos el
mantenimiento de lo logrado. La receta neoliberal es conocida: ajuste y
represión.
Amén!!!!!!!!!!!!!!!!
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