lunes, 23 de febrero de 2015

Opinión: Que cada muerte no sea una más



El viernes pasado familiares de Romina Ríos, la joven víctima de femicidio, marcharon junto a otras familias y organizaciones sociales. Víctimas de gatillo fácil, trata de personas y de las chicanas del sistema judicial, se movilizaron bajo una misma consigna: Justicia. Los discursos apuntaron hacia el abuso policial, la complicidad de los tribunales y el Estado, la incapacidad y la falta de decisión política para resolver crímenes por parte del sistema judicial. Alrededor de 1000 personas dieron un alerta importante tanto al gobierno, preocupado por las elecciones internas del PJ, así como a la sociedad y su todavía alto grado de indiferencia. La crónica de la marcha y la opinión de Alejandro Romero.

Bajo un cielo gris y también bajo la lluvia se llevo a cabo la marcha por Romina Rios, se pide justicia, se pide celeridad se pide que los responsables estén donde tienen que estar.

Participaron familiares de otras víctimas y acompañaron referentes sociales.

Junto a este caso de femicidio asoman el rostro los nombres de muchas víctimas que aún no encuentran justicia, y detrás del dolor y la desolación, asoma la impenetrable maraña de complicidades corporativas de un sistema que mata. Cómo hacer, o qué pedir cuando la palabra justicia ya no suena a nada, cuando esta casi naturalizado que la brutalidad policial y la justicia amañada se cuidan la espaldas, cuando detrás de un caso viene otro y otro y la justicia no llega, o peor la justicia se compra o se vende.

Qué hacer para que cada muerte no sea una más. La respuestas para quienes claman desde el llano es solo seguir el camino y no parar hasta conseguir justicia, asumir finalmente que cada vida que esta máquina descompuesta nos arrebata tiene un valor histórico único en la resistencia del pueblo y la defensa colectiva de la vida.

Los que no aparecen ni por asomo son los responsables políticos, o una autocritica pública de estos, para decir siquiera que desde la política existe una deuda al respecto. Lo cierto es que en provincias como la nuestra el poder está más cerca de ser parte del problema que de la solución.

El femicidio de Romina por parte de un policía de 19 años ocurre en el contexto de la interna del partido de gobierno sin embargo el tema pareciera no existir ¿acaso de esto no hay que hablar, o no existe más nada que hablar que no sea por la disputa de poder. En realidad urge instalar el debate sobre cuál es la policía que queremos, lamentablemente este reflejo no asoma desde la clase política y esto es un mal síntoma para quienes esperan avances en la justicia. Por eso será necesario sobrevivir el dolor y entender que el pedido de justicia debe apuntarse más allá de las penas, que la justicia además de no dejar libre a los responsables de los crímenes debe apuntar a hacer una sociedad más justa.

A más de treinta años de democracia la policía sigue siendo y reproduciendo lo peor de las practicas represivas. Con el caso de Romina asoma un pedido que la clase política se niega a escuchar aunque todo apunte directamente a ellos, al menos en la responsabilidad ética de avanzar en la democratización de las instituciones.

No hay comentarios:

Publicar un comentario