Por Félix R. Guerrero - Hay
tipos así, vecino, aunque usted no lo crea. Saben cómo es la cosa pero actúan
como si no lo creyeran o no les importara. Vislumbran que la clave del éxito
consiste en ser obsecuentes con el poder, saber callar, mostrarse pulcro y con
buenos modales; obedecer sin pensar ni sentir, un poquito cínico. Eso es.
“La demagogia es la
capacidad de vestir las ideas menores con la palabras mayores"
ABRAHAM LINCOLN
El
hombre optimista sale a la calle después de una peinada perfecta, una afeitada
impecable, un desayuno suculento y un ya vuelvo mi amor al cerrar la puerta. La
hora es imprecisa porque un hombre optimista no se fija en esas cosas; tampoco
hizo caso del cielo lívido que se cierne sobre su cabeza.
El
hombre es fuerte y ama a los fuertes y se siente pleno de confianza. Salió a la
calle a ganarse la vida en buena ley, conforme a las leyes del mercado. No se
mete en política, no cuestiona nada. El mundo es como es, ni bueno ni malo para
un ganador. Camina despaciosamente las calles de La Costa en busca de lo que le
corresponde como ciudadano argentino, su oportunidad.
Hay
tipos así, vecino, aunque usted no lo crea. Saben cómo es la cosa pero actúan
como si no lo creyeran o no les importara. Vislumbran que la clave del éxito
consiste en ser obsecuentes con el poder, saber callar, mostrarse pulcro y con
buenos modales; obedecer sin pensar ni sentir, un poquito cínico. Eso es.
Con
estos amables pensamientos se dirige a la Municipalidad Departamental.
Allí
descubre nuestro héroe, pasmado, que sus aspiraciones a una Secretaría o
Dirección municipal u otro cargo parecido en rango, ya estaban cubiertas por
otras ambiciones desmedidas e ineficaces (para la función pública, se
entiende). Los afortunados, habían conseguido valías con votos contantes y
sonantes en aquellas épicas elecciones pasadas.
¿No
les habrá sobrado por ahí una Sapem o un contrato sin controles y abierto a
ganancias extras?, preguntó con un hilo de voz. Tampoco, le contestaron sin
piedad: eso ya fue repartido mediante el
sistema de la amigocracia, y a falta de dignos ameritados, muchos de esos
“trabajitos” fueron a las manos de los nombrados precedentemente. Los conchabos
menores a algunos votantes comunes, trabajadores municipales, también a Jefes y Jefas de hogar.
A
ellos, los afortunados, podrá distinguir, mi amigo fácilmente: ellos, las
máquinas, las ropas, los enseres de maestranza, membretes de toda documentación
oficial, Concejo Deliberante incluido, todos están rotulados por la marca del
exitoso gestor, título nobiliario
sinónimo de “conductor” y “administrador”
de los ilustres antecesores. Antes de antes los llamábamos Intendentes
municipales del Departamento Castro Barros. Pero esos eran otros tiempos.
Y
allí, nuestro héroe, sin saber qué hacer con su peinada perfecta, su afeitada
impecable y su sonrisa ganadora, musita entre dientes una especie de amenaza: ¡Puta
madre! ¡Tendrían que volver los milicos a poner las cosas en orden!
Más
allá de esta dantesca escena, una nobel puta de piernas temblorosas trata de
consolar con torpes caricias a un puntero caído en desgracia por desobediencia
debida.
OVEJAS QUE LE DICEN......MEEEE...MEEEEE.. (A COMERLA!!!!!!)
ResponderEliminarQUE ORDINARIO QUE SOS, ESO ES LO QUE ESTA MAL ESTE TIPO DE GENTE,
ResponderEliminarSI TENES RAZON LA GENTE QUE DESCRIBE LA NOTA: LOS OBSECUENTES DAN ASCO....MEEEEEE.......MEEEEEEE......
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