Entre la rentabilidad y los Derechos Humanos

En el último mes y medio fuimos sorprendidos por las noticias sobre trabajo esclavo e ilegal en nuestra provincia. En  el departamento Castro Barros la situación no se queda atrás, si tomamos en cuenta la situación de los empleados de la empresa San Huberto en Aminga y Anillaco, cuando la vendimia se aproxima. Desde La Bocona nos pareció oportuno reflexionar un poco acerca de esta realidad compleja en la que se entraman muchas causas: si la rentabilidad de los negocios es más importante que la dignidad y los derechos de los ciudadanos. 

 

Hace ya varias semanas que dirigentes empresariales del agro riojano intentan ganar la opinión pública instalando un discurso acerca de una  difícil situación que pone en desventaja la rentabilidad de las empresas del rubro. Entre la quejas vertidas en diferentes medios (entre ellos el diario de derecha Infobae y el paladín de los empresarios sojeros, Clarín) afirman que hay dificultad para acceder a los mercados de exportación, estancamiento de precios de venta de los productos, sumado al riesgo de que parte de la cosecha no se pueda levantar por falta de mano de obra.

Ahora bien ¿de qué se habla cuando se hace referencia a una situación delicada? Dicen que la cosecha de aceituna y uva corre riesgo por falta de mano de obra suficiente, motivada en parte porque muchos trabajadores temen perder sus programas sociales si son ocupados en empleos temporarios. 

Si hacemos memoria los dueños de empresas agrícolas siempre tienen problemas para ganarse el pan. Cuando no es la sequía es el granizo, cuando no son las lluvias es la falta de subsidios estatales. ¿Ser dueño de una finca de olivos o aceitunas no es rentable? Según los mismos empresarios este año se presenta como una cosecha "excepcional", con una producción superior a 120 millones de kilos posiblemente, un 30 por ciento más que el año pasado.  Pero los empresarios insisten en que es un mal año por la suba de los precios internos y por el estancamiento de precios de venta de los productos que tornan dificultoso poder implementar a veces mejoras de infraestructura significativas, afirman.

Además de la rentabilidad está la cuestión de los trabajadores golondrina: se está tornando dificultoso conseguir trabajadores en blanco para la cosecha. Para  los empresarios los planes sociales se vuelven un escollo a la hora de conseguir mano de obra barata. 

Pero no todo es como lo plantean los empresarios que, como es su costumbre, se dedican a jugar al esclavo, siendo los que más ganan y hablamos de cifras millonarias.

El Estado argentino se agranda, recauda más dinero y ese dinero se distribuye en planes sociales o en la Asignación Universal por Hijo (es una cuestión aparte como se reparten los planes sociales, que en un 100% son usados para generar política clientelar). Los trabajadores desempleados acceden a estos beneficios y logran mejorar un poquito su calidad de vida. Ya no tienen que ofrecerse como esclavos (dormir en el suelo, pasar el día trepados a una escalera, ir al baño en el campo). Por consiguiente los empresarios pierden. 

Les molesta el control, tímido aun, del Estado en materia de derechos laborales.  La cosecha de aceitunas y de uvas históricamente se ha realizado con trabajo de ciudadanos bolivianos (lo dijo hace unos días el presidente de la Cámara de Productores Agrícolas de La Rioja (CARPA), Lorenzo Capecce.) que hasta hace poco les convenía enormemente a pesar de los sueldos bajos, y la ausencia de garantías y derechos.

Siempre han tenido la mano de obra para la cosecha a un precio bajísimo, están acostumbrados a ello y cualquier modificación les molesta y lo denuncian como un atropello de las leyes y de los gobiernos a la libertad de empresa. Es una lógica similar a la de los productores de soja: cuando se altera en lo más mínimo la cifra de superganancias a la que se acostumbran se enardecen como si fueran sindicalistas luchando por el salario.  

Intentan mostrar a los trabajadores golondrina o temporarios como rehenes del estado, atados a los planes sociales, para esquivar la discusión por mejores condiciones de trabajo y sueldo. No están dispuestos a pagar un poco mejor porque eso sería renunciar a las superganancias que ellos llaman rentabilidad. Y no importa si a los cosecheros los representa una basura como Gerónimo Venegas que es justo lo que piden.

Es difícil de creer que tengan problemas de rentabilidad cuando la Cámara Industrial y Agrícola de La Rioja (CAILAR) exporta mosto a Rusia, Colombia y Venezuela a precio dólar y que se hizo cargo de la  ex bodega La Rioja S.A. en Nonogasta -que estaba a cargo de la firma CARMAQ- pagando deudas a productores por 1.200.000 pesos con fondos del estado provincial. Julio Miceli presidente de CAILAR recomienda a los productores de uva que elijan llevar sus uvas hacia el mosto y no hacia el vino ¿y el desarrollo, el valor agregado en la provincia?

La Bodega San Huberto en Anillaco (que tiene la mayoría de sus fincas en Aminga) ha remodelado las instalaciones de la planta embotelladora y bodega, lo cual le permite procesar y convertir el mosto en vino sin la necesidad de contratar el servicio en otras provincias. Sin embargo la planta de empleados ha sido reducida, expulsando a varios empleados contratados. Los empleados dicen que cuando el dueño de la bodega Carlos Spadone va de visita a las fincas se queja de que cada vez ganan menos, aun cuando la industria vitivinícola haya crecido desde 2003 un 84% en el mercado interno. Aun así los trabajadores no usan la ropa adecuada, el equipamiento necesario ni la protección adecuada cuando usan sustancias como el Glifosato. 

Por otro lado el presidente de la Cámara Olivícola Riojana  Emilio Caimi, recomienda al Gobierno que “para los trabajadores golondrina tiene que haber una legislación especial, acorde a las necesidades de esta gente. No pueden asociarse las leyes del trabajador permanente a lo que es un trabajador temporario” (Diario El Independiente 24-2-11). Es una actitud discriminatoria, que desconoce leyes, derechos y más de 150 años de sindicalismo en Argentina.  En la misma entrevista defiende al diputado salteño Alfredo Olmedo hablando de complejidad y complicaciones de todo tipo.  

En este panorama y con la complicidad y el interés de algunos medios de comunicación, el empresariado agrícola riojano intenta seguramente la ayuda estatal para paliar los costos de mano de obra de este año, inflexibles a repensar nuevas relaciones entre patrones y empleados. Sus modos de actuar demuestran que antes que nada está la ganancia, la bendita rentabilidad.  Seguramente añorando la década del 90’ se preparan a levantar  una de las más fabulosas cosechas (uva y aceituna) de los últimos tiempos con la desventaja de no poder ganar lo que ellos pensaban.  Sería tema para otro artículo si alguien tiene en cuenta que además de los subsidios estatales estas empresas ganan a costa, no solo de la explotación de las personas, sino usando el agua de nuestro suelo sin pagar un centavo a nadie.